Son dos sectores esenciales en el empleo y en la vertebración del territorio, pero viven momentos muy diferentes: mientras las hoteleras prevén ocupaciones récord, aunque ya hubo cancelaciones en la anterior ola de calor, la agricultura y la ganadería arrastran meses de producciones a la baja.
Una combinación de buenas noticias económicas a la que sobrevuelan varios fantasmas. Los últimos datos de empleo y de crecimiento económico invitan a echar las campanas al vuelo. España ha superado, por primera vez, los 20,6 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social, mientras que exportaciones e inversión tiran al alza del Producto Interior Bruto (PIB).
Y, al mismo tiempo, las decisiones de política monetaria del Banco Central Europeo, para tratar de frenar la inflación, junto a elementos imposibles de controlar, como las sucesivas olas de calor –cada vez más tempranas– y la sequía, amenazan con empañar esa positiva evolución económica. Estas dos últimas, sobre todo, sobrevuelan sectores que son fundamentales, como son el turismo, la agricultura y la ganadería. Juntas, estas actividades representan cerca del 11% del PIB español. El turismo tiene más peso, porque aporta cerca de ocho puntos porcentuales, pero el sector primario es esencial para la vertebración del territorio, dada su relevancia en las zonas rurales.
Además, turismo y sector primario, son claves para el empleo. La actividad turística ha sido uno de los motores de creación de puestos de trabajo durante el mes de abril, con casi 120.000 trabajadores más en la hostelería, en una Semana Santa con ratios de ocupación hotelera récord. Al cierre del cuarto mes del año, hoteles, bares y restaurantes sumaban más de 1,8 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social.
Mientras, el campo, representa más de 748.000 personas ocupadas, según la última Encuesta de Población Activa (EPA) que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Fundamentalmente, hombres, más de 567.000. Una ocupación que ya va a la baja, porque al cierre del primer trimestre se encontraba a una distancia de 68.600 ocupados respecto a la media de los cinco años anteriores, según destaca el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en uno de sus últimos informes sobre empleo.
Empañar unas previsiones turísticas récord
La situación actual del turismo y del campo es muy diferente. El primero vive un momento dulce, que puede verse empañado por un calor que no tiene precedentes y donde ya hay voces que creen que las altas temperaturas y la falta de lluvia pueden dañar un año que se espera histórico. En cambio, el campo ya viene de un ejercicio malo. 2022 estuvo marcado por la sequía, los incendios y el desencanto de muchos productores por la falta de rentabilidad de sus explotaciones agrícolas y ganaderas.
El sector turístico lleva meses viendo cómo la demanda sigue al alza a pesar de que los precios de los vuelos y de los hoteles están disparados. Pero hay actores que ya han pulsado el botón de alarma. De momento, son avisos. Uno de ellos llega del Índice de actividad comercial del sector servicios español que elaboran Hamburg Commercial Bank y S&P Global, el denominado HCOB PMI.
Este índice se situó en abril en el 57,9, frente al 59,4 de marzo. Este indicador se basa en una sola pregunta que se realiza a 350 empresas del sector servicios: cómo va su actividad en comparación con el mes anterior. En el aspecto positivo, las empresas destacan la demanda exterior y el crecimiento del empleo. En el negativo, que en el turismo no todo es brillo. “Si bien el HCOB PMI es un buen indicador de la salud de la economía española, muchos observadores estarán muy atentos al termómetro en particular, dada la ola de calor que se está gestando y que afecta a toda España”, constata Cyrus de la Rubia, economista jefe de Hamburg Commercial Bank. “Dependiendo de la gravedad, es probable que haya efectos económicos negativos, posiblemente también en el turismo”, asegura.
Otros avisos llegan de artículos publicados en medios de comunicación internacionales, como Sky o The New York Times. El primero, titulado ‘Esta zona de España podría volverse demasiado calurosa para los turistas‘, pone el foco en las atípicas altas temperaturas de abril en Andalucía. El segundo, en que este calor anticipado avisa de lo que viene por delante. El verano pasado se dieron algunas cancelaciones de reservas por la ola de calor, aunque fuentes del sector aseguran que fueron mínimas,
Expectativas positivas, aunque depende de cada zona
De momento, esas sirenas de alerta no llegan al sector que mantiene un claro optimismo. Lo tiene, por ejemplo, el Gobierno. Las previsiones de cara al verano “son extraordinarias”, aseguraba a finales de abril el ministro de Industria, Comercio y Turismo, Héctor Gómez. “Las previsiones de la patronal y las diferentes organizaciones empresariales hablan de una ocupación en algunas comunidades del 100% y supera el 85% o incluso el 90%, en otras. Vamos a ser prudentes en este tipo de consideraciones, pero para lo que resta del año, no solo en verano, la previsiones son extremadamente buenas”, aseguró.
