El presidente de Venezuela agitará más la Cumbre Latinoamericana con una llamada a la cooperación que no tenga como eje los beneficios empresariales y que se base en el intercambio solidario. Nada de retórica porque el ALBA como alternativa a la globalización neoliberal ha avanzado mucho en acuerdos concretos durante los últimos meses. El ALBA […]
El presidente de Venezuela agitará más la Cumbre Latinoamericana con una llamada a la cooperación que no tenga como eje los beneficios empresariales y que se base en el intercambio solidario. Nada de retórica porque el ALBA como alternativa a la globalización neoliberal ha avanzado mucho en acuerdos concretos durante los últimos meses. El ALBA se ha venido aplicando en los convenios de cooperación e intercambio solidarios entre Venezuela y Cuba -médicos por petróleo a precios preferenciales, por ejemplo- pero también con los acuerdos petroleros de Petrocaribe, y el presidente Hugo Chávez tiene interés en avanzar en esta dirección con Argentina y Brasil. La Administración Bush, por otro lado, amenaza a los países que desarrollen la cooperación con Venezuela o se sumen a la ALBA con «considerar» que apoyan al terrorismo internacional. Después del éxito de Cuba -garantizado por su coherencia política y social, por los cambios políticos en el subcontinente y por la alianza estratégica con la bolivariana Venezuela- Chávez, y no Zapatero, le dará la puntilla a la Cumbre de la retórica y, sobre todo, a la América de la obediencia al Imperio.
El dirigente bolivariano resaltará la necesidad de que América Latina se libere de la intervención imperialista de los Estados Unidos, y denunciará su injerencia continua en apoyo de los grupos golpistas y de las acciones desestabilizadoras en su país.
La concepción integracionista de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), como mecanismo de cooperación entre estados y pueblos más que de ganancia comercial, entrará hoy en el escenario de la Cumbre Latinoamericana. Los aplausos están asegurados gracias al enorme trabajo político que han desarrollado Venezuela y Cuba en los últimos meses, pero también a las necesidades objetivas de los pueblos del continente que encuentran el peor enemigo para su satisfacción en la política imperialista de EEUU materializada en el Tratado de Libre Comercio, y en la presión intervencionista contra las políticas sociales de algunos gobiernos.
Hoy puede darse por fracasada el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que buscaba tornar irreversibles las reformas neoliberales, y que representa el modelo imperial de los EEUU, pero también el de la Unión Europea y el del gobierno español en apoyo de las trasnacionales españolas que han participado muy activamente en el expolio del patrimonio colectivo de muchos países de América Latina. Los casos de Argentina y Bolivia pueden considerarse ejemplares de esta «intervención» subimperialista apoyada por los sucesivos gobiernos del PP y del PSOE.
Como contrapartida la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) propone una integración solidaria, que no tenga como centro la ganancia de las empresas. Es un nuevo modelo que busca disminuir y suprimir las asimetrías entre los países de la región, con la lucha contra la pobreza como objetivo prioritario, y la búsqueda de mecanismos de valoración de bienes y servicios que favorezcan el intercambio de los países más pobres.
Las presiones norteamericanas, como resaltará Chávez con toda seguridad, intentan evitar a toda costa la creación de una estructura petrolera como esqueleto de una cooperación solidaria que margina los «sagrados principios del Mercado». El ALBA es, sin embargo, no sólo es una declaración de principios sino también -y ahí reside el peligro para Washington- una alternativa real para los países imposibilitados de pagar la gigantesca factura petrolera, y de sobrevivir bajo «el principio moral» del «libre comercio» que ha proclamado como dogma y mandamiento el gran enemigo del Norte.
Ante la cólera de los Estados Unidos, y la perplejidad un tanto bobalicona de Zapatero, Chávez traerá a la Cumbre un intento serio para la puesta en marcha de un proyecto basado en la soberanía, la unidad latinoamericana, y los intereses populares.
Ese proyecto -concebido y creado por Venezuela y Cuba-, que es capaz de intercambiar petróleo por alimentos o por servicios médicos en cantidades fijadas por las posibilidades y necesidades de cada pueblo, o a precios no establecidos por el mercado neoliberal sino por un espíritu de cooperación, tiene un inmenso futuro que será ignorado por los «analistas» de Falsimedia.
Será también enmascarado pero ya no negado por muchos de los políticos presentes en Salamanca.