Como todos los lunes a las 18.00 horas, el colectivo de «Iaioflautes», los mayores «indignados» del 15-M, se concentran con sus pancartas y chalecos reflectantes en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Una de las primeras en llegar es Marie Françoise Rotter, una docente francesa de 67 años, ya jubilada, que vive en Valencia desde […]
Como todos los lunes a las 18.00 horas, el colectivo de «Iaioflautes», los mayores «indignados» del 15-M, se concentran con sus pancartas y chalecos reflectantes en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Una de las primeras en llegar es Marie Françoise Rotter, una docente francesa de 67 años, ya jubilada, que vive en Valencia desde hace algo más de un año. Lejos de academicismos y ortodoxias, su lenguaje e ideas aportan frescura y savia nueva. Se define como libertaria («toda la vida lo he sido aunque sin saberlo») y valora especialmente de los «Iaioflautes» su generosidad: «Luchamos por conservar los derechos fundamentales para que los disfruten nuestros hijos y nietos». Opina, además, que es muy importante la formación, «porque hay una mayoría silenciosa que no se moviliza porque no sabe». Marie Françoise transmite una vitalidad y juventud muy necesarias para la renovación de la lucha.
¿Cómo empezó tu implicación en el colectivo de «Iaioflautes»?
Tuve noticia de los «Iaioflautes» a través de las redes sociales e Internet y me acerqué, entonces, a una de las concentraciones. Personalmente, me llamaba la atención el movimiento 15-M y los «indignados». Antes había leído ya el famoso libro de Stephane Hessel. Pues bien, los «Iaioflautes» son los abuelos del 15-M. Empezó a interesarme su funcionamiento y decidí implicarme en septiembre del año pasado. Actualmente, participo en la Comisión de los «Iaioflautes» de Valencia. En la convocatoria de asambleas, manifestaciones, carteles y organización de «travesuras».
¿Por qué te inclinaste por este colectivo de mayores?
En principio, por sus ideas. También me influyó, como te decía, el libro «Indignados», de Stephane Hessel. Y hay otro factor, a mis 67 años entre los abuelos y abuelas me siento más a gusto. Aunque no únicamente participo en los «Iaioflautes». En la medida que puedo, colaboro asimismo con el Frente Cívico.
¿Qué experiencia recuerdas especialmente de tu trabajo en los «Iaioflautes»?
Te diría que en mayo de 2013, cuando celebramos el primer aniversario del movimiento en Valencia. Tuvo lugar entonces una concentración de 200 mayores del colectivo, que llegaron de Madrid, Barcelona, Murcia y otras ciudades. Y también destacaría nuestras acciones, que denominamos «travesuras».
¿En qué consisten?
La «travesura» consiste en entrar sin violencia en un lugar público y pedir que se nos reciba para leer un manifiesto, que previamente hemos redactado. En Valencia hemos entrado en bancos, consejerías del gobierno autonómico, la Ciudad de la Justicia… También intentamos ingresar en la sede del Obispado. Este tipo de acciones son algo que nunca antes había visto, y me parecen un modo muy original de llamar la atención.
¿Consideras que las «travesuras» responden a un modo diferente de lucha social?
Sí, y también porque es una vía pacifista de lucha. Creo que somos muy pro-Gandhi. De hecho, las acciones que se realizan sin violencia me parece que siempre son más duraderas. Mira lo que ocurrió con la Revolución Francesa: tras sólo 30 años, Luis XVIII estaba otra vez en el trono. Por eso es tan importante la desobediencia civil no violenta.
¿Cuál sería, en tu opinión, la principal aportación del movimiento de «Iaioflautes»?
Muchos de mis compañeros han sido luchadores toda la vida, por ejemplo, en los sindicatos y otras organizaciones contra el franquismo. Tienen en eso mucha más experiencia que yo. Por eso hemos de valorarlos como un referente en la lucha. Pueden aportar su gran experiencia. ¿De qué manera? Por ejemplo, con su tranquilidad y sosiego ante la gente que pretende hacer la revolución en dos días. Es cierto que las cosas han de cambiar, pero con sus fases, ritmos y pausas. Por eso, una de las principales consignas de los «Iaioflautes», casi desde su nacimiento, es «caminamos despacio porque vamos lejos».
