Ecologistas en Acción presentó el miércoles en París, con motivo de la cumbre de cambio climático, un informe sobre los efectos del cambio en los recursos hídricos en España. Ecologistas en Acción ha elaborado un informe en el que se analiza cómo han evolucionado los recursos hídricos en España en los últimos 25 años a […]
Ecologistas en Acción presentó el miércoles en París, con motivo de la cumbre de cambio climático, un informe sobre los efectos del cambio en los recursos hídricos en España.
Ecologistas en Acción ha elaborado un informe en el que se analiza cómo han evolucionado los recursos hídricos en España en los últimos 25 años a causa del cambio climático, y cómo es previsible que sigan evolucionando si sigue la tendencia actual
Los resultados del trabajo son realmente preocupantes. La combinación de la reducción de las precipitaciones y, muy especialmente, la subida de las temperaturas que se está produciendo han generado una reducción media del volumen de agua que va a parar a los cauces de más del 20% en tan sólo 25 años.
El descenso se ha producido en todas las cuencas, aunque ha sido especialmente importante en la cuenca del Segura, con una reducción del 38%, seguida del resto de las cuencas mediterráneas.
Todo apunta a que esta tendencia se acentuará en los próximos años. Sin embargo, según el informe, la demanda seguirá creciendo, pues los planes hidrológicos recientemente aprobados prevén un incremento neto del consumo para los próximos años del 10%, debido mayormente al aumento previsto en la superficie de regadío.
Todo ello conduce necesariamente, a juicio de Ecologistas en Acción, a un auténtico colapso hídrico, de gravísimas consecuencias medioambientales, sociales y económicas.
Dado que más del 80% del consumo de agua en España se lo llevan los cultivos de regadío, para poder recuperar un cierto reequilibrio hídrico, sería necesario no solo no crear nuevos regadíos, sino reducir la superficie existente de los más de 4 millones de hectáreas, a un máximo de 3-3,2 millones de hectáreas.
Este reajuste tendría que ir acompañado de una reducción sustancial de la emisión de gases de efecto invernadero pues, en caso contrario, habría que seguir incrementando el regadío en años sucesivos.