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Como puede el parlamento desempeñar una parte revolucionaria en la transición al socialismo y el papel de las masas populares

El asalto al Parlamento

Fuentes: Rebelión

Resumen y comentario introductor de Malime sobre el informe realizado por Jan Kozak miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco.1

Es una invitación para preguntarse cómo fue posible que se viniera abajo aquella experiencia, producto de la coordinación de la lucha popular «desde abajo» y en las instituciones del Estado burgués «desde arriba», que tanto preocupó en el occidente capitalista; cómo la presión revolucionaria «desde abajo» ejercida por los trabajadores, una vez conseguido el socialismo, se convirtió en presión antisocialista durante la llamada «Primavera de Praga» en 1968, sofocada en agosto mediante la intervención de los tanques «soviéticos». Tal vez porque se intentó perfeccionar el Estado, y, como dicen, «hacer del parlamento un espejo«, en vez de destruir todo el aparato estatal burgués con su falsa división de poderes; y porque no se comprendió el significado, en el fondo y en la forma, del proletariado organizado como clase dominante en el Estado alternativo que era aquella forma de democracia participativa desde «abajo a arriba», que se experimentó ya desde la lucha anticapitalista, y que tan buenos resultados dio; lo que habría impedido la necesidad del Estado ¡»desde arriba»! (¿Estado socialista colgado del cielo?, a semejanza de la interpretación interclasista burguesa), que da lugar al socialismo burocrático, en lugar de impulsar hacia delante la conquista del socialismo.

EXTRACTO DE LA NOTA DE FRAGA IRIBARNE 2

Hoy el mundo es objeto de una empresa gigantesca: la del comunismo empeñado en una conspiración y una conquista, a la escala mundial. No es la única fuerza que presiona sobre nuestras sociedades, y sería injusto pretenderlo, ni servirse de ella como excusa cómoda para nuestros errores; pero sería ciego no reconocer que su estrategia global se extiende a todos los órdenes del pensamiento y de la acción, en lo político, en lo económico, en lo militar. Toda ingenuidad puede pagarse cara, y todo error ser irreparable.

El presente texto, que habla por sí solo, es un eficaz aviso a incautos, de los que creen en la vuelta al siglo pasado; no se entere quien no quiera.

EXTRACTO DEL PRÓLOGO LORD MORRISON

En 1948, después de un periodo de libertad relativamente corto, que siguió a seis años de opresión y ocupación nazi, Checoslovaquia, generalmente considerada como la democracia más próspera de la Europa Central durante el espacio comprendido entre las dos guerras mundiales, cayó bajo la «dictadura comunista»…

…cómo fue posible derrocar, en el término aproximado de una semana, un régimen parlamentario que actuaba con una mayoría no comunista basada en principios democráticos…

…nos hallamos ahora ante el testimonio de un «parlamentario» comunista que habla sin ambages de «La Posible Transición al Socialismo» (léase Comunismo) y de «la Actuación de las Masas Populares» en el cumplimiento de sus fines revolucionarios. En otras palabras, este documento abriga la intención de servir de guía a todo aquel que quiera conspirar contra cualquier régimen democrático, y que -incluso después de la lección de Praga- sea lo bastante insensato para exponer su procedimiento parlamentario a la subversión comunista.

El valor de este documento reside en la descripción detallada y en las explicaciones sobre este o aquel movimiento táctico del comunismo en su puja por el poder. Los comunistas apoyaron el procedimiento parlamentario porque, con el propósito de derrocar el régimen democrático, era necesario transformar el carácter del parlamento en «una de las palancas impulsoras de la consolidación y ulterior desarrollo revolucionario». (…) Los comunistas dominaban la técnica de cómo una minoría revolucionaria puede superar en astucia y dejarla atrás, para acabar por hacerla impotente, a la mayoría democrática «que contaba con superioridad numérica en los organismos decisivos investidos de poder» y que se encontró súbitamente incapaz de detener la revolución comunista.

Los innumerables detalles de la revolución, espectacularmente descritos en este documento, lo convierten no sólo en fascinante lectura política, sino también, y sobre todo, en importante lección política.

El objeto de la presente traducción es que ésta pueda constituir un aviso y una indicación de lo que puede esperarse de quienes trabajan en sus propios países a favor de la conspiración comunista internacional contra la Democracia Parlamentaria.

JAN KOZAK

 

Los clásicos del marxismo-leninismo nunca cesaron de señalar que la inexorable transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista, no excluye, sino que presupone, la posibilidad de varias formas y caminos para la revolución proletaria. V. I. Lenin, en particular, iluminó esta seria cuestión de manera plena y sistemática. Mientras vivió, la revolución proletaria se convirtió en el objeto inmediato del día. En sus trabajos teóricos y, concretamente, en su actividad práctica partió del principio de que las formas de transición hacia el socialismo dependen del equilibrio específico entre las fuerzas de clase internacionales e internas, del grado de organización del proletariado y de la burguesía, de la capacidad para ganar aliados, del nivel de la estructura económica y de las tradiciones políticas y formas de las organizaciones.

Desde el momento en que la Gran Revolución Socialista de Octubre rompió las cadenas del imperialismo y cedió el poder al relativamente débil proletariado de las nacionalidades de la retrasada Rusia, profundos cambios objetivos y subjetivos comenzaron a operarse en el mundo.

En cierto número de países capitalistas y dependientes late todavía la fuerza enorme, pero aún dispersa, de las amplias masas populares. En esta situación, la clase trabajadora de estos países se enfrenta con la tarea de ocupar un puesto firme a la cabeza de la lucha por los intereses nacionales y democráticos de sus naciones respectivas, de unificar su lucha por el socialismo y de crear bajo su dirección un movimiento popular antiimperialista unido y poderoso.

«El patriotismo -proclamó V. I. Lenin- es uno de los más hondos sentimientos enraizados con más firmeza en los corazones de las gentes durante cientos y miles de años, a partir del instante en que sus patrias empezaron a existir por separado. Podría decirse que una de las mayores dificultades -tal vez la dificultad excepcional- por la que tuvo que pasar nuestra revolución proletaria fue el período de agudos conflictos con el patriotismo durante la etapa de la paz de Brest-Litovsk» (V. I. Lenin, Obras volumen 28, Ed. checoslovaca 1955, pag. 187)

Las nuevas condiciones -que son la consecuencia de los profundos cambios objetivos y subjetivos operados en el mundo- crean también nuevas oportunidades y perspectivas para la revolución socialista,… ha surgido la oportunidad para la clase trabajadora de colocarse firmemente a la cabeza del gran movimiento popular… por la democracia, la paz y el socialismo… para conquistar una mayoría decisiva en el parlamento, y para transformarlo, de un órgano de la democracia burguesa, en un órgano de poder para la democracia del pueblo trabajador, en un instrumento directo de poder para el desarrollo pacífico de la revolución socialista.

Asimismo, nuestra experiencia proporciona una notable prueba práctica de que es posible transformar el parlamento, de un instrumento de la burguesía, en un instrumento de la voluntad democrática revolucionaria popular y en un instrumento para el desarrollo de la revolución socialista.

Cuando los imperialistas alemanes ocupantes, ayudados por la traidora burguesía doméstica y con el consentimiento de las potencias imperialistas occidentales, destruyeron la libertad e independencia nacionales checoslovacas en 1938 y 1939, el Partido Comunista de Checoslovaquia (PCC), se colocó en cabeza de la lucha para la liberación nacional por los pueblos Checo y Eslovaco. Siguiendo la política del Frente Popular a que dio lugar la defensa de la República contra el fascismo interior y exterior, formó,… un amplio Frente Nacional en el que estaban representados e integrados, bajo la dirección de la clase trabajadora y al lado de ella, campesinos, comerciantes, intelectuales y parte de la burguesía checa y eslovaca.

En esta lucha, la clase trabajadora, dirigida por el PCC, se convirtió en la reconocida fuerza impulsora de la nación; se consolidó su unidad de acción, mientras se debilitaba la influencia del reformismo que la había fragmentado en los años de la república anterior a Munich.

La clase trabajadora constituyo la fuerza principal en el nuevo gobierno revolucionario democrático (el llamado Gobierno Kosice) y en los comités nacionales, los nuevos organismos del poder estatal creados desde abajo por las masas revolucionarias. El programa para la creación de la república liberada, que había sido elaborado y expuesto por los comunistas y que se convirtió en el programa del gobierno, fue rápidamente llevado a cabo por la actividad revolucionaria de las masas populares. Su realización originó en el país cambios de largo alcance en el terreno económico, político, social y cultural. De los puntos políticos de este programa, los siguientes fueron los más importantes: la eliminación, dentro del aparato estatal, de los miembros básicos de la vieja burguesía opresora y la toma del poder por los comités nacionales, la creación de un nuevo sistema de seguridad y de un nuevo ejercito popular, la prohibición de resurrección de los partidos políticos que habían representado a la alta burguesía traidora,…

Entre las medidas económicas, he aquí las más sobresalientes: la transferencia de toda la propiedad enemiga, la de la propiedad de la alevosa alta burguesía y de otros traidores, bajo la administración nacional de las nuevas autoridades populares, la transferencia de las tierras pertenecientes a estos enemigos y traidores a propiedad de personas desprovistas de tierras, arrendatarios y pequeños propietarios de la clase trabajadora.