¿Qué te aporta la implicación en este colectivo de mayores?
Sobre todo, compartir ideas y divulgarlas entre la gente. Como antigua docente (trabajé diez años como profesora de lengua en un colegio de la región de Lorena) intento educar a las personas. Esa es mi vocación. Porque hay mucha gente, dentro de la llamada «mayoría silenciosa», que no se movilizan porque no saben. Y para eso estamos los «Iaioflatutes»…
¿Qué destacarías de los «Iaioflautes» respecto a otros movimientos sociales?
En el resto de organizaciones la lucha es más lógica y natural. Es gente más joven, y podrán beneficiarse de lo que conquisten. Pero los «Iaioflautes» defienden los intereses de sus hijos y nietos. Con una pequeña pensión, que ahora se nos recorta, mantienen en muchos casos a sus familias. Te diría que es lo que más me agrada de los «Iaioflautes», su falta de egoísmo. Nos movemos para que los derechos conquistados puedan disfrutarlos nuestros hijos y nuestros nietos.
Por otra parte, ¿cómo están afectando los «recortes» a las personas mayores?
Son inicuos, porque hablamos de pensiones muy bajas. Hay una cosa muy clara: estamos volviendo al siglo XIX. Ahora bien, en España ocurre algo especialmente duro. Así como en Francia hay una izquierda, una derecha y una extrema derecha política, en España es el PP el partido que integra a la ultraderecha. A veces, cuando escuchas a los portavoces del PP, parece que sea el mismo Hitler quien habla.
Personalmente, ¿qué te mueve a la lucha?
Este mundo no puede continuar así. El capitalismo es hoy un muerto viviente que los de «arriba» mantienen en estado vegetativo bajo transfusión. Particularmente, pienso que cualquier forma de capitalismo resulta inviable: no es sino dinero en circulación para producir más dinero. Por esa razón lucho, porque creo que otro mundo es posible aunque puede que los mayores no lo veamos.
¿Cómo te definirías ideológicamente?
Soy libertaria. Y lo he sido toda la vida sin saberlo. He educado a mi hijo, José Luis, de manera que me ha salido un anarquista convencido. Él ha hecho cosas que no he podido hacer yo a lo largo de mi vida. Además, gracias a él, militante anarcosindicalista, y a un hermano, he ido adquiriendo conciencia política. Por otra parte, soy hija de padre socialista y madre gaullista. Cuando vivía en Francia votaba a De Gaulle, aunque me consideraba una gaullista de izquierdas. Actualmente voto al Frente de Izquierda de Melenchon.
¿Cómo entiendes el ideal libertario?
Creo que tiene que ver con mi naturaleza profunda. Pienso que las cosas valen si se parte del acuerdo libre entre la gente, no por el mandato de los de «arriba» ni por lo que se afirme en los libros. Por eso fue para mí un detonante, como una «chispa» para la toma de conciencia, la llamada «primavera valenciana» y la represión estudiantil de hace más de un año. La imagen fue terrible. Me encontré en la calle con un grupo de jóvenes que corrían delante de la policía antidisturbios, de negro y con la porra en alto. Yo estaba cerca y llegaron a empujarme.
Por último, ¿cómo valoras la relación entre partidos de izquierda y movimientos sociales?
Me parece que son más bien contradictorios. En ese sentido soy también bastante libertaria. Los aparatos de los partidos imponen sus mandatos desde «arriba» para que las bases los apliquen. Por el contrario, en los movimientos sociales -el 15-M, la PAH, el Frente Cívico o los «Iaioflautes»- decidimos las cosas entre nosotros. Mediante la asamblea. Las cosas funcionarán el día que todas las organizaciones sociales vayamos juntos en la misma dirección.
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