Amanece el país con la noticia del fallecimiento, producto de la Covid-19, de dos personalidades: el ministro Carlos Holmes Trujillo (q.e.p.d) y el dirigente sindical Julio Roberto Gómez (q.e.p.d). Ambos hombre públicos y por tanto individuos políticos, buscando este artículo resaltar sus aciertos o falencias, teniendo como objeto el análisis de sus actuaciones y en nada vulnerar lo esencial humano de sus integridades.Por el asomo de sus desempeños, no se trata de plasmar el elogio de sus personas, como del análisis de sus actuaciones, contribuyendo a despejar el reflejo de esas vivencias .
Ambos ubicados como cuadro políticos del sistema imperante.
Julio Roberto Gómez, como lider sindical, conciliador de sus intereses de clase, empotrado en el burocratismo sindical por años. Dirigente producto del Frente Nacional y de la guerra fría. Por ende, anticomunista y anti socialista, en el ordenamiento económico internacional. La Historia del movimiento sindical colombiano, no se gesta en los atributos o no de sus dirigentes; como en los derroteros políticos de sus organizaciones de base; las cuales, desafortunadamente, han sido acalladas, silenciadas, desconocidas, invisibilisadas; pero que paradojicamente, salen avante en el faro libertario de las reivindicaciones; en el crecimiento del movimiento popular y en la inderogable tendencia del calificado paso político de sus luchas reivindicatorias.
Julio Roberto Gómez, ya en el cenit de su carrera sindical, asintió y comprendió la importancia de la Unidad Sindical. Si bien le falló al movimiento sindical en el último cuarto del siglo XX, al no apoyar la creación de la Central Única de Trabajadores Colombianos; logra colocarse en el escalón de la reivindicación histórica de la lucha popular sindical, al asimilar la tendencia manifiestamente imperante, de un movimiento sindical colombiano en ascenso; en cualificación política, constituyéndose en bisagra ineludible, por la perenne aspiración de un sindicalismo sincronizado por la materialización de una Confederación Única de Trabajadores de industria y de base, para el sindicalismo colombiano. Tuve la oportunidad de seguir el desempeño de su actividad con sobrada capacidad de dirigente. Como Abogado Laboralista al Servicio de los Trabajadores participé en Seminarios, Talleres, Congresos, en que se debatía y contribuía por la Central Única de Trabajadores, donde quedó tallada la impronta de su huella como dirigente de valía, por su don de gentes, con cortesía demostrada, habilidad y sagacidad en el manejo del entorno, para él, algo innato. Pasados los años volví a presenciarlo, en su integridad de dirigente sindical, al asistir como delegado a nombre de la Asociación Americana de Juristas (AAJ)- Rama Colombia, a la Asamblea Nacional de Organizaciones Sociales, Politicas y Profesionales del Paro Cívico Nacional del 21 de noviembre de 2.019. Al momento de su fallecimiento, Julio Roberto Gómez, fue conocido como “el dirigente de los salarios”, por su denodado esfuerzo por obtener el reconocimiento del salario mínimo en un aumento del 12%, a alcanzar el millón de pesos mensual (US$300); para remediar el nefasto efecto de la pandemia. Paz en su tumba.
El ministro, Carlos Holmes Trujillo, cual cuadro político de la oligarquía vende patria colombiana, cumplió con creces su labor de inspiración y encomienda personal. Generacionalmente no podemos callar ante la villanía de permitir la presencia de tropas del imperio en la tierra de nuestros padres y ancestros… Apuntando, como el que más, contribuyó a “hacer trizas” los Acuerdos de La Habana y el Teatro Colón, que aportaron con el fin de las antiguas farc. Mas lo torticero de un Estado, sostenido en lo mafioso y convencional, dieron al traste con la fugaz aspiración del pueblo colombiano de lograr el fin del conflcito armado con esa cincuentenaria organización guerrillera, con lo cual plasmó el logro multiplicador de agregarle al conflcito armado interno colombiano, dos fuerzas insurgentes más, disimiles en sus Direcciones; pero únicas y mismas en sus derroteros políticos, de alcance del poder por las armas: Las Nuevas Farc-ep y la Segunda Marquetalia.
No queda el finado Carlos Holmes Trujillo, como el adalid de la Paz; sino como un halcón de la guerra. Sobre el campesinado colombiano y sobre todo de El Catatumbo, mantuvo la constante de “la espada de Damocles”, sobre la autoritaria e inhumana decisión de volver a las fumigaciones con glifosfato; no implementar lo Acordado, en temas tan álgidos como la erradicación voluntaria, junto con las comunidades, de la sustitución de cultivos ilícitos; como tampoco de hacer realidad la anhelada Reforma Agraria Integral (RAI).
Lamentablemente fallece, en momentos en que es clara la presión internacional y la existencia de factores fundamentales para lograr la solución política definitiva de la terminación del conflicto armado interno colombiano y por ende la consecución del fin de la lucha guerrillera en Colombia. A él también, paz en su tumba. En tanto la paz de los sepulcros impuesta a los y las lideres sociales y a los desmovilizados engañados de las antiguas farc, no sera jamás el eco de la apertura democrática y el de grandes cambios institucionales que avizora Colombia.
Ante el fallecimiento de estos dos personajes de la vida política nacional, rememoro la expresión del poeta ocañero Adofo Milanes: “los hombres pasan, las cosas quedan”.