Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Declaración Universal de Derechos Humanos (Artículo 1.)
Los cuerpos de oficiales del ejército español heredaron de los siglos pasados una ideología extremadamente reaccionaria, clasista y muy alejada de las corrientes de pensamiento predominantes en la Europa de la Ilustración. Pensamientos que desembocaron en la Revolución francesa y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789.
Cerca de 160 años después, la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, proclamaba la Declaración Universal de Derechos Humanos como un ideal común para todos los pueblos y naciones.
Sin embargo, más de 230 años después de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, el ejército español sigue dominado por ideas religiosas tradicionales y actitudes retrógradas, que hunden sus raíces en los siglos XIX y XX. Esa ideología, predominantemente clasista, no sería tan preocupante de no estar vinculada a los numerosos golpes de estado reaccionarios, protagonizados por generales monárquicos a lo largo de los dos últimos siglos. No hace mucho un general en activo afirmaba públicamente que la disciplina militar está por encima de los derechos humanos.
El militar catalán Julio Busquets, compañero precursor y fundador de la Unión Militar Democrática (UMD), una organización clandestina de jóvenes oficiales disuelta al inicio de la inmodélica transición, fue un estudioso de la estructura social del ejército español. Su libro El militar de carrera en España, publicado en 1967, fue un estudio sociológico muy serio de la institución militar. Sin embargo, la dura represión ideológica que el Reino de España ejercía mediante su dictadura en todos los ámbitos de la sociedad, impidió que nuestro compañero pudiese ser más explicito, lo que no le salvó de un implacable acoso por parte de las autoridades militares y de los sectores más reaccionarios de las FAS.
Esta represión ideológica perdura lamentablemente, y es ejercida mediante la pervivencia de una Justicia Militar anacrónica, responsable de la expulsión del Ejército de nuestro compañero Luis Gonzalo Segura, un oficial ejemplar, autor de cuatro libros esenciales que esclarecen la verdadera naturaleza del ejército, hito histórico en el activismo democrático en el seno de nuestras Fuerzas Armadas, sin precedentes en la historia reciente. Otros compañeros sufren también acoso y persecución por su actitud democrática, entre ellos cito a Marco Antonio Santos Soto, cabo sanitario del ejército, expulsado recientemente por oponerse al manifiesto franquista contra la exhumación del dictador genocida Francisco Franco.
Veamos el porqué de esta situación.
Llegó el año 1974, y con él la revolución de los claveles en Portugal, que acabó con la dictadura en el país hermano, a los acordes de Grándola Vila Morena. Su desarrollo exitoso aglutinó en España a los escasos militares demócratas que, siguiendo el ejemplo de los capitanes portugueses, nos aprestamos a aportar nuestra modesta contribución al derrocamiento de la dictadura.
Sin embargo la realidad fluyó por otros derroteros.
Muerto el perro no se acabó la rabia. Las fuerzas de oposición a la dictadura pactaron con los sectores reformistas del régimen, bajo la tutela franquista del rey. Llegó el 15 de junio de 1977 y con él las primeras elecciones en relativa libertad. Días después se disolvía la Unión Militar Democrática y, un año después, proclamada la Constitución borbónica de 1978, se celebraban sus exequias al grito jubiloso de ¡La UMD ha muerto viva la Constitución!
Lo que ignorábamos aquel 26 de junio de 1977 es que los compañeros procesados de la UMD iban a ser excluidos de la Ley de Amnistía de 1977, que, por el contrario, amnistió a militares y políticos franquistas, muchos de ellos responsables de crímenes de lesa humanidad.
El actual Vicepresidente del Foro Milicia y Democracia (FMD), el entonces capitán de reactores José Ignacio Domínguez, portavoz en el exilio de la UMD, fue juzgado y condenado en Consejo de Guerra a finales de diciembre de ese mismo año, meses después de la promulgación de la oprobiosa Ley de Amnistía, redactada de forma torticera, pilar fundamental del régimen del 78. (1)
La democracia quedaba, pues, expulsada de los cuarteles. En su interior como en el exterior, se consolidaba un franquismo reformado, disfrazado de monarquía parlamentaria, es decir un Reino de España camuflado de “estado de derecho”.
Poco después del fin de la dictadura se producía, en los primeros años de la transición, el golpe del 23-F de 1981, propiciado por el rey. Su efecto inmediato fue la propagación de un terror irrefrenable en las filas de la izquierda política y social, que perturbó gravemente el rumbo del proceso democrático. Ese acto de terror afianzó el poder del rey que, blindado por su impunidad constitucional, continuó enriqueciéndose mientras las capas populares se debatían entre la precariedad y el temor a un nuevo golpe militar.
