Con 20.000 hectáreas de verde brillante en el mar de arena del estado de Sonora, la ciénaga de Santa Clara es uno de los ecosistemas costeros más ricos de México. Ante la inminente apertura de una planta desalinizadora en Estados Unidos, un equipo binacional trabaja para protegerla. La actual sequía en el sudoccidente de Estados […]
Con 20.000 hectáreas de verde brillante en el mar de arena del estado de Sonora, la ciénaga de Santa Clara es uno de los ecosistemas costeros más ricos de México. Ante la inminente apertura de una planta desalinizadora en Estados Unidos, un equipo binacional trabaja para protegerla.
La actual sequía en el sudoccidente de Estados Unidos alentó al gobierno de George W. Bush a financiar la plena operación de la largamente inutilizada planta de Yuma, en el meridional estado de Arizona.
El arranque de la planta en el delta del fronterizo Río Colorado, «significará que la ciénaga obtenga menos agua y que el agua sea mucho más salada», dijo Karl Flessa, profesor de geociencias en la Universidad de Arizona.
«Eso eliminaría completamente el pantano», señaló Jaqueline García Hernández, científica del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo en Guaymas, México, quien lidera el esfuerzo científico conjunto para controlar los impactos de la planta de Yuma.
La ciénaga de Santa Clara concentra unas 225 especies de aves, entre ellos el palmoteador de Yuma (Rallus longirostris yumanensis) y el mosquero saucero del sudoeste (Empidonax traillii extimus), que resultan exóticos en Estados Unidos.
También es una importante escala para las aves que migran siguiendo la ruta del Pacífico, y brinda hábitat y alimentación a unos 200.000 pájaros costeros, patos y gansos.
La ciénaga se generó accidentalmente. Hace 100 años, el delta del río Colorado abarcaba por lo menos un millón de hectáreas en la cima del golfo de California. Represas y retiros de agua, principalmente en Estados Unidos, hicieron que hoy llegue al golfo apenas un hilo de agua.
Y eso solamente durante los años húmedos, el último de los cuales fue 1997. El exuberante delta se convirtió en poco más que una superficie salada, hasta la construcción de un canal de drenaje de 56 kilómetros en 1977, para transportar aguas residuales salobres de origen agrícola desde los campos irrigados de Arizona.
Estas aguas son demasiado saladas para cumplir con la obligación de Estados Unidos de suministrar agua del río Colorado a México, tal como estipula el Tratado del Agua entre ambos países (1944).
Aunque son inadecuadas para los cultivos, comenzaron a crecer totoras (Typhaceae) y otras plantas típicas de los humedales, mientras 120.000 millones de litros de aguas residuales alimentaban los suelos anualmente. Así, una pequeña parte del delta renació.
«Aunque el agua ya no es más del río, la ciénaga se mantuvo relativamente saludable durante los últimos 30 años», dijo García Hernández. Reconociendo la importancia del área, en junio de 1993 el gobierno federal de México incluyó a la ciénaga en la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, de 162.000 hectáreas.
El delta también fue nombrado parte de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, y ahora Reserva de Biosfera de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Pero preocupantes niveles de selenio fueron hallados en algunos pájaros y peces de la ciénaga.
La planta de Yuma, de 250 millones de dólares (aunque algunos informes señalan 400 millones), podría empeorar las cosas. El gobierno comenzó a construirla en los años 70 para desalinizar el agua que ahora alimenta la ciénaga de Santa Clara, a fin de limpiarla para cumplir las obligaciones establecidas en el tratado.
En cambio, el bajo flujo de aguas residuales de la planta de Yuma, extremadamente salobres, fue a parar a la ciénaga. Y en 1992, cuando la planta fue terminada, altas corrientes del río Colorado fueron suficientes para proporcionar agua de baja salinidad que Estados Unidos debe proveer a establecimientos rurales y ciudades de México. Y los altos costos operativos mantuvieron clausurada la que entonces era la mayor planta mundial de desalinización.
Ahora, la sequía prolongada y las sedientas ciudades del sudoccidente hicieron renacer el plan. Organizaciones ambientalistas se opusieron durante mucho tiempo, así que resultó sorprendente que se les pidiera trabajar con agencias del gobierno y con la industria agrícola para hallar maneras de satisfacer las necesidades de los consumidores de agua estadounidenses y mexicanos sin dañar la ciénaga.
Así surgió el YDP/Cienega Workgroup, que exigió un programa de control científico para la ciénaga, ahora liderado por García Hernández.
Además, la planta de Yuma solamente operará a 10 por ciento de su capacidad durante tres meses esta primavera boreal, mientras García Hernández y sus colegas de México y Estados Unidos miden los impactos.
«Esto marca el comienzo del fin de una de las más amargas guerras del agua en el bajo Colorado», dijo Jennifer Pitt, de la no gubernamental Environmental Defense («defensa ambiental»), que participó en el Workgroup.
«Es un primer paso crítico en un esfuerzo binacional de larga data para evaluar sistemáticamente cómo afecta la variación en la cantidad y la calidad del agua a los ecosistemas del delta», dijo Flessa.
«Espero que esto sea un ejemplo de cómo pueden ser restaurados otros ecosistemas en el delta», apuntó García Hernández. «Después de todo, las especies no reconocen fronteras».
* El autor es colaborador de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 2 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.