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Ecofeminismos: construyendo esperanza en tiempos de incertidumbre

Fuentes:

Sabemos que es posible y urgente construir un modo de vida respetuoso con el planeta que permita vivir vidas dignas a todas las personas y seres vivos que lo habitamos en un mundo más justo y sostenible.

El ecofeminismo es una corriente de pensamiento política y un movimiento social; es una filosofía de vida; es una mirada y una práctica que se nutre de los encuentros y posibles sinergias entre ecologismo y feminismo, y se constituye como un movimiento social universal que abraza la diversidad, la pluralidad y las potencialidades de todos los seres vivos.

En este momento de crisis civilizatoria, el ecofeminismo prioriza el sostenimiento de la vida humana y de todos los seres vivos con los que compartimos el planeta, poniendo la vida en el centro y construyendo resistencias y alternativas esperanzadoras hacia un mundo justo, amable y sostenible.

El pensamiento ecofeminista analiza críticamente la cosmovisión occidental que se asienta sobre una matriz patriarcal, capitalista y colonial de ideas y creencias que implica la discriminación de las mujeres y otros sujetos no hegemónicos, y lleva al límite la sobre explotación de la naturaleza y de todos los seres vivos, poniendo en riesgo la supervivencia global.

Desde esta perspectiva, los ecofeminismos cuestionan el modelo de vida capitalista, patriarcal y colonial el cual, para mantenerse, somete tanto a los seres humanos como al resto del mundo vivo:

– El patriarcado, que fundamenta un sistema social construido sobre valores que discriminan a la mujer por considerarla inferior y subordinada al varón. Este pensamiento, denominado androcéntrico, sitúa al hombre como centro y protagonista de la historia y la civilización humana, y a las mujeres y niñas como subalternos al varón. En consecuencia, las mujeres y los hombres tienen asignados en la vida roles de género determinados según su sexo, por lo que cada uno debe cumplir con tareas y funciones pre establecidas por el sistema patriarcal. Este pensamiento se refuerza con una serie de estereotipos de género que tienen matices según las sociedades y momentos históricos.

– El capitalismo es un sistema socioeconómico que responde a la lógica de la dominación y del sometimiento de la vida, donde las relaciones de explotación sobre la naturaleza tienen la misma raíz que la opresión contra las mujeres. Su fin es la acumulación y el beneficio material individual y, para ello, subordina a las mujeres y explota la naturaleza.

– El colonialismo es un sistema basado en la ocupación y control de territorios por una potencia extranjera con el fin último de explotar sus bienes naturales y su población. Bajo ese prisma se ven y tratan a la tierra y los cuerpos desde la exterioridad, la superioridad y la instrumentalidad. Se acompañan además de la imposición de estructuras políticas, económicas y culturales por parte de los colonizadores, quienes suelen considerar a las sociedades sometidas como inferiores en términos sociales, culturales o biológicos.

– El antropocentrismo, creencia que sitúa al ser humano en el centro de la creación y por encima del resto de seres vivos a los que somete y utiliza en su beneficio, permite al sistema capitalista justificar y llevar al límite prácticas depredadoras y ecocidas por todo el planeta, las cuales ponen en evidencia el conflicto capital-vida en el que actualmente estamos.

Cuando unimos patriarcado y capitalismo entendemos cómo bajo este sistema socioeconómico los trabajos de cuidados no tienen valor económico ni social a pesar de ser imprescindibles para la reproducción y el mantenimiento de la vida, tanto la humana como la no humana. Estas tareas representan la base sine qua non del sistema socioeconómico capitalista actual

La perspectiva ecofeminista pone en cuestión los mitos fundacionales del pensamiento occidental hegemónico basada en una lógica dicotómica y jerarquizante: cultura versus naturaleza o razón versus emoción; donde el varón (como sujeto patriarcal) siempre es identificado con la cultura y la civilización y las mujeres y otros sujetos no hegemónicos, con la naturaleza y la esfera salvaje. Además, desde una mirada decolonial, someten a revisión conceptos clave de nuestra cultura muy aceptados hoy en día, tales como el crecimiento económico ilimitado, el beneficio económico individual como finalidad civilizatoria, y el progreso medido en términos de productividad y consumo material. Desarrollan por lo tanto una mirada alternativa sobre el actual modelo social, económico y cultural aportando una perspectiva diferente sobre la realidad cotidiana y la política dando valor a elementos, prácticas y sujetos que han sido designados por el pensamiento occidental hegemónico y colonial como inferiores.