Sin más tardar, a finales del verano de 1945, después de haberse llegado a un acuerdo entre los partidos políticos del Frente Nacional, se eligió la Asamblea Nacional Constituyente, mediante la celebración de elecciones generales, secretas, directas y justas. La composición del Parlamento quedó fuertemente afectada por el resultado de la revolución y por las enseñanzas prácticas de las masas trabajadoras durante el curso de la revolución victoriosa. De los ocho partidos políticos que formaban parte del Frente Nacional de checos y eslovacos en el tiempo de las elecciones, el Partido Comunista surgió, con enorme diferencia, como el más fuerte. Obtuvo más del 40 por 100 de los votos en las tierras checas y, con el Partido Comunista de Eslovaquia, el 38 por 100 de los votos totales registrados en el Estado. El Parlamento y, con él, la lucha entre la clase trabajadora y la burguesía sobre su papel a desempeñar y su carácter entraron en la historia del desarrollo democrático popular de Checoslovaquia. La clase trabajadora, cuya lucha había hecho posible que esta institución pudiera ser restablecida, dedicó sus esfuerzos al parlamento como una de las prominentes tradiciones políticas y forma del pasado, para transformar su carácter (literalmente: su «content». Nota del traductor inglés), para convertirlo, de un instrumento de la clase trabajadora, en una de las palancas motrices del ulterior desarrollo y consolidación de la revolución, como instrumento directo para la construcción socialista del país. La burguesía, por otra parte, se esforzaba por que el Parlamento fuera revisado en su viejo contenido -parlamentarismo burgués-, y trató de utilizarlo para detener la revolución, demoler sus realizaciones, consolidar y ampliar sus antiguas posiciones de poder político y económico y preparar la restauración de su antiguo mando y dictadura.

Esta lucha tuvo lugar durante el periodo de 1946-1948.. En el curso de estos años, la clase trabajadora, conducida por los comunistas, hizo uso efectivo de todas sus viejas formas de combate empleadas en el Parlamento por los partidos obreros revolucionarios, aunque ajustadas a las nuevas condiciones; y, al mismo tiempo, encontró otras formas de lucha. Con la ayuda del Parlamento, que fue utilizado por la clase trabajadora -como forma de «presión desde arriba» y por su efecto sobre el crecimiento de la «presión desde abajo»- para profundizar la revolución y para la transformación gradual, pacífica e incruenta de la revolución nacional y democrática en una revolución socialista, la burguesía fue expulsada, paso a paso, de toda participación en el poder. Esta gradual e incruenta expulsión de la burguesía fuera del poder y la expansión constitucional absolutamente legítima del poder de la clase trabajadora y del pueblo trabajador se vieron coronadas en febrero de 1948 por la solución parlamentaria de la crisis gubernamental maquinada por la burguesía. Definitivamente se concedió pleno poder a la clase de los obreros, y el Parlamento, como uno de los instrumentos de ese poder, comenzó sin tardanza a servir la transformación socialista del país.

El Parlamento, que había desempeñado un importante papel en la vida política, económica, social y cultural de la Checoslovaquia capitalista anterior a Munich, que había alumbrado y creado un número de tradiciones burguesas, democráticas y parlamentarias entre amplios sectores de la población, sufrió un cambio. La forma se conservó, pero el contenido fue diferente. Nuestro pueblo trabajador, conducido por los comunistas, demostró prácticamente durante los años de 1945-1948 que es posible transformar el Parlamento, de un órgano de la burguesía, en un instrumento creador de medidas democráticas conducentes al cambio gradual de la estructura social, instrumento directo para la victoria de la revolución socialista.

Este hecho, juntamente con las experiencias similares obtenidas por otros partidos comunistas y trabajadores, condujo a la posibilidad de considerar factible la transición de algunos países del capitalismo al socialismo, mediante el uso revolucionario del Parlamento… la posibilidad real de formar un gobierno de amplias fuerzas democráticas en torno a la clase trabajadora, confiando en la actividad revolucionaria de las masas. Tal gobierno puede instituirse sin lucha armada, por medios pacíficos. Su establecimiento sería equivalente en la práctica al del poder popular revolucionario democrático… El objeto que perseguiría esta nueva fuerza, cuyo núcleo estaría formado por la clase trabajadora, sería la utilización del Parlamento para la consolidación y ahondamiento de los verdaderos derechos democráticos y para el desarrollo más o menos rápido de la revolución socialista. (Esta fue, aproximadamente, nuestra tarea en los años 1945-1948.) El uso del mismo Parlamento para la transferencia del poder total a las manos de la clase trabajadora, el rápido progreso y el orden de las tareas revolucionarias serían, sin embargo, idénticos a los múltiples métodos de la lucha, y se corresponderían siempre con la clase específica y con las condiciones históricas.

(en referencia a las condiciones de la época, decía Kozak) …existen condiciones fundamentales generalmente válidas, para la posibilidad de un uso revolucionario del Parlamento en la ruta hacia el socialismo. Su esencia es revolucionaria y debe diferenciarse claramente de la concepción reformista de los fines y utilización del Parlamento. Nuestra propia experiencia checoslovaca ha contribuido también a la generalización y demostración práctica de la validez de estos principios.

El más importante de éstos reside en la necesidad de combinar la actividad revolucionaria del Parlamento con el desarrollo sistemático y la organización de actividades revolucionarias por parte de las amplias masas populares.

I

La combinación de «la presión desde arriba» con la «presión desde abajo». Una de las condiciones elementales para la utilización revolucionaria del Parlamento.

Una condición preliminar para llevar a cabo cambios sociales fundamentales y hacer viable la utilización del Parlamento como elemento de transformación de la sociedad capitalista en socialista, es: a) luchar por una firme mayoría parlamentaria que asegure y desarrolle fuerte presión desde «arriba», y b) procurar que esta firme mayoría parlamentaria se apoye en la actividad revolucionaria de las amplias masas trabajadoras que ejercen presión desde «abajo». Condición elemental del éxito es, por consiguiente, la combinación de la presión desde «arriba» con la presión desde «abajo» y su efecto conjunto sobre el desarrollo y potencia de la revolución. Esta conexión de la forma de lucha desde «arriba» con la forma de lucha desde a»abajo» deviene del principio de que las cuestiones relativas a la lucha de clases (y, sobre todo, la revolución social) se deciden y pueden ser decididas por la mera fuerza. La presión desde «arriba» es la combinación de las medidas previas que preparan las condiciones para la creación y organización revolucionaria y de su agresividad e ímpetu.

 

II

a) Sobre las cuestiones del empleo de la presión desde «arriba».

La posibilidad y la necesidad de utilizar presión táctica desde arriba en la etapa de la revolución democrática fue puesta de relieve por los clásicos del marxismo-leninismo. En 1873, F. Engels criticó a los nihilistas españoles (Bakuninistas, literalmente. Nota del traductor inglés) por no hacer uso de la presión desde arriba en el desarrollo de la revolución democrática. En 1905, V. I. Lenin proclamó:

1. Restringir, como principio, las acciones revolucionarias a la presión desde abajo y renunciar a la presión desde arriba, es anarquismo.

2. Quien o pueda entender las nuevas tareas en la era de la revolución, la tareas de la acción desde arriba; quien no pueda declarar las condiciones y el programa para tales acciones, ese alguien no tiene idea alguna sobre la misión del proletariado en toda revolución democrática.

3. El principio de que no es admisible que la democracia social (esto es, el partido revolucionario del proletariado) tome parte, junto con la burguesía, en un gobierno provisional revolucionario, y de que toda participación de ese tipo debe ser considerada como traición a la clase trabajadora, es un principio de anarquismo. (V. I. Lenin, «Obras», vol. 8, edición checa, 1954, pág. 477).

Los bolcheviques tenían que haber participado el año 1905 en el proyectado gobierno provisional revolucionario en la revolución democrática burguesa de Rusia con este objeto: dirigir una lucha sin preocupación de ningún género contra todos los esfuerzos contrarrevolucionarios y proteger los intereses independientes de la clase trabajadora. El carácter general de la participación en este gobierno fue: no perder de vista, ni un solo momento, la realización de un acabado golpe socialista.

La presión desde «arriba» es, por consiguiente, la presión de un gobierno revolucionario, del Parlamento y de otros órganos del poder en el aparato estatal o en parte del mismo, y tiene, en sustancia, un doble efecto: la supresión directa, por el poder, de la contrarrevolución y sus maquinaciones y, al mismo tiempo, el ejercicio de la presión sobre los ciudadanos, incitándoles y organizándolos para la lucha por un ulterior desarrollo de la revolución. Lección importantísima para el conjunto del movimiento internacional obrero (y, por ello también para nuestro Partido) fue la extraída de la experiencia sufrida durante la época del Frente Popular en España y Francia. El ejemplo de España mostró particularmente que, como resultado de la debilidad de los comunistas no se colocaron a la cabeza del movimiento total, la presión desde «arriba» se vio debilitada. El gobierno republicano, cuya fuerza principal eran los liberales, se negó a satisfacer las demandas de los comunistas que presionaban para limpiar de generales fascistas al Ejercito. De este modo, el Ejército se conservó para la contrarrevolución, el mismo ejército que más tarde se convirtió en la fuerza principal del victorioso levantamiento contrarrevolucionario.

