Más de un tercio de los accidentes laborales tienen su origen en los nuevos riesgos psicosociales, categoría que engloba los sobreesfuerzos físicos, los traumas psíquicos, el estrés, el ‘mobbing’, la falta de estabilidad laboral o la movilidad. Según los datos que aportaron el secretario general de Empleo, Valeriano Gómez, y el director del Instituto Nacional […]
Más de un tercio de los accidentes laborales tienen su origen en los nuevos riesgos psicosociales, categoría que engloba los sobreesfuerzos físicos, los traumas psíquicos, el estrés, el ‘mobbing’, la falta de estabilidad laboral o la movilidad. Según los datos que aportaron el secretario general de Empleo, Valeriano Gómez, y el director del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), Ángel Rubio, estos supuestos son responsables del 34,35 por ciento del total de los siniestros y han desplazado a los golpes contra cosas en movimiento o los aplastamientos, los principales causantes de accidentes hace años. Por otro lado, el Ministerio ha detectado una desaceleración en el ritmo de disminución de siniestros, que atribuyó en parte al proceso de regularización.
Los datos aportados, que forman parte de la nueva estadística trimestral que mide la incidencia de accidentes laborales por 100.000 habitantes, hablan de «un cambio muy importante en las condiciones de trabajo», explicó Rubio. Si hace años los principales causantes de accidentes eran los choques contra objetos en movimiento y los aplastamientos, hoy día lo son de orden psicosocial, que engloba los sobreesfuerzos físicos, los traumas psíquicos, el estrés, el ‘mobbing’, la falta de estabilidad laboral o la movilidad. Según Rubio, contra estos nuevos riesgos «sólo se puede luchar mejorando las condiciones laborales, lo que implica un nuevo concepto más ambicioso e integrador de la salud y seguridad laboral».
Desglosando los accidentes, en el caso de los siniestros mortales, casi el 30 por ciento tienen su origen en infartos, derrames cerebrales y otras patologías no traumáticas, mientras que el 24 por ciento se deben a colisiones o golpes contra objetos en movimiento.
Las muertes por aplastamiento contra objetos inmóviles suponen el 17 por ciento de los accidentes, frente al 18,3 por ciento de los fallecimientos causados por quedarse atrapado el trabajador o por haber sufrido una amputación de alguno de sus miembros.
Ayer se aportaron datos registrados entre abril de 2005 y marzo de 2006, cuando se registraron 6.223 siniestros por cada 100.000 trabajadores; es decir, 6,2 accidentes por cada 100 trabajadores. Aunque ello supone una reducción del 2,8% sobre el mismo periodo del año anterior, los datos superan en un 40% a la media europea (4.000 accidentes por cada 100.000 trabajadores). Entre los accidentes mortales, el índice bajó un 3,4%, si bien sigue ligeramente por encima de la media de la UE.
ACTIVIDADES DE RIESGO
Aunque los accidentes están bajando, en los dos últimos años su ritmo de descenso ha perdido intensidad. Una de las razones que, en opinión de Gómez, pueden haber contribuido a suavizar la reducción de la siniestralidad es el proceso de regularización de extranjeros, pues muchos de los inmigrantes legalizados están trabajando en actividades de riesgo.
«La expansión de la regularización ha producido un doble efecto: más afiliados y probablemente un incremento de los accidentes laborales», precisó. Para Gómez, lo importante es que en los próximos años se mantenga la tendencia de descenso que arrancó a partir del año 2000. Una de las medidas más inmediatas que emprenderá el Ministerio para incidir sobre las cifras de accidentes serán las visitas que la Inspección de Trabajo realizará a partir del mes de julio a 257 empresas de ámbito superior al autonómico.