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El candidato vende humo

Fuentes: Rebelión

Después del hundimiento del PSOE en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el comité federal del partido decidió que no era necesario un congreso para analizar el fracaso y elaborar una alternativa sino que bastaba con nombrar a dedo un candidato a la presidencia de gobierno, llamar «primarias» a esa operación y montar una gran […]


Después del hundimiento del PSOE en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el comité federal del partido decidió que no era necesario un congreso para analizar el fracaso y elaborar una alternativa sino que bastaba con nombrar a dedo un candidato a la presidencia de gobierno, llamar «primarias» a esa operación y montar una gran puesta en escena. Tan ambiciosa ha sido ésta que -según fuentes oficiales- para no oscurecerla, se han pospuesto los cambios en el gobierno de la nación y hasta la toma de posesión del nuevo gobierno canario en el que se repartirán el poder como buenos hermanos la derecha regional y el partido socialista. Radio Nacional de España, habitualmente desentendida de la realidad social, ha transmitido en directo tan trascendental discurso. ¡Faltaba más!

Como si nada hubiera pasado después de más de siete años de gobierno del PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza, y como si él hubiera estado mientras tanto tocando la flauta a la orilla del río y no de ministro y de vicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba ofrece ahora el oro y el moro, rodeado y aplaudido por los mismos dirigentes socialistas que han llevado el país a la ruina. Como un nuevo José María El Tempranillo (aunque éste iba por libre y no era cántabro), ha prometido, entre otras cosas, pedirle dinero a los bancos para dárselo a los pobres y estudiar una modificación del sistema electoral «a la alemana», reforma en la que algunos analistas ven un guiño al Movimiento 15-M (pero, ¿tan tontos consideran estos aduladores a las decenas de miles de ciudadanos que denuncian el sometimiento de la política a la banca, el bipartidismo PP/PSOE y la corrupción generalizada?). Esa misma promesa le hizo Zapatero a Gaspar Llamazares cuando en el Congreso de Diputados le daba palmaditas en la espalda; al llegar la hora de plasmarla en una ley orgánica, se olvidó de lo prometido y, en el pleno del Congreso de Diputados celebrado el 21 de diciembre de 2010, se retocó la Ley Electoral sólo en aquellos aspectos que beneficiaban el sistema bipartidista, recibiendo el apoyo unánime de la derecha, es decir, PP, CIU y PNV.

Podría pensarse que el candidato hubiera experimentado en las últimas semanas una transfiguración, un súbito cambio en su visión de la política y hubiera comenzado un sincero proceso de autocrítica respecto a su trayectoria como vicepresidente de gobierno, como ministro y como dirigente del PSOE. Pero nada de esto ha ocurrido. Por el contrario, en el mitin difundido urbi et orbi declaró sentirse muy orgulloso de haber pertenecido a los gobiernos de Felipe González y de Rodríguez Zapatero. Más aun, afirmó «haber aprendido mucho de ellos» (!) y, en el colmo de la adulación, llegó a decir «haberles visto [a ambos, o sea, a González y Zapatero] dejarse la piel por España». Su padrino en el acto de presentación oficial ha sido de altísima relevancia: el ex secretario general de la OTAN Javier Solana (el mismo que ordenó bombardear Yugoslavia, quizá el más leal servidor en España de la política exterior de los EEUU), quien precisamente en 1988 le dio su primer cargo relevante de secretario de Estado de Educación cuando ocupaba este ministerio, y al que sucedió después al frente del mismo en 1992.

Hay algunos hechos de la máxima importancia que no deben ignorarse en la ya larga biografía política del candidato. Apuntemos sólo unos pocos:

─ Siendo ministro de la Presidencia y de Relaciones con las Cortes (1993-1996) negó reiteradamente en el Congreso de Diputados que el gobierno presidido por Felipe González tuviera relación alguna con los GAL. Mintió, pues, al Parlamento, lo cual lo habría inhabilitado para la vida pública en cualquier régimen democrático.

─ Encabezó la delegación del PSOE que, a propuesta de este partido, negoció con el PP el Pacto Antiterrorista, firmado el 8 de diciembre de 2000, que significó la marginación del nacionalismo vasco y un balón de oxígeno a la política reaccionaria del entonces presidente José María Aznar.

Hizo todo lo posible a través de los aparatos del Estado por impedir la presencia electoral de Bildu en las pasadas elecciones y mostró su satisfacción por la decisión del Tribunal Supremo de anular sus listas. Después del éxito de esta coalición vasca, lamentó que el voto democrático tuviera su reflejo institucional y que no hubieran dado fruto las maniobras habituales que él tan bien conoce:»las cosas se podían haber hecho de otra manera para que Bildu hubiera tenido menos poder institucional [que el obtenido en las urnas]».

No ha criticado en ningún momento la política económica antisocial emprendida por el gobierno «socialista» del que forma parte, y que representa el mayor ataque a los derechos de los trabajadores y de las clases populares desde la transición. Tampoco se ha opuesto nunca a las guerras contra Afganistán y Libia en las que participa en la actualidad el ejército español bajo el mando de la OTAN, ni ha censurado el apartheid ejercido por Israel sobre el pueblo palestino. Resulta evidente, pero hay que repetirlo para algunos despistados: como vicepresidente del gobierno y ministro del interior es responsable solidario de esa política exterior militarista.

Dicen algunos que con su discurso el candidato Rubalcaba ha dado «un giro a la izquierda» (lo que, al parecer, han estado esperando algunas almas cándidas del PSOE y hasta de IU). Como el papel lo aguanta todo, las palabras se las lleva el viento y los programas electorales se hacen para no cumplirlos (releamos, por ejemplo, el anterior del PSOE y comparémoslo con su concreta acción de gobierno), poco cuesta prometer cuando de lo que se trata ahora es de vender el producto. «¿Es creíble a estas alturas este Rubalcaba?», se pregunta Javier Casqueiro en El País. Más allá de la propaganda política, de la omnipresente publicidad, de los intereses creados de los grandes grupos financieros, de tantos como viven en España muy ricamente de la cosa pública e incluso de la ingenuidad de unos pocos, yo me atengo como piedra de toque a esta máxima evangélica: «Por sus obras los conoceréis».

Para mí, ante el inexorable hundimiento del PSOE por culpa de su neoliberalismo económico y de su atlantismo en política exterior, el candidato Rubalcaba sólo hace una cosa: vende humo. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.