Nuestra clase trabajadora y el Partido Comunista Checoslovaco extrajeron valiosa experiencia del curso de la lucha desde «arriba» y de las varias formas de aplicación en las nuevas condiciones. ¿Cuales fueron las formas principales de presión «desde arriba» aplicadas en el período de transformación de nuestra revolución nacional democrática en una revolución socialista?

LA PRIMERA DIRECCIÓN dada a la presión «desde arriba», y que nuestra clase trabajadora aplicó desde su posición de poder en los órganos y conexiones recién formadas del aparato estatal democrático del pueblo, fue una lucha sistemática contra los enemigos, los traidores y los colaboradores. Gradualmente, al transformarse la revolución nacional y democrática en socialista, la presión desde «arriba» se aplicó en una medida continuamente creciente para la supresión directa y la destrucción de las maquinaciones contrarrevolucionarias de la burguesía.

… el Ministerio de Agricultura completó rápidamente, por medio de las llamadas «comisiones ambulantes» (literalmente: comisiones volantes. Nota del traductor inglés), la confiscación de la tierra de los enemigos y traidores, saboteada por la burguesía en el otoño de 1946. Los comités nacionales organizaron en otoño de 1947 las «Comisiones Especiales de la Alimentación», que descubrieron las existencias ocultas mantenidas por los terratenientes y «kulaks» y que así contribuyeron, en gran medida, al aislamiento de éstos. En diciembre de 1947, los organismos dependientes del Ministerio de Comercio Interior, controlado por los comunistas, descubrieron un extenso mercado negro en el comercio textil organizado por la burguesía, y liquidaron prácticamente todo el negocio capitalista privado de ventas textiles al por mayor, estableciendo los centros estatales de distribución textil.

Los organismos detentadores del poder y los componentes del estado controlado así por los comunistas se convirtieron en palancas excepcionalmente eficaces para la defensa de las realizaciones revolucionarias del pueblo y para el posterior avance de la revolución. Ellos hicieron posible la supresión directa de los elementos burgueses contrarrevolucionarios (con el fin de dejar sin efecto su sabotaje y subversión). Ellos contribuyeron de forma sobresaliente al aislamiento de la burguesía, dieron ímpetu a la determinación revolucionaria y a la autoconfianza de las masas trabajadoras, formando así un poderoso apoyo y una importante fuerza de empuje para la revolución.

EL SEGUNDO PASO de la presión «desde arriba», emprendido con éxito por nuestra clase trabajadora, fue la utilización de los órganos detentadores del poder (el gobierno, parlamento, comités nacionales) para crear una amplia popularización de las demandas y «slogans» revolucionarios. Así, por ejemplo, el gobierno aprobó el «Programa de Construcción» elaborado por los comunistas, que era, en esencia, un programa para la ulterior transformación de la revolución democrática en una revolución socialista. Su aprobación fue de inmensa importancia, ya que el programa de las próximas medidas político-económicas para el avance de la revolución, elaboradas por los comunistas, se convirtió en el programa del gobierno entero. Esto permitió más tarde a la clase trabajadora el descubrir todos los intentos realizados por la burguesía para frustrarlo, como evidencia de la política antipopular y traidora de la burguesía, sirviendo también este descubrimiento para aislar a sus exponentes políticos. Al mismo tiempo, debido a la circunstancia de que la demandas y recomendaciones revolucionarias eran patrocinadas directamente por los órganos del Estado, tanto más como otras confirieron un incentivo excepcionalmente eficaz a la iniciativa revolucionaria de las masas. Ejemplos de los resultados de largo alcance en el estrechamiento de las filas de las masas trabajadoras en torno a los «slogans» del partido fueron: la propuesta de los comunistas en el gobierno de recomendar la introducción del embargo de bienes de los millonarios («Millionaries Levy»), los anteproyectos de las leyes agrícolas elaboradas por el Ministerio de Agricultura, controlado por los comunistas, y sometidas a los campesinos trabajadores para su correspondiente comentario, etc. El hecho de que tales demandas y recomendaciones emanaran directamente de los más altos organismos del Estado tuvo una fuerte influencia en su popularización y dio un ímpetu extraordinariamente poderoso al impulso revolucionario de las masas, que presionaron por su realización. (Así, por ejemplo, el aviso para el registro preliminar de todas las tierras de una superficie superior a 50 hectáreas, publicado por el Ministerio de Agricultura en el curso de la lucha por el cumplimiento de la tercera fase de la reforma agraria democrática popular, tuvo por efecto que los campesinos trabajadores de todos los pueblos comprobaran, cuando el registro fue realizado, qué tierra estaba fuera de su alcance y en qué cantidad existía. Esto les permitió concebir la posibilidad de apoderarse pronto de ella y produjo, por consiguiente, el efecto de que se adoptase una postura mucho más resuelta y decisiva en favor del cumplimiento de la reforma propuesta.)

Esta dirección dada a la presión «desde arriba» sirvió, por lo tanto, de una manera particular para la popularización de las demandas y «slogans» de la política de los comunistas, concebida para lograr un rápido progreso de la revolución, y sirvió, asimismo, para la educación y organización revolucionaria de las masas.

LA TERCERA MEDIDA. Una forma extraordinaria, importante y excepcionalmente eficaz de la lucha «desde arriba» residió en la utilización de posiciones de poder político-económico, especialmente la nacionalización de los bancos, de la banca, de las grandes industrias y de las industrias clave. Las posiciones de poder económico de la clase trabajadora, representadas por el sector nacionalizado de la economía del país, fueron una palanca poderosa para el desarrollo de la presión «desde arriba», que permitió la supresión y paralización, en medida considerable, de las intrigas contrarrevolucionarias encaminadas a producir la recesión y el caos económicos. Por otro lado, estas posiciones permitieron ejercer «presión» sobre los ciudadanos y sobre amplias masas del pueblo trabajador. La rápida expansión de la producción nacionalizada y la resultante elevación en el nivel de vida del pueblo trabajador ofrecieron ejemplos precisos que evidenciaron las ventajas de una producción nacionalizada y, en sustancia, controlada y dirigida por la clase trabajadora; elevaron la determinación y autoconfianza revolucionarias por parte del pueblo trabajador y contribuyeron así a un aislamiento todavía mayor de la burguesía.

LA CUARTA DIRECCIÓN dada a la presión «desde arriba» residió en la utilización de los órganos detentadores del poder para el descubrimiento directo de la política antipopular de la burguesía y para el aislamiento de la dirección burguesa reaccionaria de los otros partidos del Frente Nacional.

Todos los organismos investidos de poder (comités nacionales, Parlamento, Gobierno) se convirtieron en lugares para la clase trabajadora y en ellos se sacaba a la luz pública la política antipopular de la burguesía y sus partidos. Los comunistas hicieron uso de estos órganos para la afilada crítica dirigida contra los otros partidos y sus representantes, crítica que se basaba en los conceptos de inconsistencia y obstruccionismo en relación con el desempeño de las tareas aceptadas en el programa (en el Parlamento, por ejemplo, la crítica y el descubrimiento de la actividad antipopular del Ministerio de Justicia, que estaba controlado por el partido Nacional Socialista; el descubrimiento de la inactividad obstruccionista del Ministerio de la Alimentación, controlado por el derechista social-demócrata Majer, etc.). Al mismo tiempo, estos órganos detentadores del poder fueron utilizados para la presentación de demandas y propuestas ulteriores en favor de la clase trabajadora; y, de esta manera, la burguesía y sus paniaguados se vieron obligados a la aceptación de esas demandas y propuestas o a mostrar abiertamente su postura contra el pueblo. (¡Qué importante fue, para el aislamiento de la dirección burguesa de los otros partidos del Frente Nacional, la sola propuesta del embargo de bienes de los Millonarios, presentada por los comunistas al gobierno, en 1947, y rechazada al principio por su mayoría!)

Estas revelaciones se dirigieron especialmente a los partidos que declaraban ser socialistas por su nombre y «slogans», en particular al Partido Nacional Socialista y al ala derecha del Partido Social Democrático. Sus falsos «slogans» y su concepción burguesa del socialismo fueron desenmascarados a la par que su actividad concreta dentro de los organismos del poder, y su «capa socialista» les fue rasgada ante los ojos del pueblo trabajador.

Todas las formas y actividades básicas concernientes a la «presión desde arriba» y empleadas por nuestra clase trabajadora en los años 1945-1948, se ajustaron, en las nuevas circunstancias, a las tareas asignadas a la presión «desde arriba», de acuerdo con las predicciones de Lenin: una guerra sin cuartel contra todos los intentos contrarrevolucionarios, y la defensa de los intereses independientes de la clase trabajadora. Mediante el empleo de estos métodos, se cumplió en la práctica este principio: no perder de vista, ni un solo momento, el objetivo de un total derrocamiento socialista.

