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Debate sobre las relaciones entre Barcelona e Israel en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona

El Ayuntamiento de Barcelona, un seguro a todo riesgo contra los destrozos de los tanques israelíes, se prepara para recibir a dirigentes sionistas

Fuentes: Rebelión

La plaza Barcelona Con el objetivo de abrir un debate entre la ciudadanía sobre el modo en que el doble discurso (ayudamos a Gaza en lo humanitario) y la inacción ante el comportamiento israelí (pero no vamos a modificar nuestra relación con Tel Aviv) definen la pauta de comportamiento del consistorio barcelonés (y el conjunto […]

La plaza Barcelona

Con el objetivo de abrir un debate entre la ciudadanía sobre el modo en que el doble discurso (ayudamos a Gaza en lo humanitario) y la inacción ante el comportamiento israelí (pero no vamos a modificar nuestra relación con Tel Aviv) definen la pauta de comportamiento del consistorio barcelonés (y el conjunto de la administración pública) el próximo domingo 31 de mayo se proyecta (http://www.cccb.org/es/audiovisual-ovni_2009_rizomas-29477), en el marco de la muestra audiovisual OVNI (http://www.desorg.org/dev/index.php?lang=es), el cortometraje documental «Barcelona -Gaza: el parque de la paz» filmado el 17 de enero de 2009 sobre los restos de la Plaza Barcelona, en el barrio de Tel Hawa, al sur de la ciudad de Gaza.

Esta pieza ha sido editada con el apoyo de la Campaña Amb Palestina al Cor, que un grupo de organizaciones de la sociedad civil catalana mantiene con el objetivo de sensibilizar a la población sobre el enfoque de derechos en los territorios ocupados.

Para ubicar el contexto de lo visto y vivido en la Plaza Barcelona, recordemos lo escrito en aquel momento, la mañana del 17 de enero de 2008.

«Los tanques han dibujado con sus orugas una rayuela de destrucción sobre toda la Plaza Barcelona, levantando el asfalto, destruyendo las graderías a través de las cuales entraron, pasando por encima de las porterías y canastas de baloncesto, arrasando el quiosco, rompiendo toda la valla que cerraba su perímetro, arrancando árboles, pasando por encima de ellos. Todo lo imaginable. Se han limitado a pasearse hasta destruirla, destrozando incluso el cartel que explicaba la donación de la ciudad de Barcelona a la ciudad de Gaza y arrancando las letras que daban nombre a este parque. «Barcelona-Gaza, Plaza de la paz».

Los edificios de los alrededores están seriamente dañados, con impactos de artillería que dejan al aire las habitaciones, todas las vías de acceso destruidas y, como se puede ver en las fotografías, con los vecinos cortando la última madera disponible, la de las sillas, para poder calentarse y cocinar en este frío invierno sin alimentos».


El Hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv

Desde 1998 (once largos años) la ciudad condal es «hermana» de la capital de Israel. Dicho acuerdo se firmó en el marco de un proceso de paz que, si en aquel momento agonizaba, hoy ya puede darse por definitivamente muerto. En 1998, no sólo Tel Aviv se hermanaba con Barcelona. También lo hacía Gaza. Una década más tarde, Gaza sobrevive, sitiada y bombardeada por el ejército de Israel mientras Barcelona y Tel Aviv planean continuar con sus estrechas relaciones. Gaza encerrada, Tel Aviv planeando actividades culturales y Barcelona pagando. Con nuestros impuestos. Nada es inventado. No tenemos más que ir, sin demasiada investigación, al diario Haaretz del 10 de febrero de 2008 que definía el hermanamiento entre Gaza, Barcelona y Tel Aviv como «un esfuerzo por apoyar el Proceso de Oslo y fomentar proyectos culturales conjuntos financiados por el Ayuntamiento de Barcelona».

Cuando cambian, de manera relevante, las circunstancias de un acuerdo firmado a tres bandas, la lógica invita a replantearse la continuidad de dicho acuerdo o, al menos, una modificación sustancial del mismo. El caso de la Plaza Barcelona plantea serias dudas, una vez más, sobre la lógica del enfoque que se sigue desde nuestras políticas de cooperación, respecto a la situación de Gaza.

¿Reconstrucción?. Por supuesto. Los habitantes de la ciudad de Gaza necesitan recuperar sus espacios públicos. Pero ¿debemos asumir como política pública incuestionable la mera reconstrucción de lo que Israel destruye? ¿Deben limitarse a cubrir nuestros impuestos los gastos de la ocupación israelí de Palestina, incluyendo la destrucción de equipamientos públicos?

Si ellos destruyen -no sólo los espacios públicos de los palestinos sino lo que nuestros impuestos pagan- y nuestras autoridades deciden reconstruir ¿no sería correcto adoptar paralelamente medidas, legales o políticas, que señalasen que la situación es insostenible y el modelo se ha agotado? ¿Qué opción adoptará el consistorio barcelonés al respecto?

Me temo que nadie en el Ayuntamiento de Barcelona se plantea la más mínima alternativa, ni siquiera abrir en público una reflexión sobre un nuevo enfoque o paradigma a la hora de dirigir sus políticas respecto a la situación de Gaza.

No es suficiente, a estas alturas, con extender la chequera y pagar en silencio. Sancionando como válido el comportamiento israelí, sin rechistar, tapándolo, corriendo un estúpido velo, cual aseguradora a todo riesgo que cubre lo que sus tanques destruyen.