Existen históricamente diferentes corrientes de pensamiento ecofeminista y todas ellas coinciden en denunciar que el modelo económico predominante -el capitalismo neoliberal- no tiene en cuenta los ciclos vitales de los seres humanos ni los límites biofísicos del planeta y sus ecosistemas, ignorando dos hechos evidentes:

– La vida humana transcurre encarnada en un territorio mucho más inmediato y próximo: el cuerpo. Todos los cuerpos, en su naturaleza vulnerable, tienen necesidades que deben ser cubiertas para poder mantenerse vivos. Para poder sobrevivir, sus cuerpos necesitan ser atendidos y cuidados a lo largo de toda su existencia y, especialmente, en algunos momentos de ciclo vital. Son tareas son realizadas mayoritariamente por mujeres. Somos por lo tanto seres interdependientes.

– Como todas las especies, los seres humanos interactuamos con la trama de la vida para obtener lo necesario para mantener la existencia: agua, alimento, energía, minerales, oxígeno, madera, semillas….No hay nada de lo que el ser humano pueda necesitar que no dependa de lo que produce la naturaleza. Podemos decir que no hay vida sin naturaleza. Por lo tanto somos también seres ecodependientes.

Abrazamos un enfoque basado en la sostenibilidad de la vida, perspectiva que combina aportaciones de la economía feminista, las miradas decoloniales y las cosmovisiones no occidentales respecto a la naturaleza y la defensa del territorio, de las comunidades y de las vidas y cuerpos de las mujeres.

La perspectiva ecofeminista proporciona claves para repensar las contradicciones actuales, revertir los imaginarios dominantes y la narrativa hegemónica sobre el mundo y proponer nuevas formas de relación con la naturaleza y entre las personas que permitan caminar hacia una cultura de paz, y hacia un futuro verde y sin violencia.

Por ello, el ecofeminismo lucha activamente para prevenir, denunciar y erradicar la violencia de género contra las mujeres y contra las disidencias identitarias, asi como contra todas las violencias específicas que el patriarcado ejerce con el fin de someter cuerpos y territorios. En esta línea el ecofeminismo se opone activamente, denuncia y rechaza la militarización de las sociedades y la economía de la guerra. Por ello aboga por la defensa de la biodiversidad y la ideodiversidad como estrategias de supervivencia colectiva, siendo imprescindibles para crear comunidades en equilibrio con los territorios.

Igualmente su perspectiva interseccional incorpora enfoques y reivindicaciones de luchas como el sindicalismo, en antirracismo, el antimilitarismo, el naturalismo, el antiespecismo, etc., con las que entreteje visiones compartidas y propone alternativas inclusivas y situadas en la diversidad y complejidad de los territorios y las personas. Por ello las miradas ecofeministas también tienen vocación de inspirar a ciertos movimientos sociales en la construcción de una sociedad bases en la justicia ecosocial.

Desde el ecofeminismo, elaboramos propuestas para transformaciones posibles donde la vida esté en el centro. Desde el reparto de trabajos, tiempos y riqueza, hasta el decrecimiento, transitando por temas como la minería, el derecho a una vivienda asequible y digna, la soberanía energética, la agricultura orgánica y local, la inmigración, etc. Así, el ecofeminismo denuncia y al mismo tiempo propone alternativas en todas las dimensiones de nuestras vidas.

Para el ecofeminismo actual es clave actuar para hacer realidad una transición ecosocial justa donde el sistema socioeconómico priorice los trabajos esenciales y necesarios para el sostenimiento de todas las vidas y la reproducción social de los seres humanos y de los ecosistemas, desde una mirada inclusiva, antirracista y decolonial.

Finalmente, desde el Área Ecofeminista de Ecologistas en Acción creemos que vivimos un momento de crisis múltiples que se interrelacionan y dan lugar a una crisis sistémica o policrisis (sanitaria, económica, social, ecológica, energética…). En este contexto, la mirada y los principios del ecofeminismo son una gran fuerza transformadora, de emancipación, que aportan solidez a los movimientos ecologista y feminista, y proponen una mirada global y esperanzada; cuya ética trata de conciliar nuestras prioridades, necesidades y deseos con principios como la solidaridad, corresponsabilidad, justicia, distribución, equidad, frugalidad, suficiencia, cuidados, cooperación y sostenibilidad.

Sabemos que es posible y urgente construir un modo de vida respetuoso con el planeta que permita vivir vidas dignas a todas las personas y seres vivos que lo habitamos en un mundo más justo y sostenible.

Para contactar con el Área Ecofeminista de Ecologistas en Acción escribe a [email protected]

Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/153210/ecofeminismos/