Las formas y acciones individuales de la lucha «desde arriba», realizadas por nuestra clase trabajadora en los años de 1945-1948, consistieron en la utilización de las posiciones mantenidas por la clase trabajadora en los órganos investidos de poder y en el seno de todo el aparato estatal y económico para el fortalecimiento del poder democrático del pueblo, para el debilitamiento y aislamiento de la burguesía, para la conquista de las posiciones de ésta por la clase trabajadora y para la consolidación del poder revolucionario democrático del pueblo en la dictadura del proletariado.

Estas formas y actividades de la lucha «desde arriba» -al servicio siempre de la liberación, movilización y organización de las fuerzas revolucionarias de las masas populares- enriquecieron en gran medida el armamento táctico y la experiencia del movimiento obrero internacional.

Nuestra práctica y nuestros éxitos en la lucha «desde arriba» contribuyeron rotundamente a la generalización de la experiencia ganada y sirvieron para perfilar las posibilidades del uso revolucionario del Parlamento durante la transición al socialismo.

III

b) Sobre cuestiones del empleo de la presión «desde abajo«

El crear un Parlamento que deje de ser «una factoría de jabón blando» y que se convierta en una asamblea revolucionaria de la clase trabajadora exige sin embargo, una fuerza que lo sostenga y mantenga, que apoye activamente su actividad revolucionaria Esta fuerza, necesaria para romper la resistencia de la burguesía reaccionaria, consiste en la presión ejercida «desde abajo» por las masas populares. Mientras que la presión «desde arriba» es la ejercida por el Estado y por los órganos del aparato estatal para la supresión directa y violenta de la contrarrevolución, presión que ayuda, al mismo tiempo, a agrupar y organizar las masas populares para la lucha por el ulterior progreso de la revolución, la presión «desde abajo» es la ejercida por las masas populares sobre el Gobierno, el Parlamento y otros órganos investidos de poder. Esta presión ejerce sus efectos principalmente en tres direcciones.

a) Apoya sistemáticamente a los revolucionarios situados en los órganos del poder, elevar su fuerza y compensa la debilidad numérica.

b) Tiene un efecto directo sobre la limitación de la influencia y de las posiciones de los indecisos y de los enemigos situados en el camino del progreso de la revolución.

c) Despierta las fuerzas del pueblo, dormidas durante muchos años, su energía y autoconfianza; rompe el círculo oneroso de la intimidación y del terror espiritual de las viejas instituciones, la Iglesia, etc.

La presión «desde abajo», la aparición revolucionaria de las masas populares es, por consiguiente, esencial para el éxito de toda revolución. En la revolución francesa de febrero de 1848, el gobierno provisional, en el que sólo había dos representantes de los obreros, se negó a declarar la república. No obstante, fue obligado a hacerlo así por la amenaza del proletariado armado. La presión «desde abajo» forzó al gobierno provisional a obrar. Sin embargo, cuando el proletariado de París vino en apoyo incondicional del gobierno provisional en las demostraciones de marzo, fue derrotado desde el principio.

«Consolidó la posición del gobierno provisional en lugar de subordinarla» «K. Marx. «La lucha de Clases en Francia». K. Marx – F. Engels, edición checa, Escritos Selectos, 1, pág. 156).

Cuando Lenin aclaró la posibilidad y condiciones para la participación del partido obrero revolucionario en el gobierno provisional revolucionario de 1905, en la cumbre de la revolución democrática burguesa en Rusia, manifestó tajantemente: «Estamos obligados a hacer sentir nuestra influencia desde abajo sobre el gobierno provisional revolucionario en cualquier caso» (V. I. Lenin, Escritos Selectos, 1, pág. 456).

En 1936, cuando el VII Congreso de la Internacional Comunista trazó el esbozo de un frente popular unido y las posibilidades de gobierno de un frente popular unido, se puso de manifiesto la necesidad de ejercer presión sobre tal gobierno por parte de las masas revolucionarias: «Por ser este movimiento de frente unido un movimiento militante contra el fascismo y los reaccionarios, constituirá una eterna fuerza activa dirigida contra la burguesía reaccionaria… Y cuanto mejor se organice «desde abajo» este movimiento de masa, más amplia será la red de los órganos de clase supra-partido del frente unido en las fábricas, entre los parados de los distritos fabriles, entre los hombres sin relieve de las ciudades y aldeas; más garantías existirán contra la posibilidad de que sea rechazada la política del gobierno del frente unido.» (G. Dimitrof. Síntesis de Discursos y Artículos 1950, pág. 103).

Nuestra clase trabajadora y el Partido Comunista Checoslovaco obtuvieron también valiosa experiencia de la lucha realizada «desde abajo» y de las varias formas de su aplicación. De particular importancia resulta la experiencia con su enorme variedad de formas empleadas en la dirección de la presión «desde abajo» que garantizaron al P. C. C. la dirección de la clase obrera y de las vastas masas populares.

La misma concepción del amplio Frente Nacional existente contribuyó a lograr este objeto. Constituido, no sólo por los partidos políticos, sino también por grandes y con juntas organizaciones nacionales de masas, fue establecido por el P. C. C. con la ayuda de la actividad revolucionaria de las masas. Estas organizaciones, que comprendían masas más vastas que los partidos políticos, fortalecieron la unidad del pueblo y, al mismo tiempo, reforzaron considerablemente las posiciones de la clase trabajadora y las de las fuerzas progresivas democráticas de izquierda en los otros partidos del Frente Nacional. Las organizaciones unidas de masas, dirigidas e inspiradas en gran proporción por los comunistas, representaban virtualmente las reservas directas del Partido. A través de ellas, la fuerte influencia de la política comunista penetró también en otros partidos políticos y, de esta forma, se fortaleció desde abajo la unidad del Frente Nacional por encima de las cabezas de los dirigentes.

SINDICATOS:

De importancia totalmente excepcional fue el nacimiento del Movimiento Sindical Unido Revolucionario (RHO). ROH, como organización socialista y clasista, consolidó la unidad de la clase trabajadora; aumentó su fuerza y peso revolucionarios, y, bajo la dirección del Partido Comunista, utilizó esa fuerza de la manera más eficaz para el reforzamiento del poder democrático popular y para el progreso de la revolución socialista.

Otros medios para influir y guiar a las masas trabajadoras fueron, en particular: la Asociación Unida del Campesinado Checo, la Asociación de los Presos Políticos Liberados, la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, la Federación de la Juventud C. S. (Checoslovaca. Traductor inglés), etc. Una gran ayuda para la organización y guía de la lucha revolucionaria de los campesinos fueron Ias llamadas «Comisiones de Campesinos», cuyos miembros habían de ser exclusivamente obreros agrícolas, arrendatarios y granjeros pequeños y medios procedentes de las filas de los solicitantes de tierra.

Esta red de amplias organizaciones de masas nacionales fue utilizada por los comunistas para la popularización de su política y «slogans», así como para engendrar y organizar la iniciativa de las masas y utilizar las distintas formas y actividades de la presión «desde abajo», con objeto de realizar y cumplir aquella política.

La segunda experiencia obtenida en la lucha «desde abajo» es el uso multilateral de las formas idóneas de presión ejercida por las masas populares. Estas formas correspondían a la compleja situación clasista en las circunstancias existentes bajo el orden democrático popular, al asumir el poder la clase obrera y cuando la burguesía aún mantenía una parte del mismo. Por un lado, se emplearon todas las viejas formas de lucha de las masas populares, formas que estaban de acuerdo con la iniciativa y determinación revolucionarias de los trabajadores y que correspondían al grado de resistencia mostrado por la burguesía: convocatorias de mítines de protesta, aprobación de resoluciones, envío de delegaciones, demostraciones masivas organizadas y, eventualmente, utilización de. las huelgas entre ellas las huelgas generales (cuando finalmente se produjo el choque político abierto con la burguesía en febrero de 1948).

La fuerza y el poder contundente de las acciones individuales en la aplicación de la presión «desde abajo» fueron incrementándose constantemente a medida que la necesidad lo exigía, y quedaron salvaguardados por excepcionales formas de organización. Papel especialmente singular fue el desempeñado en este sentido por los «Congresos de los Consejos de Fábricas» y por los «Congresos de las Comisiones de Campesinos» (cuando la crisis política fue solventada en Eslovaquia, otoño de 1947; en la lucha por la nacionalización de las empresas capitalistas privadas de más de 50 empleados y de todo el comercio de venta al por mayor interior y exterior; cuándo se presionó en el interior por el cumplimiento de la reforma agraria sobre 50 hectáreas y cuando se solucionó la crisis política en febrero de 1948).

Por otro lado, los comunistas, ayudados por la red de organizaciones nacionales de masas (y por la presión «desde arriba» ejercida por los organismos investidos de poder, especialmente los comités nacionales) desarrollaron nuevas formas de presión «desde abajo» que hicieron frente a la situación cuando la clase trabajadora procedía a asumir el poder. Estas formas deben ser particularmente tenidas en cuenta. Son la organización de amplios movimientos constructivos sobre la base de brigadas voluntarias (carbón, cosechas, maquinaria, etc.) y el progreso de competencia en la producción, dentro de la factoría a una escala nacional. Estas formas constructivas de presión «desde abajo» fortalecieron la posición en conjunto del estado democrático popular, paralizaron los esfuerzos de la burguesía encaminados a producir trastornos económicos y políticos y, en virtud de los resultados (rápida consolidación económica del país y creciente nivel de vida para el pueblo trabajador), atrincherarán y reforzaron permanentemente las’ posiciones de la clase trabajadora en el país.

