Comunicado nº 15 del Colectivo Anemoi
La semana del 24 al 29 de Noviembre, los movimientos y organizaciones sociales agrupados alrededor de las Marchas de la Dignidad 22M han convocado unas jornadas de lucha y reivindicación bajo el lema de «pan, trabajo, techo y dignidad». Con estas jornadas y, especialmente, con las actividades de protesta y marchas simultáneas en las capitales de provincia en el día 29, se quiere poner de manifiesto una vez más, con la mayor rotundidad, el rechazo de la gran mayoría de los españoles a las desastrosas políticas neoliberales impuestas por los poderes económicos.
Mientras el estado de corrupción generalizada enciende las iras de los ciudadanos y ciudadanas, se trituran las conquistas sociales tan penosamente alcanzadas para restaurar los beneficios del gran capital, en riesgo por la enésima crisis sistémica inherente a la economía capitalista. Sus propuestas, formuladas hace décadas como el paradigma de un nuevo orden mundial, son una huida hacia adelante en la perpetuación de la apropiación global de la fuerza de trabajo por los dueños del capital y no conducen a otra cosa que al colapso del planeta y a la extensión de las guerras y los conflictos por la apropiación de los recursos y los mercados.
En este contexto, los partidos políticos responsables del consenso de la transición se han venido comportando como genuinos representantes y defensores de estos intereses en el plano doméstico, con absoluto desprecio por la legalidad republicana y sus numerosas conquistas sociales, truncadas por el golpe fascista del general Franco. En paralelo, han alineado su política exterior y su acción militar a la estrategia de los Estados Unidos y la OTAN, pretendiendo ignorar que se trataba de un gigantesco fraude a los pueblos en beneficio exclusivo del gran capital radicado en las metrópolis europeas y americana.
El ascenso de Podemos y la reciente celebración de la consulta soberanista en Cataluña ponen de manifiesto que el pacto social del 78 no da más de sí. Hay demasiados desgarros como para que los ciudadanos confíen en que unos costurones apresurados van a recomponer el muñeco. Los grandes intereses económicos han empezado a hacer ya sus componendas, en forma de relevos en la cabeza del estado y en gestos para distraer la atención sobre el fondo de la cuestión. Y van a seguir maquinando soluciones aparentes, incluyendo alguna reforma constitucional cosmética. Ello incluye la tolerancia con Podemos como alternativa no rupturista y una ya sugerida negociación entre las burguesías central y catalana a espaldas del auténtico promotor de la consulta: el pueblo catalán.
Es por ello esencial que el pueblo español se organice y mantenga una presión continua sobre los resortes del poder, evitando el riesgo de una nueva apropiación del discurso por las burocracias de los partidos, sean estos emergentes o aparentemente soberanistas. Las Marchas de la Dignidad trasladan a quien quiera entenderlo una exigencia de recuperación de la soberanía nacional frente a los dictados de la Europa del gran capital, a las guerras y operaciones de desestabilización planetaria promovidas por los Estados Unidos y de la oligarquía corrupta que medró al amparo del régimen fascista de Franco y que supo adaptarse a las formalidades democráticas para perpetuar su poder tras su muerte.
El Colectivo de militares republicanos Anemoi se adhiere a la convocatoria y hace un llamamiento a todos los ciudadanos para que presten un apoyo decidido a estas movilizaciones. Solo la lucha y la unidad popular podrán hacer frente al desastre.
Como un reflejo de la situación de zozobra y hastío generalizados, la Asociación Unificada de Militares Españoles ha convocado también una concentración el mismo día 29 en la ciudad de Madrid. Al igual que el resto de los ciudadanos españoles, el colectivo de profesionales de las Fuerzas Armadas, de todas las clases y condiciones, quiere poner de manifiesto ante todos sus conciudadanos y ante los poderes públicos, la situación de humillación permanente de que es objeto.
El Gobierno y los partidos del régimen del 78 están pulverizando la moral y el respeto de los profesionales de la milicia: una regulación de la carrera profesional que desdeña a los militares de tropa y no les ofrece un futuro digno; un régimen disciplinario que desprecia las libertades civiles de los ciudadanos soldados; la remilitarización de la Guardia Civil; el mantenimiento de una Justicia Militar supeditada al aparato de poder y las crecientes dificultades para ejercer los derechos de asociación, dicen bien a las claras de la intención de hacer del militar un instrumento eficiente de obediencia acrítica, como fetiche de la razón de estado última para el mantenimiento del status quo.
Todo ello en un contexto en el que aparecen día tras día nuevos casos de corrupción y abusos de los derechos más elementales, en especial, en lo que afecta a la condición de la mujer, en un clima de impunidad entre los mandos, muchos de los cuales consideran a la Fuerzas Armadas como un cortijo que les pertenece. Mientras tanto, el gobierno y los partidos del régimen del 78 coquetean con sus cúpulas y toleran sus desmanes, en un peligroso juego de insinuaciones sobre sus responsabilidades como garantes de la Constitución.
El pueblo español ha de saber que sus Fuerzas Armadas son mucho más que sus mandos que, herederos de una tradición fascista que el régimen del 78 ha sido incapaz de depurar, no ha permitido la reincorporación a sus filas de los comprometidos miembros de la UMD y que impide todo cuestionamiento de su papel durante la dictadura del general Franco, empezando por su terca negativa a permitir que se investiguen sus responsabilidades en los crímenes del franquismo .
Las Fuerzas Armadas son también las decenas de miles de soldados, suboficiales y oficiales que respiran los vientos del pueblo, que consideran que la lucha en defensa de la II República fue heroica y el primer capítulo de la guerra mundial contra el fascismo y que no van a tolerar que sean utilizadas para la perpetuación de los privilegios de unos pocos.
Hacemos pues un llamamiento, también, a todos los militares honrados para que se sumen a esta movilización en defensa de su dignidad profesional y de sus derechos como ciudadanos
Queremos por último subrayar la confluencia del sentido último de las dos movilizaciones que se anuncian, como una respuesta coherente ante los desmedidos embates de los grandes poderes económicos y financieros contra la depauperada ciudadanía; animamos por tanto a los ciudadanos a apoyar la movilización de los militares, así como a éstos a apoyar la de todos los ciudadanos.
Las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad son de todos los españoles, no de sus mandos y de los políticos en el poder. Cuando es a todas luces evidente la descomposición del régimen y su pérdida absoluta de legitimidad, va siendo hora de plantearse la desobediencia como una forma de obediencia al pueblo.
Hacemos un llamamiento a la contención y a la expresión pacífica. Los manifestantes no deben caer en provocaciones que sean utilizadas en descrédito del movimiento; por su parte, los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad deben mostrar su más exquisito empeño en garantizar el derecho fundamental a la concentración pacífica, en la conciencia de que expresa el deseo de los ciudadanos de lograr una pacífica convivencia: el enemigo es el mismo para todos.
¡Ciudadanos y soldados por la emancipación de los pueblos! ¡Resistencia contra el despojo y el desprecio! ¡Viva la unidad popular!
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