Es hora de mirar a la cara a quien rompe y decirle que no es bien recibido como un igual mientras no modifique su comportamiento. Es hora de que entiendan que nadie va a pagar más y serán ellos, los traviesos conductores de tanque que destrozaron la Plaza Barcelona, y quienes les enviaron a perpetrar tal violento paseo, quienes deben asumir responsabilidades por sus actos, no nuestros impuestos barceloneses.

En todo caso, las autoridades españolas, catalanas, vascas y barcelonesas (y todas las demás) han tomado partido. Partido del lado de Israel. Aquí no va a pasar nada. Ya puede construirse el Muro, ya puede bloquearse Gaza, ya pueden morir miles de palestinos, que nuestras autoridades han blindado su rostro, sus palabras y su decisión. Todo está decidido Ya podemos sensibilizar, incrementar exponencialmente nuestra industria de la paz (decenas de personas dedicadas, con fondos públicos, a redactar textos, organizar charlas, imprimir documentos, coordinar jornadas, rellenar millones de formularios y recoger cientos de facturas) que nadie moverá un dedo para detener el comportamiento israelí.

Podemos indignarnos, protestar, escribir cartas, reunirnos y justificarnos a nosotros mismos, incluso pueden salir a la calle miles de personas a protestar contra las masacres, que las autoridades consideran a Benjamín Netanyahu y Avigdor Liebermann socios en «un proceso de paz que es necesario relanzar». Incluso se legisla a su favor y según sus necesidades y siguiendo sus instrucciones (las de Israel).

Aún viene lo peor

España asume la Presidencia de turno de la UE en enero de 2010. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha marcado la línea a seguir y esa línea avanza de la mano de Israel. Es probable que algunos de los mejores de proyectos de solidaridad desarrollados por ong´s españolas en Palestina comiencen a peligrar, comiencen a perder sus subvenciones y financiación. Responderán que el hartazgo hace mella, que se financian proyectos que no alcanzan los objetivos planteados y no tiene sentido continuar apoyándolos. Es necesario aumentar dinero para lo humanitario, y todos nuestros esfuerzos deben centrarse en reforzar el proceso de paz. Signifique lo que signifique dicho proceso de paz. Es decir, nada. Lo importante es salir en la foto junto a las autoridades israelíes.

Hace pocos días nuestros diputados cedieron ante las presiones del gobierno israelí y aprobaron una modificación sobrevenida de la Ley orgánica del Poder Judicial para garantizarles impunidad legal a los militares israelíes en nuestro país. La jurisdicción universal será modificada cuando existe una causa abierta, previsiblemente detenida y archivada en breve, gracias a la votación del Congreso.

Probablemente, el siguiente paso, ya avanzado y planteado, es cortar progresivamente la financiación de las ONG´s que se mueven, para que no salgan en la foto. Ha comenzado a suceder. Si una actividad de sensibilización va a emitir un comunicado demasiado duro contra la política israelí o sienta en torno a una mesa a organizaciones que no son del agrado de nuestro gobierno, esa actividad se cancela. Si un cartel, anunciando una determinada actividad, se refiere a la Campaña de Boicot al Estado de Israel o al régimen de Apartheid, se retiran los logos de las entidades públicas financiadoras del mismo, dejando entrever que quizás dicha actividad no recibirá financiación de nuevo, si un proyecto de cooperación sobre el terreno, por mejor valorado técnicamente que sea, molesta a los israelíes, puede perder su financiación de un plumazo, si una pieza documental es demasiado explícita, conviene rebajarla ya que quien la paga podría enfadarse. En este caso se trata, directamente, de autocensura. La peor de las limitaciones, la del miedo.

Lo peor no es la censura sino la autocensura. Cuando comienza la autocensura, ya que los poderes públicos han dado sobradas muestras de cual es la tendencia a frenar, sólo queda el activismo, como siempre, el regreso a los orígenes, los que probablemente nunca debieron abandonarse.

En enero, insisto, España asume la Presidencia de Turno de la UE. Y Barcelona, sí, recuerden, el lugar donde vivimos y pagamos impuestos, la ciudad hermanada con Tel Aviv, albergará una cumbre de la Unión por el Mediterráneo. Probablemente suceda en la primavera, dentro de menos de un año. Y probablemente Benjamín Netanyahu y Avigdor Liebermann se conviertan en invitados de honor de nuestro Ayuntamiento. Por eso hay quien quiere que la sociedad civil se quede calladita y no proteste. No vaya a estropear la foto de familia. Aviso a navegantes. Comienza un ciclo de movilización que terminará ante la foto de familia de esa cumbre. George Orwell comenzó relatando cómo se terminaba con un elefante en Asia. Terminó por intercambiar máuser y pluma en fértil convivencia. Paseando Barcelona. «…después, cómo no, hubo interminables conversaciones sobre la muerte del elefante. El dueño estaba furioso, pero no era más que un indio y no pudo hacer nada. Además, según la ley yo había hecho lo correcto, ya que a un elefante loco hay que matarlo, como a un perro loco, si su dueño no consigue dominarlo…» Palestinos con trompa, elefantiásicos en su deformidad; todos ellos terroristas cuyas vidas no valen más que la estadística, coreografiada en función de la cantidad y ritmo de su exterminio. Sin ensuciar las páginas de estilo. Décadas después, Asia regresa a Barcelona. Honrados ciudadanos de occidente a la espera de mejores tiempos para abandonar la pluma, y la cámara, buscando recuperar el máuser que utilizó quien sabía lo que significaba disparar contra un elefante.

El domingo día 31 de mayo en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona trataremos de abrir, una vez más, este debate.