Esta tercera experiencia altamente valiosa obtenida por la clase trabajadora es la aplicación creadora de la principal condición para el ejercicio de la presión «desde abajo», en que Lenin hizo hincapié o sea el armamento del proletariado (V. I. Lenin recalcó en su obra «Dos Tácticas»: dos condiciones principales para la presión desde abajo: el proletariado debe ser armado porque existe; la amenaza de una guerra civil, y el proletariado debe ser dirigido por un Partido revolucionario de los obreros).

La clase obrera se armó a sí misma en el curso de la revolución nacional y democrática. Incluso después del triunfo de aquella revolución retuvo, empero, sus armas. Una parte de la clase trabajadora armada procedente de las filas de los partisanos, luchadores de las barricadas, de las unidades C. S. (checas. Trad. Ing.)

La segunda parte, la llamada Guardia de las Fábricas, garantizó permanentemente la seguridad del trabajo. Para el caso de peligro de un ataque contrarrevolucionario, se armó a secciones individuales de la clase trabajadora: en el verano de 1947 los antiguos guerrilleros fueron armados para la liquidación de los grupos Bender en Eslovaquia, y, en 1948, cuando sé descubrieron los preparativos de una conspiración burguesa contrarrevolucionaria, se formaron fuertes milicias populares armadas. En el último caso, fue el armamento de la clase trabajadora el que barrió los deseos burgueses de un conflicto armado, el que evitó el derramamiento de sangre y aseguró el curso tranquilo de la revolución.

La presión de las masas populares «desde abajo» (en la totalidad de sus formas y acciones concretas) hizo imposible que los representantes de los otros partidos del Frente Nacional controlados por la burguesía, que tenían superioridad numérica en los órganos decisivos investidos de poder, aislaran a los comunistas y detuvieran la revolución. Ello (la presión. Nota del traductor inglés) compensó la debilidad numérica de los representantes de la clase trabajadora en estos órganos y aumentó su fortaleza; contribuyó de manera decisiva a la aceptación de posteriores medidas revolucionarias encaminadas a debilitar la burguesía y a fortalecer el poder de la clase obrera. Esta experiencia de que la presión «desde abajo» es absolutamente esencial para el desarrollo pacífico de la revolución socialista, queda también reflejada plenamente en la teoría sobre la posibilidad de la utilización revolucionaria del Parlamento en relación con el camino hacia el socialismo.

La combinación de la presión «desde arriba» con la presión «desde abajo» es el camino para la ruptura progresiva y tranquila de la resistencia burguesa, para la limitación gradual y la imposibilidad de toda exhibición de fuerza por la burguesía. La posibilidad real de la utilización revolucionaria del Parlamento para el camino al socialismo reside, por consiguiente en la fortaleza combinada de la masa del pueblo revolucionario que apoya al Parlamento, concebido como una asamblea revolucionariamente activa, que lucha por el cumplimiento sistemático de las demandas del pueblo trabajador. Esta coordinación de acciones por las amplias masas populares y por las fuerzas revolucionarias en el Parlamento, en el Gobierno y en los órganos locales del poder, hace germinar mutuamente su fortaleza, impulsa la revolución e infunde poder de penetración y ataque en aquélla.

IV

LIQUIDACIÓN DE LOS GRANJEROS

En el verano de 1946 los comunistas iniciaron la lucha para la entrega de mayor extensión de tierras al campesino trabajador (simultáneamente con la demanda de que las tierras asignadas debían ser rápidamente registradas en las listas correspondientes, de que los derechos de caza debían ser democratizados, de que debía efectuarse un reajuste de lindes e impedirse la disgregación de la tierra laborable y de que, finalmente, debía ser salvaguardado el plan de producción agrícola). Los comunistas pidieron una revisión de la reforma agraria de 1919 que la burguesía. había realizado en la República anterior a Munich. La revisión afectó a un total de 1.027,529 hectáreas de tierra y su materialización habría de significar la liquidación completa del grupo de grandes terratenientes con más de 150 hectáreas de tierra cultivable 6 250 hectáreas de terreno agrícola, el grupo de los llamados. «propietarios de haciendas paradas» y especuladores de la tierra.

La lucha por la revisión de la primera reforma agraria entró en la próxima y decisiva etapa. En el verano, la propuesta de ley fue debatida en el Parlamento. Los comunistas utilizaron estos debates para descubrir la dirección burguesa de los partidos Nacional Socialista, Popular y Democrático y demostrarles que eran furiosos defensores de los terratenientes y enemigos del campesinado trabajador. Todos los intentos de la burguesía para frustrar, retrasar o limitar el alcance de ley propuesta fueron puestos al descubierto por los comunistas en el Parlamento, y llevados a la picota. Los días 9 y 10 de junio, el órgano central del Partido, «Rude Pravo», publicó cierto número de los descubrimientos realizados en el propio Parlamento. («Los Representantes de los Grandes Terratenientes en el Parlamento contra los Campesinos»; «Querían entregar a los Grandes Terratenientes y a los Propietarios de Fincas Improductivas millones de hectáreas de tierra forestal»; «El Secretario General del Partido Nacional Socialista, Dr. Krajina, arrojó a los Campesinos fuera del salón de Miembros de la Asamblea Nacional Socialista», etc.)

La presión comunista en el Gobierno y en el Parlamento (la presión desde «arriba») generó cada vez más decisivamente la presión desde «abajo». Miles de resoluciones procedentes de mítines de campesinos que exigían la aceptación inmediata de estas leyes fueron sometidas al Parlamento y al Gobierno. Lo que sigue fue dicho en las resoluciones, que fueron firmadas también por las organizaciones locales de los partidos Nacional Socialista, Popular y Democrático: «…ahora reconocemos quién están con nosotros, y quién en contra». Docenas de Comisiones de Campesinos, compuestas por miembros de todos los partidos políticos, acudieron al Parlamento y avisaron tormentosamente a los dirigentes de los partidos burgueses que no obstruyeran sus demandas, exigiendo su inmediato cumplimiento. (Por ejemplo, la mayor de estas delegaciones estaba compuesta por 57 miembros del Partido Nacional Socialista, 35 miembros del Partido Popular, 38 Social-Demócratas, 153 Comunistas, 15 miembros sin filiación política y 48 miembros que no manifestaron a qué partido pertenecían.)

El 11 de julio, las presiones «desde arriba» y «desde abajo» se cerraron como las pinzas de una tenaza. La burguesía, cuyas posiciones se tambaleaban ostensiblemente, tuvo que ceder. El proyecto de ley en revisión sobre la primera reforma agraria fue aprobado por el Parlamento. Las consecuencias de esta victoria fueron: la liquidación de nuevas posiciones de la burguesía en los pueblos; una gran derrota política de la burguesía (su creciente aislamiento); un reforzamiento y ampliación considerables de los lazos entre la clase trabajadora y el campesino trabajador. Los campesinos comprendieron que, con una directa ayuda política, material y de organización por parte de la clase trabajadora, podían luchar con éxito contra su archienemigo, el terrateniente y sus secuaces. Masas cada vez mayores de campesinos acudían a los puestos del Partido y apoyaban su línea política dirigida a una mayor intensificación de la revolución.

V

NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA

Por un procedimiento similar, las presiones «desde arriba» y «desde abajo» iban apretando los dientes de la tenaza en los años de 1945-1948, haciéndolos penetrar más y más en la carne de la burguesía. De esta forma, cuando la liquidación de las posiciones políticas y económicas de los ocupantes y de la alta burguesía traidora nativa quedó resuelta en el curso de la revolución nacional y democrática de acuerdo con los puntos del programa Kosice, nuevos grupos burgueses fueron gradualmente aniquilados a medida que progresaba la revolución. En octubre de 1945, la Nacionalización liquidó particularmente el poder económico de la burguesía financiera, el grupo de industriales que hasta entonces dominaban las producciones clave y las fuentes básicas de materias primas, así como el grupo de los propietarios de fábricas de más de 500 empleados.

Además del 62 por 100 de la industria ya nacionalizada, otro 13 por 100, constituido por «pequeñas confiscaciones», fue arrancado de las manos de los empresarios particulares en la primavera de 1947. La revisión de la primera reforma agraria significó la liquidación del grupo de los grandes terratenientes con propiedades de más de 150 hectáreas de extensión de tierra cultivable ó 250 hectáreas de terrenos agrícolas, y liquidó, asimismo, a los propietarios de granjas «residuales». En el otoño de 1947, la «tenaza» contribuyó a llevar a cabo la «leva de los millonarios» y a resolver la crisis política eslovaca producida por el sabotaje y por la actividad contrarrevolucionaria del mas fuerte partido político eslovaco: los demócratas.

Todos estos choques de clase con la burguesía tuvieron consecuencias políticas de largo alcance. La influencia y la fuerza de la burguesía se desmoronaban, y las amplias masas se agrupaban con creciente resolución en torno al Partido Comunista Checoslovaco y su política.

