Descubrirán en sus páginas las voces de miles de personas y grupos que en otros documentos fueron ignorados o condenados. Hallarán quienes sufrieron, crearon y gozaron construyendo el futuro libre. Algun dia los historiadores del futuro volveran su mirada sobre su pasado, sobre nuestro presente. Se sumergiran en los archivos de la memoria y descubriran […]
Descubrirán en sus páginas las voces de miles de personas y grupos que en otros documentos fueron ignorados o condenados. Hallarán quienes sufrieron, crearon y gozaron construyendo el futuro libre.
Algun dia los historiadores del futuro volveran su mirada sobre su pasado, sobre nuestro presente. Se sumergiran en los archivos de la memoria y descubriran la epoca doliente que nos ha tocado en mala suerte
Indagarán en documentos y registros informatizados, pero lo harán, sobre todo, en las hemerotecas. Allí encontrarán los testimonios de una época sangrante y dura. Quedarán sorprendidos de la variedad de versiones sobre un mismo acontecimiento y de cómo mentiras tan interesadas tuvieron que rendirse a la evidencia de un final inapelable. Pero toparán, ante todo, con el modesto testimonio de un periódico que desvelará realidades que otros pretendían ocultar. Y será el preferido de los estudiosos.
Descubrirán en sus páginas las voces de miles de personas y grupos que en otros documentos fueron ignorados o condenados. Hallarán la expresión de quienes sufrieron, crearon y gozaron construyendo el futuro libre de esos investigadores. Encontrarán historias de héroes humildes, de personas corrientes y excepcionales, anónimas y famosas, de historias de pasión y de dolor, de euforia y de tensión. Encontrarán la Euskal Herria vital de final del siglo XX sin censuras.
Y tropezarán también con la vileza de vascos traidores que intentaron impedir por todos los medios que aquellas páginas vieran la luz, siquiera, para sus coetáneos. Conocerán los nombres de consejeros y partidos que intentaron cerrar el periódico por medio de artes miserables y rastreras. Leerán los nombres de los sátrapas y de los enemigos de la libertad de expresión.
Y comprenderán que aquel periódico pertenecía a decenas de miles de personas y que sin él Euskal Herria habría sido diferente. Peor. Rematadamente peor: muda. Comprenderán entonces por qué quienes querían cerrar EGIN tuvieron como respuesta el puñetazo de la palabra orgullosa: EGIN ta EGIN.
Fermin Munarriz, periodísta de EGIN.