Años después, como respuesta al estallido popular del 15M, y su transformación en movimiento político, se inician las primeras maniobras del entorno económico, político y militar del rey, que han desembocado recientemente en Vox. Un partido muy peculiar, cuyo rancio nacionalismo ultra no es más que una estrategia para la liquidación de cualquier pretensión de avance de las fuerzas soberanistas y democráticas, utilizando una metodología que recuerda al ascenso del partido nazi en la Alemania de los años 20.
El primer indicio de ese proceso es anterior al estallido social del 15M. Se manifestó por una noticia que pasó desapercibida. El BOE del 5 de agosto de 2000 publicaba el ascenso a general de brigada honorífico de un coronel retirado, que había sido presidente de la Hermandad de la División Azul, reconvertida, una década después del golpe del 23-F, en «Fundación División Azul». (2)
Los méritos que subyacían a tal distinción honorífica eran incuestionables para el Sr. Trillo, ministro de defensa y para el gobierno del Sr. Aznar: se trataba de un militar de la Wehrmacht de la Alemania Nazi, a las órdenes de Adolf Hitler al que prestó juramento, siendo condecorado con la Cruz de Hierro alemana. Obviamente, esto no se explicitó en el BOE. (3)
Años después, en febrero de 2013, se produce otro hecho singular. El general de división Juan Chicharro, antiguo jefe de la guardia real y ayudante personal del rey, es objeto de un escandalo mediático provocado por una proclama ante numerosos generales, y políticos afines, en un selecto club de Madrid. (4)
Conscientes de la gravedad del suceso, dada la trayectoria profesional del citado general, un grupo de oficiales retirados y en la reserva funda el colectivo de militares republicanos ANEMOI. Uno de sus miembros, joven oficial del Ejército en activo, Luis Gonzalo Segura, alza su voz publicando su primer libro Un paso al frente, seguido de El libro negro del Ejército español y En la guarida de la bestia, analizando con enorme lucidez los entresijos del ejercito borbónico.
Como respuesta a su primer y segundo libro, el jefe del Ejército ordena su inmediato arresto. Finalmente, nuestro compañero es expulsado por una justicia militar cuya misión no es otra que dar forma seudojurídica a las decisiones arbitrarias de una cúpula militar cuya ideología, mayoritariamente de ultraderecha, ya no puede ocultarse por más tiempo.
Prueba de ello es la persecución implacable de los militares de tropa y marinería que intentan llevar a cabo la defensa de sus derechos fundamentales, como es el caso de los militares despedidos al llegar a la edad de 45 años. Movimiento reivindicativo que los generales de Vox, un grupo de señoritos al servicio del rey y de su clase, intenta fagocitar para controlar a soldados y marineros. Sin embargo, estos generales y almirantes nunca hicieron nada en favor de la “clase” de tropa y marinería, a la que desprecian por su origen social, cuyos intereses son antagónicos a la oligarquía financiera y terrateniente que detenta el poder efectivo y a la que estos generales se venden y representan.
El libro más reciente de nuestro compañero Luis Gonzalo, El Ejercito de VOX, establece por primera vez, desde el inicio de la transición, el carácter franquista del Ejército, y las relaciones del partido ultra: una relación clara, directa e irrefutable con las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil. (5)
De su lectura imprescindible se desprende, como conclusión evidente, que el surgimiento de Vox corresponde a una necesidad objetiva del régimen monárquico, cuya finalidad no es otra que el afianzamiento del poder del rey, frente a cualquier pretensión democrática que exceda los límites establecidos por el sistema. Por ello “cooptaron” a sujetos como Felipe González, para el control de la ideología interna de “sus” Fuerzas Armadas y el mantenimiento de la dictadura de clase que representa el rey.
No es creíble que esta situación pueda afrontarse con bobaliconas intenciones biempensantes, pues ya hemos tenido ocasión de constatar lo que ha dado de sí la modélica transición. Si en cuarenta años de transición, pretendidamente democrática, el ejército sigue siendo ultra es porque ha interesado a los gobiernos de turno, puestos al servicio de una clase social que no es la que dicen representar.
El ejército borbónico de Vox está dispuesto a acabar con las escasas libertades y derechos civiles arrancadas en la transición. Es un ejército ultraconservador que constituye una amenaza letal frente a cualquier gobierno que se atreva a llevar a cabo un programa social de cierto calado. Lo vimos en el 36, lo vimos en el Chile del presidente Allende, y allá donde la correlación fuerzas reaccionarias en el seno del ejército haya sido superior a la correlación de fuerzas progresistas coaligadas en gobiernos de unidad popular.
Unas Fuerzas Armadas controladas por los señoritos de Vox impediría cualquier cambio social efectivo a favor de las clases populares. En eso consiste la dictadura de clase. La segunda transición ha comenzado, el pueblo -en las calles, en las urnas y en sus centros de trabajo- tiene la palabra. Así de claro.
Referencias:
(1) La UMD y el golpe de Estado
(3) Ascenso a general de brigada honorífico
(4) “La patria vale más que la democracia”
Manuel Ruiz Robles. Capitán de Navío.