¡Cuánta razón tiene el presidente Rivero! ¿Qué son dos horas y media más de trabajo a la semana? ¿A qué viene tanto alboroto? Media horita más al día no parece tal sacrificio si es en beneficio de la comunidad. Los trabajadores sanitarios no advierten el enorme privilegio de disfrutar de empleo y sueldo en medio […]
¡Cuánta razón tiene el presidente Rivero! ¿Qué son dos horas y media más de trabajo a la semana? ¿A qué viene tanto alboroto? Media horita más al día no parece tal sacrificio si es en beneficio de la comunidad. Los trabajadores sanitarios no advierten el enorme privilegio de disfrutar de empleo y sueldo en medio de esta tempestad crítica y cacarean de vicio. ¡Si algunos médicos hasta pretenden ganar más que un presidente de Gobierno! Pero si para un diputado o senador dos horas y media es apenas nada: la duración de un vuelo Tenerife-Madrid viajando reclinado y confortable en primera clase. ¿Y qué son dos horas y media más para un parlamentario? Si en dos horas y media no da tiempo a que se le duerma el dedo a uno pulsando un botón, siguiendo las indicaciones del portavoz. ¿Qué son dos horas y media más para aquellos padres de la patria que en cuatro años prácticamente no han presentado una iniciativa, redactado una moción o enmendado una ley? ¿Qué significan dos horas y media para los parlamentarios cuando los minutos se deslizan felices dedicados al arte del pasilleo o a juguetear con el Ipad? La verdad es que no se entiende tanta falta de colaboración, tanto caprichoso pataleo, cuando sólo se trata de optimizar recursos y de seguir concertando con el sector privado. Los empresarios nos piden mayor participación en los servicios públicos, y el Gobierno lo va a estudiar. La eficiencia es el objetivo.
¡Cuánta razón tiene el presidente Rivero! ¡Pero qué diferentes son dos horas y media más para el pediatra de una consulta masificada!, que cuando ha examinado a 25 niños y atendido a sus correspondientes 25 padres, al tiempo que rellena estúpidos papeleos, apenas tiene energía suficiente que dedicar a los 10 siguientes que amontonados aguardan su turno en esas terribles sillas de plástico. ¡Qué diferentes son dos horas y media para la enfermera que vela el sueño de los pacientes ingresados en cualquier hospital, atenta a los timbrazos de las camas, porque lo que hay detrás de cada llamada son personas con necesidades. ¡Qué importantes son dos horas y media para la especialista obligada a dar un diagnóstico fatal a la familia de un enfermo, o para aquel que atiende en las urgencias de la noche a los accidentados, o para el cirujano que nos rescata generoso de la muerte! ¡Qué diferentes son dos horas y media más cuando las plantillas están sobrecargadas, se resiente la calidad del servicio, y aún se les reclama más y más! ¡Qué distintas son dos horas y media de trabajo en una región situada a la cola en número de médicos y enfermeros por habitante, con servicios sanitarios deficientes, quirófanos que se cierran, listas de espera in crescendo, y en la que, aún así, su Gobierno se niega a contratar más personal! ¡Qué valiosas e impagables son dos horas y media más cuando se dedican, de verdad, a las personas; a atenderlas, a procurar su bienestar; cuidar su salud, su vida!
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