Fuentes de su Ministerio indican a elDiario.es que, actualmente, “no hay ningún estudio oficial que contemple la metereología como factor que pueda afectar al turismo” y que esas positivas previsiones constatan la evolución en el número de viajeros en lo que va de año y las reservas, también de vuelos, para el verano. Si hay temor al efecto de la sequía y el calor se podrá ver en los próximos días, cuando se reunirá la Conferencia Sectorial de Turismo, donde están presentes las diferentes administraciones territoriales.
En el mismo sentido apuntan algunas de las principales empresas del sector. “En general las previsiones para el verano en España son muy positivas, con mejoras tanto en volumen de ventas como en tarifa media respecto a 2022, que ya fue muy buen año”, explican fuentes de Meliá. “Todos nuestros mercados emisores –salvo Rusia, obviamente– se están comportando muy bien, especialmente España, Reino Unido y Estados Unidos”, añaden y apuntan que gran parte del crecimiento viene de sus hoteles de alta gama, los de lujo.
Esa perspectiva también la ve la cadena NH. “Las previsiones que tenemos en España para este verano son positivas respecto a las del año pasado en la práctica totalidad de destinos. A día de hoy, el grado de ocupación para el verano de este año es superior al equivalente para el verano del año pasado. De hecho, las cifras son mejores tanto en destinos claramente estivales, como el norte de España o Marbella, como en hoteles urbanos como Madrid, Granada, Córdoba u Oviedo”, explica, a pesar de que estos últimos no son destinos típicamente veraniegos.
“En términos generales, tenemos unas previsiones muy positivas para esta temporada de verano, apuntamos a una cifra global de entre el 75% y el 85 % para los hoteles que operamos en España a lo largo de los meses de verano”, adelanta Palladium. “Concretando un poco más, para la temporada alta –julio y agosto– en Baleares prevemos alcanzar un 90% o 95% de ocupación; mientras que en el caso de Tenerife o Costa del Sol, hablamos de ocupaciones entorno al 80% – 85%, respectivamente”, afirma esta hotelera.
El sector primario reclama más ayudas por la sequía
Que la sequía afecta al campo es obvio. “La sequía está teniendo un impacto negativo en el sector agrario y en el de la alimentación”, señala BBVA Research en un análisis publicado a finales de abril sobre la evolución económica de Andalucía, que sirve como ejemplo de cómo afecta esta situación a los territorios más golpeados por la falta de lluvia. “El mal comportamiento de la agricultura frena el avance en las áreas no urbanas ni turísticas e impide que Andalucía cree más empleo que el conjunto de España”, ahonda.
La sequía, apunta BBVA Research, amenaza a la producción y a las rentas agrarias y destaca tres variables. Por un lado, la producción de aceite (Andalucía aporta el 75% del total nacional) que se prevé que sea la mitad respecto a la campaña anterior. Por otro, que el agua embalsada en las cuencas andaluzas se encuentra 34 puntos porcentuales por debajo de la media de los últimos 10 años. Y, también, el problema en la producción de frutos rojos de Huelva, que es un 20% inferior con precios internacionales que van a la baja.
En este contexto, el campo pide más ayudas. Entre ellas, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) reclama un adelanto de fondos de la Política Agraria Común (PAC) europea, permitir que los fondos de reserva y los remanentes presupuestarios de la UE se puedan utilizar para paliar la situación de los sectores afectados y pagos para quienes no pueden sembrar las superficies habituales, como, sucede con el algodón, el tomate para la industria, el arroz o la remolacha.
Esas peticiones de fondos europeos también las ha solicitado a Bruselas el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. De momento, las ayudas son fundamentalmente fiscales. El 25 de abril, el Gobierno dio luz verde a una rebaja en el IRPF para cerca de 800.000 agricultores y ganaderos, para hacer frente tanto al impacto de la sequía como de la guerra en Ucrania, valorada en 1.800 millones de euros. Pero queda por hacer. El pasado jueves, Planas asumió que el Ministerio trabaja en nuevas medidas de apoyo al conjunto del sector primario contra la sequía y el alza de precios, pero aún están por concretar.