VI

DESINTEGRACIÓN DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA

A finales de 1947 y principios de 1948, tuvo lugar una auténtica desintegración de los partidos nacional socialista, popular y democrático. Los miembros honrados de estos partidos abandonaron la dirección burguesa de los mismos y acudieron a las filas del P. C. C. y del P. C. Eslovaco (ya en noviembre de 1947, cuando los comunistas ganaron desde el principio del año 237.384 nuevos miembros, el Partido Comunista Checoeslovaco era más fuerte que todos los otros partidos políticos juntos), o crearon grupos de oposición dentro de sus propios partidos. El aislamiento de la burguesía dentro de los partidos del Frente Nacional procedía no sólo del exterior a través del abandono de las amplias masas de los partidos regidos por la burguesía, sino también del interior por medio del crecimiento de las fuerzas democráticas y socialistas en esos partidos, así como del desarrollo creciente de una oposición progresiva que trataba de mantener y fortalecer las libertades y los derechos democráticos del pueblo y de cooperar, por consiguiente, con los comunistas. Partiendo del fondo y pasando sobre las cabezas dé los dirigentes reaccionarios de los otros partidos políticos, el Frente Nacional se hizo progresivamente más fuerte como clase y como unidad social del pueblo trabajador, que reconocía como líder al Partido Comunista ChecosIovaco, el partido que trabajó por una total reconstrucción socialista del país.

El progreso de la lucha de clases confirmó que el P. C. C. obtendría en las próximas elecciones una mayoría decisiva y que lograrla el cumplimiento de las demás peticiones con ayuda de la voluntad popular democráticamente manifestada. Solicitó la liquidación de todas las empresas capitalistas particulares de nómina superior a 50 empleados, la total liquidación del grupo de comerciantes nacionales y extranjeros y la completa liquidación de los terratenientes poseedores de más de 50 hectáreas de tierra.

Así, pues, a principios de 1948 y en vísperas de las nuevas elecciones parlamentarias, la situación de la burguesía era sustancialmente diferente a la de 1946. Mientras que, de las elecciones de 1946, la burguesía contaba con una base de masas relativamente fuerte, un corto período, inferior a dos años, de gobierno democrático del pueblo fue suficiente para corregir la desintegración del ejército político sobre el que antes descansaba. Las amplias masas populares, especialmente el campesinado trabajador, perdieron sus ilusiones con respecto a la burguesía y acudieron al lado de la clase obrera con objeto de que ella, la burguesía, y su política antipopular y traidora quedaran debidamente iluminadas a los ojos de nuestra nación (otras fuentes y observadores señalan lo contrario. Nota del editor inglés). En 1948, cuando se hizo más cerrada la lucha decisiva entre la clase obrera y la burguesía, ésta poseía sólo un atisbo del poder y de la influencia que normalmente tenía en 1945. En esta situación, la burguesía, aterrada por el pacifico progreso de la revolución que alteraba y destruía, una tras otra, sus posiciones políticas y económicas y que amenazaban con su absoluto aniquilamiento a corto plazo, decidió violar los medios legales y alcanzar sus objetivos contrarrevolucionarios por medio de un golpe de estado. Sirvió de señal la crisis gubernamental provocada por la dimisión de doce ministros. Pero con ello la burguesía sólo ofreció otra nueva y abierta evidencia de su espíritu de disgregación el de conocer su propio aislamiento y su completa derrota. Después dé cinco días de crisis gubernamental, el pueblo saldó sus cuentas contra la reacción burguesa, de manera legal y constitucional mediante el empleo firme de todas las formas de presión desde «arriba» y desde «abajo».

Los representantes de la burguesía y sus agentes fueron reemplazados en el Gobierno, de forma absolutamente legal y válida desde los días anteriores a Munich (1920), de acuerdo con la constitución, por nuevos y fieles representantes del pueblo, seleccionados de entre las filas del reconstituido Frente Nacional que habían reconocido el papel director de los comunistas en el Estado; el Gobierno fue nombrado por el Presidente de la República y unanimamente aprobado por el «Parlamento».

Como prueba evidente del hecho de que esta forma de transición del poder político a manos de la clase trabajadora fue absolutamente legal y constitucional (y este punto tiene extraordinaria importancia política), utilizaremos una opinión, espontánea y muy valiosa, de un distinguido burgués emigrado, Jaromir Smutny, ex-jefe de la Oficina del Presidente de la República.

«En sus cálculos ellos (es decir, los representantes de los partidos burgueses que presentaron su dimisión.) dejaron de tener en cuenta otras circunstancias fundamentales:

a) Que el Gobierno no queda disuelto «ipso facto» si dimite una minoría de sus miembros (de acuerdo con la Constitución, el Gobierno podía aprobar decisiones en el caso de que más de la mitad de sus miembros se hallaran presentes, sin contar al Primer Ministro. En el caso del Gobierno de febrero, 13 miembros constituían mayoría absoluta.)

b) Que el Premier no podía ser obligado a dimitir con el resto de sus ministros, a menos que el Parlamento emitiese una votación de no-confianza.

c) Que el Presidente de la República no tenía derecho constitucional alguno para hacer que el Premier dimitiese cuando sólo una parte de sus ministros dejara el Gobierno, incluso en el caso de que el carácter del Gobierno fuese sustancialmente transformado.

d) Que solamente la Asamblea Nacional tenía el poder de forzar a Gottwald a dimitir.»

Sí. «La ironía de la historia mundial trastoca el orden natural de las cosas. Con nosotros, «revolucionarios» y «rebeldes», cuadran mucho mejor los métodos legales que los ilegales o que el golpe de estado. Los partidos del orden, como ellos se llaman a sí mismos, mueren a manos del Estado legal que ellos crearon» (F. Engels, prefacio a la obra de Marx «La lucha de Clases en Francia», K. Marx-F. En gels: Obras Selectas, vol. 1, 1950, pág. 133).

… llama la atención sobre el hecho de que un estado burgués no es solamente un Parlamento, sino también un enorme aparato burocrático, militar y policíaco. Y la pregunta a la luz de esta advertencia: «¿Es posible creer que la burguesía vaya a «ceder» por una simple «acta parlamentaria» o sin guerra civil, sin un «levantamiento armado?»

No, la burguesía nunca ha cedido su poder por una simple «acta parlamentaria». Pero puede verse privada de su poder en un momento dado, sin levantamiento armado ni guerra civil, por la fuerza de una actividad sólidamente revolucionaria de las masas, conducidas por el partido revolucionario de los trabajadores, actividad encaminada a apoyar a sus representantes en el Parlamento para transformarlo en una activa asamblea revolucionaria.

 

En la lucha por las directas demandas nacionales, democráticas, pacíficas, económicas y sociales del pueblo, la posición de la burguesía dentro de los órganos del poder y del aparato estatal puede ser debilitada, paso a paso, mediante la presión combinada «desde arriba» y «desde abajo», lo que también es aplicable a las posiciones económicas.

 

El progreso hacia el socialismo puede adoptar, en esas circunstancias, un curso democrático y constitucional. El Parlamento, que será una activa asamblea revolucionaria apoyada por el movimiento revolucionario de las masas de la clase trabajadora y de sus aliados, se convertirá en un instrumento de la clase trabajadora en su camino hacia el poder, en un instrumento de transformación de todo el Estado y de su maquinaria. En estas circunstancias, todos los cambios que representen una transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista se producirán con absoluta legalidad. El Parlamento puede aprobar una nueva forma democrática y legal y, en nombre de la nación, una nueva codificación constitucional que haga posible la transformación socialista del país. (En menos de tres meses, a partir del aplastamiento de la intentona burguesa de dar un golpe de estado, el Parlamento de la República Checoslovaca aprobó una nueva constitución que salvaguardaba todos los progresos realizados hasta entonces y aseguraba la soberanía de la clase trabajadora en el Estado, la popularización del aparato estatal y la liquidación de los residuos del aparato burocrático policíaco del Estado, estableció la nacionalización como una firme base económica del Estado democrático del pueblo y, en su totalidad reforzó y garantizó la transición del país al socialismo)

 

De esta manera, el progreso hacia el socialismo, con la ayuda del Parlamento y sin el estallido de una sangrienta guerra civil, es una posibilidad real. No obstante, esta posibilidad no debe provocar falsas ilusiones entre la clase trabajadora la cual no debe, bajo ningún concepto, quedar moralmente desarmada ante la duda sobre su derecho a tomar las armas en cualquier caso en que se vea forzada a hacerlo por la resistencia de la burguesía.

VII

EL PAPEL DEL PARLAMENTO

Pugna entre el empleo revolucionario del Parlamento y el significado reformista del camino parlamentario hacia el socialismo.

