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Dos fotografías

Fuentes: Rebelión

Aprendieron que se podía tener razón y ser vencidos, que la fuerza puede derrotar al espíritu y que hay tiempos en que el valor no es su propia recompensa. Albert Camus Dos amigas, Inés y Marian. Dos fotografías, a las que el tiempo ha teñido de sepia. Una de ellas es el retrato del médico […]

Aprendieron que se podía tener razón y ser vencidos, que la fuerza puede derrotar al espíritu y que hay tiempos en que el valor no es su propia recompensa.

Albert Camus

Dos amigas, Inés y Marian.

Dos fotografías, a las que el tiempo ha teñido de sepia.

Una de ellas es el retrato del médico Vicente García Holgado, argentino de nacimiento, pues allí vio la luz en 1915, si bien sus padres lo trasladaron a Salamanca a los cuatro años de edad. Lleva gafas de la época, que le dan un aire intelectual. De él emana la serenidad de quien sabe escuchar.

La otra nos muestra a Marcos Ortega Alday, presidente de la Rama Textil de Guipúzcoa, nacido en 1912 en Rentería. Porta igualmente gafas de montura redonda, estilo años treinta. Se ve que es buena gente y muy atractivo.

He aquí dos seres que amaban la vida, la libertad, la cultura y todas esas cosas que nos hacen más grandes, más dignos y más bellos. Un día ya lejano, en el me de julio de 1936, los dos tuvieron que tomar la terrible decisión de empuñar un arma para defender la Segunda República, elegida libremente en las urnas por los ciudadanos españoles.

Dos luchadores en plena juventud, con ideas políticas definidas: Marcos, de la CNT-FAI (Confederación Nacional de Trabajadores- Federación Anarquista Ibérica); Vicente, de la FUE (Federación Universitaria Escolar de Izquierda). Buscaban un mundo mejor.

Dos milicianos de corazón y alma, unidos en un mismo frente, la República, y en una guerra cruenta y desigual.

Cada uno luchó en su batallón con sentido del honor, que nunca los abandonó; Vicente en las Milicias Castellanas Antifascistas y V Regimiento al mando del General Líster; Marcos, en el Malatesta primero y, luego, en el Isaac Puente.

Hoy, ambos son polvo de estrellas que nos irradian energía y nos transmiten palabras como ama, aita, osaba, laguna, anaia… -madre, padre, tío, amigo, hermano-… Observamos sus retratos de color sepia y, de inmediato, empezamos a soñar cada una en nuestra tierra; entonces desaparece la distancia de este océano que separa España de Argentina, porque ahora, una vez que nuestras vidas se cruzaron, sus historias se han encontrado.

Marcos y Vicente no pudieron coincidir en la batalla, pero lucharon hombro con hombro como tantos soldados y oficiales. Marcos fue herido en la retirada de Deva (Guipúzcoa), se recuperó y volvió al frente, hasta que a finales del verano del 37 fue hecho prisionero en Santander. A Vicente lo sigue buscando su familia, pues las últimas noticias que se tienen de él llegaron desde Teruel entre finales del 38 y comienzos del 39. Es uno de tantos desaparecidos, no se sabe si murió fusilado o en el campo de batalla, su cadáver yace en algún lugar desconocido. No cejaremos hasta rescatarlo.

Las dos sabemos que ellos no llegaron a conocerse, pero podemos soñar que así fue, lo cual nos une más si cabe, y consolarnos mutuamente con el orgullo de saber que fueron valientes. Pero… ¡qué tristeza no haber conocido al tío desaparecido y qué tristeza haber perdido al padre enfermo!

Las dos, Inés y Marian, estamos orgullosas de ellos y hubiésemos preferido disfrutar de su cariño, de su presencia, y pasear, y dar y recibir de dos seres humanos que fueron… ¿maravillosos? ¡¡¡Pues claro que sí!!!

Nuestra lucha contra el olvido y en pos de la memoria histórica trata de ser consecuente con la honradez y con los principios de los asesinados, encarcelados, esclavizados por Franco. Lo que no solemos contar, porque forma parte de la intimidad, es que el orgullo tiene un límite, pero algún día habrá que proclamar también que los descendientes de aquellas víctimas hemos padecido la carencia del cariño de unos seres que el franquismo nos robó. Si, nos robó ese amor que sólo brinda la vida cotidiana.

Sobrina e hija, respectivamente, continuaremos nuestra militancia impulsadas por el espíritu que transmiten estas dos fotografías, cuya fuerza nos ayuda a trabajar por la causa republicana, por la reivindicación de Vicente y Marcos y de tantos otros «vencidos vencedores». Sí, fueron vencidos, pero lucharon hasta el final, sin abandonar la defensa de los derechos legítimos de sus conciudadanos.

Sirva este relato como testimonio para honrar su memoria y en homenaje a todos los que murieron o enfermaron en la lucha.

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Escrito entre Buenos Aires y Tolosa (Guipúzcoa), el 21 de septiembre del 2004, día del comienzo de la primavera argentina y el otoño español.

Si deseas contactar con las autoras, escríbeles a:

Inés García Holgado <[email protected]>
Marian Ortega Ugartemendia <[email protected]>