Casi mil manifestaciones en 82 países el 15 de octubre. Ese es el reto que afronta el 15-M, una piedra de toque para la consolidación y la internacionalización del movimiento. Cinco meses después de su sonada irrupción en la vida pública española, la gran mayoría de las voces del pensamiento y del mundo académico siguen […]
Casi mil manifestaciones en 82 países el 15 de octubre. Ese es el reto que afronta el 15-M, una piedra de toque para la consolidación y la internacionalización del movimiento. Cinco meses después de su sonada irrupción en la vida pública española, la gran mayoría de las voces del pensamiento y del mundo académico siguen creyendo en los ‘indignados’ y en su capacidad de transformar la sociedad y la participación ciudadana en la política. Para muchos de estos intelectuales, se trata de un proceso sin vuelta atrás, ocurra lo que ocurra hoy [por ayer].
– Balance del 15-M. ¿Qué ha logrado el 15-M hasta ahora y qué puede llegar a lograr en el futuro? ¿Cómo ha digerido la pérdida de visibilidad tras el fin de las acampadas?
El 15-M ha sacado a la politica del formol en el que se hallaba. Mejor dicho, le ha dado a muchos ciudadanos, -asqueados por los comportamientos de algunos politicos y partidos (corrupcion, traicion, arrogancia, despilfarros, etc.)-, una nueva esperanza. Ha hecho correr un viento fresco por el, a veces, nauseaundo ambiente politiquero. Y ha puesto el dedo en la llaga: dándole nombre y apellidos a los males de la Politica y de Espanya: crisis de la democracia representativa, dictadura de los mercados, abusos de los banqueros, connivencias de los medios, etc. Y, muy importante, ha propuesto soluciones concretas para salir de la crisis sistémica en la que estamos. El 15-M ha sido, por consiguiente, un formidable despertador social. Pero ve su dinàmica (ya disminuida por el ‘efecto verano’) absorbida actualmente por la energia de las elecciones generales (en Espanya) o presidenciales (en Francia) que vuelven a ocultar el movimiento social. Juega también en su contra, su propia desconfianza hacia la política y su rechazo de cualquier forma de organizacion perenne en un sistema que solo da cabida a los partidos.
– ¿El 15-M se la juega el 15-O? ¿Qué significado y qué perspectivas puede tener el proceso de mundialización de la protesta? ¿Podemos estar ante la gestación de un nuevo Mayo del 68?
Vivimos un tiempo de protestas. La crisis golpea, en todos los paises desarrollados, en particular a las clases medias y a los jóvenes que ven sus perspectivas de futuro derrumbarse. El desclasamiento es la gran amenaza. La juventud de hoy sabe que, aunque haya hecho mejores estudios que sus padres, vivirá en peores condiciones que ellos por primera vez desde la edificacion del Estado de Bienestar. Esto es un sentimiento mundial que va de Madrid o Barcelona a Nueva York, pasando por Londres, Tel Aviv, Santiago de Chile, Bogotá o Atenas. De hecho, ya estamos viviendo una suerte de Mayo del 68 rampante. Lo que reclaman en comun todos los protestatarios es que la politica vuelva a controlar a los mercados. El bienestar de la sociedad es más importante que las rentas de los accionistas. La gente quiere -simbolicamente- asaltar el Cuartel General para sacar de él a las Finanzas que han usurpado el rol de gobierno mundial. Denuncian la complicidad de los politicos que, valiéndose de su legalidad democratica, han traicionado al pueblo entregandole el poder a los financieros que nadie ha elegido. De hecho, bajo un aparente rechazo de la politica, hay un fuerte reclamo mundial de otra política más voluntarista.
– ¿Qué debe hacer el movimiento ante las elecciones ? ¿Debe hacer propuestas o mantenerse al margen? ¿Y después? ¿Deberá estructurarse como fuerza opositora o debe seguir siendo un magma?
En el seno del Movimiento hay como una repugnancia a integrarse a un sistema politico despreciado. Y ello se entiende. Pero sólo la politica cambia las cosas. Fuera de ella es la aventura, y nadie la desea. Hay que inspirarse pues de lo que se ha hecho en otras regiones donde se vivieron, no hace mucho, problemas semejantes. Me refiero a América Latina. Sin integrarse directamente en el juego politico, por lo menos en un primer tiempo, es posible organizar una gran movilizacion de todos los movimientos sociales para ir cambiando las reglas de juego; crear luego una nueva relación de fuerzas, una organizacion política de nuevo tipo (más democratica, más ofensiva, más popular) con un programa preciso de crítica del ultraliberalismo, estructurarse y ganar las elecciones para ir a una Constituyente. Es posible. Ha sido posible en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Paraguay, en Uruguay, en Venezuela… Lo importante es esto: con el 15-M el genio de la protesta popular se ha salido de la botella. Ya nadie lo hará regresar a su cubil.
Fuente: El Periódico de Catalunya, 15 de octubre 2011