La utilización revolucionaria del Parlamento exigirá, en condiciones históricas nuevas, la realización de una nueva forma de transición a la dictadura del proletariado; el Parlamento debe convertirse en un nuevo instrumento de la revolución socialista privando a la burguesía de su poder y de sus medios de producción, y materializando la edificación del socialismo con la clase trabajadora en la dirección del programa político. (…) El concepto reformista de «camino parlamentario hacia el socialismo» niega la necesidad de una transición revolucionaria de la sociedad capitalista al socialismo; niega la necesidad de una revolución socialista; niega la necesidad (bajo el «slogan» de «democracia parlamentaria») de conquistar la totalidad del poder por la clase de los trabajadores; niega la necesidad de obtener la dirección política del Estado y del establecimiento de la dictadura del proletariado. El reformista «camino parlamentario» no puede, por tanto, conducir, ni en sus consecuencias, a la edificación del socialismo. No es, en esencia, un programa socialista. Es capaz de atacar con fuerzas sucesivas, dentro del marco del capitalismo, las consecuencias de la explotación capitalista, pero no puede entender sus causas, aplastar el capitalismo ni materializar una transformación revolucionaria de la sociedad.

A estas desigualdades profundamente enraizadas de los dos procedimientos corresponde una diferencia análogamente honda en las tácticas de utilización del Parlamento.

La sustancia de las tácticas del empleo revolucionario del Parlamento se basa plenamente en el viejo principio de la actividad revolucionaria de la clase trabajadora en un Parlamento burgués, perfilada detalladamente por los clásicos del marxismo-leninismo y perfeccionada aún más en las nuevas circunstancias. Comienza partiendo del siguiente principio: El Parlamento de los países burgueses es un producto del desarrollo histórico y no puede ser borrada de la vida. Es necesario, por tanto, trabajar en él y utilizarlo en la lucha contra la sociedad burguesa.

La tarea de los representantes de la clase trabajadora en el Parlamento burgués ha sido siempre la de transformarlo en un espejo que muestre a las masas trabajadoras los intereses de clase y los antagonismos de la sociedad burguesa en toda su desnudez, y la de descubrir y desenmascarar, constantemente y sin titubeos, a la burguesía y sus secuaces (ya conozcan su posición o no). Su tarea ha sido siempre la de utilizar el Parlamento burgués como una plataforma para la agitación, propaganda y organización revolucionarias; como una forma eficaz para desencadenar la actividad revolucionaría de las amplias masas populares codo a codo con la clase trabajadora.

Esta táctica de relacionar estrechamente y combinar el Parlamento con las actividades revolucionarias del proletariado y de las masas trabajadoras fuera del Parlamento, empleada todavía por los partidos marxista-leninistas puede enriquecerse con una nueva tarea dentro de las nuevas condiciones históricas y bajo nuevas circunstancias, señaladamente la de transformar el Parlamento, de órgano de la burguesía, en instrumento de poder de la clase trabajadora, y la de convertir la democracia parlamentaria en un instrumento para el establecimiento de una democracia proletaria, de una dictadura del proletariado.

La táctica de utilizar el Parlamento como una nueva potencial y específica de transición al socialismo es, pues, sólo un desarrollo más amplio, un nuevo paso de la vieja táctica marxista-leninista que combina el empleo del Parlamento con la utilización de las masas revolucionarias, y es, por su total esencia, una completa antítesis del camino parlamentario reformista hacia el socialismo. De la misma manera que la táctica revolucionaria de utilizar el Parlamento corresponde a los fines revolucionarios del partido marxista-leninista, la táctica del uso reformista del Parlamento corresponde a los fines reformistas de repudio de la revolución.

El Parlamento reformista (instrumento de la burguesía para el fortalecimiento y mantenimiento del poder capitalista) es un órgano para la cooperación entre la clase obrera y la burguesía.

Las reformas parciales realizadas en el Parlamento (de acuerdo con los capitalistas) sirven a los reformistas como evidencia de que es posible una coexistencia pacífica de la burguesía con la clase obrera, de que la lucha de clases esta agonizando, de que la revolución es superflua y la dominación política de la clase trabajadora, innecesaria. En lugar de la necesidad de una democracia proletaria, sostienen ellos la ilusión de una democracia parlamentaria pura.

Debido a que en la concepción reformista el Parlamento es un órgano de cooperación de la clase obrera con la burguesía, la táctica reformista lleva el peso del trabajo político exclusivamente al Parlamento (o sea, al órgano del poder burgués), repudia y rechaza el uso de la presión de amplias masas populares, aísla al Parlamento de las actividades revolucionarias de la clase trabajadora. Los reformistas se han preocupado ya, para conferir importancia a sus propias realizaciones, de ofrecer no uno, sino decenas de ejemplos de la absoluta imposibilidad y del absurdo de su «camino parlamentario hacia el socialismo». En muchos países los reformistas ganaron la mayoría, a menudo la mayoría absoluta. Sus gobiernos continuaron viviendo -y todavía lo hacen- durante dilatados períodos de tiempo.

VIII

LOS PARTIDOS LABORISTAS

Uno de los principales propagandistas de este procedimiento, el Partido Laborista Británico, tuvo tres veces la oportunidad de convertir sus «teorías» en práctica. Detentó el Gobierno en 1924, en los años de 1929 a 1931 y durante seis años, comprendidos entre 1945 y 1951. El Partido Social Sueco ha sido ya, durante veinticinco años -todo un cuarto de siglo-, el partido más fuerte y, a la vez, el partido gobernante del país (en las elecciones de este año a Riksdag, la cámara baja del Parlamento Sueco, ganó 108 escaños, mientras que el Partido de la Unión Agraria, segundo en importancia, sólo obtuvo 20 puestos). Una situación similar existe en otros estados nórdicos. Y, a pesar de todo, no se construye el socialismo en esos países. Al contrario: la dominación capitalista se hace más fuerte y los beneficios de los monopolios crecen.

No podría haber evidencia más clara del absurdo de la idea de que el socialismo puede ser edificado en cooperación con el capitalismo, sin derribar la fuerza política de la burguesía, sin la dictadura del proletariado.

Los comunistas y los partidos trabajadores que tratan de hacer un uso revolucionario del Parlamento en la lucha por la transición pueden seguir nuestro consejo a partir del momento de la transición de la revolución democrática a la revolución socialista.

IX

ACELERACIÓN DE LA LUCHA DE CLASES

En las complejas condiciones de clase de los años 1945-1948, cuando no estaba todavía definitivamente resuelta la cuestión del poder en la Checoslovaquia democrática del pueblo y cuando ese poder estaba aún repartido entre el partido de los trabajadores y la burguesía, dos líneas políticas básicas se oponían entre sí. Una era la línea política revolucionaria de la clase trabajadora que tenía como objeto y fin la realización del aislamiento gradual de la burguesía y el estrechamiento de las filas de la nación en torno a la clase trabajadora y su vanguardia, el Partido Comunista; su finalidad era la transición de las tareas de la revolución nacional y democrática a las tareas de la revolución socialista, y la solución definitiva de la cuestión del poder por la consolidación de la democracia del pueblo y su cristalización en un estado de la dictadura del proletariado. La segunda línea política básica era la línea de la burguesía, cuya finalidad era aislar a la clase trabajadora y a su vanguardia, el P. C. C., con objeto de detener la revolución nacional y democrática y conseguir, con ayuda de los imperialistas occidentales, la restauración de la dominación capitalista bajo una dictadura de la burguesía

En esta situación y a remolque de la guerra, cuando la lucha de clases se aceleraba, la clase trabajadora, que luchaba por el pleno poder político, es atacada en su retaguardia por la ideología y práctica reformista del «camino democrático hacia el socialismo», como se predicaba por el ala derecha del Partido Social Demócrata. Mientras la clase trabajadora, dirigida por los comunistas, estaba empeñada en la lucha contra la burguesía por una más honda y más amplia hegemonía entre todas las clases del pueblo trabajador -una lucha por el fortalecimiento y la consolidación de su papel director de la nación- aparecieron los reformistas con sus teorías que negaban el papel director del proletariado y proclamaban la fusión de éste (y, así, su absorción) con las demás clases, por ejemplo, con el campesinado.

Dentro del marco de este «camino democrático hacia el socialismo apoyado con tesón por el ala derecha del Partido Social Demócrata, el sector de la producción capitalista habría de conservarse permanentemente, como lo fue la burguesía con sus todavía poderosos cimientos económicos. También se mantuvo permanentemente su posición de fuerza, hecha a la disipación de la economía del país y a la discriminación política contra la clase obrera desde la dirección del Estado.

También la vieja interpretación reformista del papel del Parlamento se manifestó bajo la influencia del ala derecha, tanto en la teoría como en la práctica de la democracia social en los años de 1945-1948, y chocó estrepitosamente con la línea revolucionaria de utilización del Parlamento seguida por los comunistas. De lleno en aquella línea, el XX Congreso del Partido Social Demócrata proclamó que «el centro de toda la vida política será la Asamblea Nacional» (pág. 66). La proclamación de este principio no fue obra de la casualidad. «En todas (!) las democracias el apoyo parlamentario a la voluntad del pueblo es de la máxima importancia» («Social Democracia y los Derechos de la Asamblea Nacional», «Cil», 1946, pag. 5). «En el sistema parlamentario (¿burgués también?) las decisiones son adoptadas ante la presencia y bajo el control directo del pueblo» (Y. Erban, «Svet Prace», el Mundo del Trabajo, 14-IX-1946).

