La preocupación estaba desde hace semanas en la calle y las estadísticas oficiales no han hecho más que corroborarla. El paro registrado en las oficinas de empleo subió en 132.378 personas en enero con respecto a diciembre de 2007 y situó la cifra total de desempleados en 2.261.925, según datos del Ministerio de Trabajo. Este […]
La preocupación estaba desde hace semanas en la calle y las estadísticas oficiales no han hecho más que corroborarla. El paro registrado en las oficinas de empleo subió en 132.378 personas en enero con respecto a diciembre de 2007 y situó la cifra total de desempleados en 2.261.925, según datos del Ministerio de Trabajo. Este aumento, como es obvio, se ha cebado en los colectivos más desprotegidos: mujeres y emigrantes. Se trata del mayor incremento mensual del desempleo desde que se realiza esta estadística. Así mismo, la afiliación a la Seguridad Social baja en 84.697 personas en enero. El Ministro de Trabajo, Jesús Caldera, ha declarado que la subida del paro en enero es un dato «malo, muy malo» y ha estado provocada por un ajuste fuerte y concentrado en el sector de los servicios inmobiliarios.
El análisis del Ministro de Trabajo es pretendidamente limitado. El hundimiento del sector inmobiliario ya ha dejado a muchos trabajadores en el paro. El desempleo creciente conlleva una disminución del consumo de las familias, uno de los primeros gastos de los que se puede prescindir es el cambio del automóvil (las ventas de coches han caido un 12,7% en enero), posteriormente se reduce el gasto en ocio con lo cual también aumenta el paro en el sector de servicios, de modo que al despido de agentes inmobiliarios hay que sumar el de trabajadores de restaurantes, bares, automoción… Por último, las familias dejan de pagar el alquilar y la hipoteca. La crisis del sector de la construcción está arrastrando, inevitablemente, a toda la economía. Mientras que el gobierno, apremiado por las próximas elecciones, quiere hacer creer que se trata de un «ajuste» temporal, todos los economistas conocen que el paro seguirá aumentando en los próximos meses.
Hasta esta fecha la campaña electoral había estado centrada en la subasta de subida de pensiones y rebaja de impuestos, también ha animado mucho el debate político la irrupción de la Conferencia Episcopal Española que no ha dudado en vulnerar el octavo mandamiento. A partir de este momento la crisis económica deberá centrar los discursos y propuestas de los candidatos. Claro está, que todos los dirigentes políticos muestran su preocupación por el aumento del desempleo, pero para llamar la atención de los ciudadanos no bastan palabras bien intencionadas. Los trabajadores en paro o que temen por su puesto de trabajo estarán interesados especialmente en medidas concretas que palíen su situación de desempleo y/o políticas de fomento de empleo.
En el informativo de Radio Nacional de España de las 13:00 horas del día cuatro de febrero, escucho los comentarios de diferentes dirigentes políticos sobre el aumento del paro. Por el PSOE, tanto Caldera como la vicepresidenta Fernández de la Vega, declaran que es un ajuste temporal y que el gobierno tomará medidas, sólo concretan que van a reunir a los agentes sociales para buscar soluciones. Gaspar Llamazares, candidato de Izquierda Unida, declara que «no hay que caer en el alarmismo del PP ni en la complacencia del gobierno», proponiendo algunas medidas intervencionistas. Rajoy, candidato de la derecha, ha declarado que «todos los días se quedan en el paro 4.400 personas, que tienen cara y ojos, esta va a ser mi prioridad y no voy ha hablar del franquismo, del pasado y de las naciones, por que nación solo hay una y es España (aplausos)».
Veamos una a una las declaraciones. Respecto a la única medida concreta propuesta por el gobierno, consistente en reunir los agentes sociales, sólo puede producir pavor entre los trabajadores de lo que pueda surgir de un cónclave de los llamados «agentes sociales». Una futura decisión tomada en esta reunión, en la que la defensa de los trabajadores está encomendada a unos sindicatos totalmente entregados y dirigida por un ministro neo-liberal como es Solbes, solo puede desembocar, por enésima vez, en una «flexibilización del mercado de trabajo», eufemismo que significa algo tan sencillo e injusto como el recorte de los derechos adquiridos de los trabajadores, bajo el principio (que nunca se ha explicado suficientemente o no lo hemos entendido) de que abaratar el despido favorece el empleo. Mientras se toma alguna medida de urgencia, el gobierno echará de menos el apoyo de la Iglesia Católica, pues poco más puede hacer que rezar y encomendarse a cualquier santo para que la crisis económica no se agudice antes de las próximas elecciones.
Llazamares, parece que ha despertado, pero la campaña electoral de Izquierda Unida esta basada, casi exclusivamente en la promoción personal de Llamazares con el objetivo último de ser nombrado ministro. ¡Cuanto echamos de menos, el tan denostado en su tiempo, «programa, programa, programa» de Julio Anguita! Que Gaspar Llamazares esté muy presente en Internet no le va reportar ningún voto a IU, más le valdría a IU dejar de un lado el llamazarismo y las ganas de ser ministro para centrarse en la defensa de las clases más humildes.
La derecha, por su parte, parece que ha descubierto por fin que los obreros son personas, pues tienen ojos, y espera conseguir su voto zanjando las cuestiones territoriales y el genocidio franquista mediante la imposición del vetusto lema de «España, una grande y libre». Rajoy acierta en que el paro debe ser la cuestión central de la campaña electoral, pero su voluntarismo para superar el conflicto nacional y la memora histórica sería cómico si no fuera por que todos conocemos lo que ha supuesto el nacionalismo españolista que él y su partido representan a la perfección.
Volviendo a las propuestas para evitar la crisis económica, todos deberíamos saber que la derecha tiene unas recetas muy particulares para mitigar la crisis que se nos viene, basadas siempre en el recorte de lo público y, en consecuencia, eliminar el papel redistributivo del estado. El discurso del PP esta plagado de referencias a la solidaridad e igualdad de los españoles, pero no de solidaridad e igualdad entre ricos y pobres, sino que los neocon hispánicos piden la aplicación de estos principios a los territorios, algo de difícil compresión, pues los territorios ni pagan impuestos ni reciben subvenciones. Sólo debería tener sentido de hablar de redistribución y solidaridad aplicada a personas, en palabras de Rajoy, con cara y ojos. Muy al contrario, las propuestas económicas del Partido Popular tienen realmente como meta aumentar las desigualdades sociales, por poner un ejemplo entre muchos, el empresario multimillonario y el fichaje estrella del PP, Manuel Pizarro, ha propuesto privatizar las pensiones públicas, planteando que las pensiones se creen mediante ahorros privados, de forma que «recibiría más fondos quien fuera más productivo».
Este es el momento para que la izquierda haga propuestas valientes para superar la crisis, y no estamos hablando de medidas electoralistas e injustas como la ayuda lineal por nacimiento de hijo o los supuestos «400 euros» por trabajador o jubilado, sino de políticas que tiendan a aumentar el gasto social, el cual se encuentra está muy por debajo de los países de nuestro entorno. En las economías domésticas se ahorra para poder sobrevivir en los tiempos de «vacas flacas», igual receta se puede aplicar a las cuentas públicas, encontrándonos en el inicio de una recesión económica, es buen momento para invertir el superávit de las cuentas públicas que se consiguió mediante la contención en el gasto durante los años de bonanza. Esta por ver si el PSOE se atreve, por ejemplo, a proponer el aumento de las exiguas prestaciones por desempleo que sería una medida de justicia para los parados y de probada eficacia para recuperar el consumo familiar.
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