«En la práctica ello significó que siempre que el pueblo manifestaba su voluntad de otra manera que a través de sus representantes en la Asamblea Nacional, el ala derecha de la Social Democracia elevaba su voz para oponerse a ella. Cuando, en el curso de la lucha por el Programa Hradec, los comunistas apelaron directamente al pueblo y cuando los campesinos aprobaron este programa en sus reuniones y enviaron a sus representantes a la Asamblea Nacional para dar voz a sus demandas, el ala derecha del Partido Social Demócrata reaccionó como sigue: «Los comunistas empezaron a preparar reuniones públicas de los campesinos, que se incrementaron hasta convertirse en toda una campaña organizada para coaccionar a la Asamblea Nacional con la ayuda también de delegaciones enviadas al Parlamento, para aprobar sin modificación el anteproyecto presentado por el Ministerio de Agricultura. Con semejante influencia sobre el Parlamento y con estos métodos empleados por el Ministerio no podíamos, naturalmente, estar de acuerdo» (Informe sobre actividad, página 13). El pueblo no debe adoptar una postura resuelta contra la burguesía; ¡solamente se le permite discutir a través de sus representantes en el Parlamento! Cuando, debido a su posición el Ministerio de Justicia y en los Tribunales, la burguesía siguió pronunciando sentencias ignominiosamente blandas contra los traidores y cuando el pueblo levantó resueltamente su voz contra este estado de cosas, la prensa Social Demócrata Checoslovaca escribió que los Tribunales (en este caso, la burguesía) y no la calle (o sea, el pueblo trabajador) eran los llamados a juzgar. Cuando el S. N. B. toma medidas contra los enemigos de la democracia del pueblo, al defender abiertamente los intereses del pueblo y no los de la burguesía, el Informe se queja de «influencia política y uso indebido del aparato de seguridad» (pág. 48). Cuando la Asamblea Nacional discute el proyecto de ley sobre la ilustración de los oficiales de las fuerzas de seguridad, los diputados socialdemócratas C. S. (Checoslovacos. Trad. ing.) presentan una resolución, manifestando que la educación política de los S. N. B. es innecesaria. Así, pues, había que privar a la clase obrera de su importante arma. El 2 de julio de 1946, «Pravo Lidu» escribió que la Social Democracia C. S. no se dejará influir por las proclamas públicas, interrupción del trabajo, demostraciones, etc. Estos hechos prueban claramente que la social democracia se opone a la verdadera dirección del pueblo y trata de minar la actividad política del pueblo trabajador, limitar su horizonte político y convertirlo en una herramienta inútil en manos de los políticos. burgueses».

Esta característica puede completarse por un ejemplo que demuestra cómo la teoría y práctica del aislamiento social demócrata del Parlamento, su aislamiento de la lucha revolucionaria de las masas del pueblo trabajador, convenía a la burguesía. Cuando, en el otoño de 1945, la burguesía se opuso al decreto por el que se nacionalizaban las industrias pesadas y clave, el P. C. C. decidió apelar al pueblo. Sobrevino un gigantesco movimiento de masas por la nacionalización, movimiento que presionó a la burguesía hasta ponerla con la espalda contra la pared. La burguesía, temerosa de la presión de las masas populares, proclamó: «Consideramos que cualquier presión por la que se exigía la aprobación acelerada del decreto es nociva». «El Gobierno no necesita otra cosa que paz y tiempo,..» («Lidova Demokracie». 26-IX1945.)

La presión de las masas del pueblo que mantenía encerrada a la burguesía dentro de sus tenazas tenía que ceder, El Ministro social demócrata de Industria, Lausman, intentó, en el momento decisivo, frustrar la actividad política del pueblo obrero: «Ciudadanos, tened paciencia, el proyecto de decreto de la nacionalización de la industria pesada tiene 46 párrafos y nosotros estamos discutiendo el primero.» («Pravo Lidu», 24-IX-1945).

Para que el «camino democrático» reformista hacia el socialismo fuera completo, tendría que producirse, naturalmente, una negación de las condiciones básicas de las posibilidades de victoria socialista, de la dictadura del proletariado «Nuestro Estado se ha decidido por la socialización a la manera democrática, o sea, a traves de una votación, y no por la revolución y la dictadura» (Notas del XX Congreso del Partido Social Demócrata, pág. 161). Así, pues, para resolver los problemas de transición del capitalismo al socialismo, los problemas de romper la resistencia desesperada de la burguesía, de expropiar a los explotadores y transformar la pequeña producción capitalista privada en producción social a gran escala, sería posible sin la dirección de la política por la clase obrera, sin la dictadura del proletariado y sí, precisamente, por medio de discursos sobre alguna especie de democracia pura. En otras palabras, la revisión y negación de la máxima básica de la teoría marxista-leninista de clase y de lucha de clases.

Por consiguiente, si la clase obrera tiene que crear bajo su dirección, un movimiento unido revolucionario popular capaz de quebrar la resistencia de las fuerzas burguesas reaccionarias; si debe transformar el parlamento burgués en un organismo de la voluntad del pueblo trabajador y utilizarlo como un instrumento para la transición pacífica al socialismo, debe luchar sistemáticamente y enérgicamente contra el reformismo y su traidora ideología y prácticas. Es, por lo tanto, deber de la clase obrera continuar estableciendo la crítica de los reformistas que, de acuerdo con su teoría del «camino parlamentario hacia el socialismo», no pueden y no quieren utilizar el Parlamento en su lucha contra los capitalistas y se niegan a movilizar, organizar y emplear las masas del pueblo contra la burguesía contrarrevolucionaria.

La unidad de acción de la clase obrera y la poderosa influencia de las ideas del socialismo manifestadas en el curso de la revolución nacional y democrática hicieron posible concluir, en junio de 1945 y dentro del mareo del frente nacional, «un bloque socialista». La creación del bloque socialista dentro del frente nacional significó un acuerdo entre el Partido Comunista Checoslovaco, el Partido Social Demócrata Checoslovaco y el Partido Nacional Socialista Checoslovaco sobre un avance común en todas las cuestiones que se derivasen de la ejecución del Programa del Gobierno Kosice. La existencia del «bloque socialista», cuyos representantes formaban mayoría, en el Gobierno, pudo significar la posibilidad de una transición relativa rápida al socialismo, mientras se producía un continuo fortalecimiento de los elementos de izquierdas y verdaderamente socialistas, dentro de los partidos no comunistas. La práctica y el desarrollo de la fuerzas del país ha mostrado, no obstante, que el significado principal del acuerdo fue el hecho de que éste, concertado en presencia de los simples miembros de los partidos interesados, reforzó la unidad de la clase obrera e hizo más difícil que la burguesía y sus agentes, dentro de la dirección de los partidos nacional socialista y social demócrata encontrasen una salida que les eludiese de la obligación de ejecutar el programa del Gobierno que se ha convertido en el cimiento político del bloque. (El cumplió el principio táctico de conseguir de los aliados inseguros concesiones, obligaciones y promesas de tan largo alcance como fuera posible, camino éste el más seguro para comprometerlos y para ayudar a los aliados fieles dentro de aquellos partidos. Este dispositivo y esta forma de cooperación puede llevar, en otras condiciones y otros países, a un acercamiento gradual entre los partidos socialista y, así, mayores y más hondas consecuencias.) Tanto estos acuerdos como esta cooperación -la creación del Frente Nacional con los representantes de otros partidos políticos, y la creación del «bloque socialista»- fueron y pudieron ser realizados solamente porque nacieron bajo la presión de la unidad de las masas populares, de su cooperación real «desde abajo».

Nuestra experiencia en la creación de una unidad de acción de la clase obrera -una de las condiciones fundamentales de la transición pacífica al socialismo- muestra que el meollo de su verdadero comienzo debe radicar en la presión desde abajo, en el desenmascaramiento sistemático de la teoría reformista y de la cooperación con la burguesía y en la lucha común de las amplias masas de todos los partidos socialistas o de los partidos y organizaciones que aprueben las demandas revolucionarias del pueblo trabajador. En otras palabras, en las acciones directas desde abajo, basadas en nuestra propia experiencia de lucha y victoria.

 

 

 

Notas:

1 Aparecen en cursiva aquellos párrafos del informe de la edición española que es de entender que resaltan porque son los que más les preocupaban.

Reproducimos también, por su significado político, parte del prólogo de lord Morrison of Lambeth y una nota de Manuel Fraga Iribarne en la edición española, del Instituto de Estudios Políticos. El Informe «cayó» en manos británicas, siendo ampliamente divulgado por los defensores del orden capitalista en los llamados países democráticos, e incluso fascista, como el que por aquellas fechas teníamos en España. Fue difundido desde el «Independent Information Centre de Londres» en enero de 1.961.

2 Fraga Iribarne llama la atención de los posibles políticos incautos, con párrafos muy significativos, sobre todo como evidencia del buen aprendizaje y la «mutación democrática» de aquellos políticos fascistas, hoy flamantes demócratas, y de lo que supuso en España la transición sin ruptura desde la forma de dominio dictatorial-fascista a la forma «democrática» burguesa, en contraste con lo sucedido en su momento en Checoslovaquia con el «buen uso democrático».