En nuestro país, la extorsión y el saqueo tienen un plus siniestro del que no gozan con el mismo esplendor los países vecinos: las omnipresentes caretas de los más eminentes delegados de Dios atizando la hoguera para que mejor ardan quienes ponen objeciones públicas a morirse de hambre, a ver a sus familias sin recursos, […]
En nuestro país, la extorsión y el saqueo tienen un plus siniestro del que no gozan con el mismo esplendor los países vecinos: las omnipresentes caretas de los más eminentes delegados de Dios atizando la hoguera para que mejor ardan quienes ponen objeciones públicas a morirse de hambre, a ver a sus familias sin recursos, a sus vecinos en la desesperación, «es pecado desesperarse, hay que asumir con resignación cristiana el sacrificio», para que ellos sean los únicos que no vean mermada ni en un céntimo la inmensa fortuna que succionan de los recursos comunes, totalmente libre de impuestos. Los medios de comunicación menos serviles se vienen haciendo eco de los rosarios de perlas que salen por las bocas de estos pastores de la plebe, para que ninguna oveja ose poner en peligro la obscena abundancia de sus manteles en medio de la hambruna, «inadmisible insulto a la población que sufre las consecuencias de la crisis». «A petición del presidente de la Conferencia Episcopal, se ha enviado una circular a todas las parroquias y templos para impedir la difusión del comunicado que firman Juventud Obrera Cristiana y la Hermandad de Acción Católica» pidiendo «trabajar juntos con la intención de eliminar las causas que han generado la crisis y, al mismo tiempo, superemos las estructuras económicas que tanto sufrimiento, deshumanización y pobreza están provocando a las personas».
¿Alguien ha oído una palabra, procedente de estas mismas bocas, contra la megalómana isla fiscal, laboral y moral (Las Vegas de Madrid) que los mas píos de los dirigentes madrileños andan afanados, hasta el esperpento, por instalar, en las inmediaciones de la capital, mediante la expropiación de seis millones de metros de terreno público más el desalojo de todas las viviendas necesarias para su caprichosa expansión? Un proyecto que se financiaría con el dinero del sufrimiento y las mafias que brota a raudales desde (el modelo a imitar) el paraíso de juego de Macao, una vez que la ley, de puertas para adentro, ha sido públicamente comprada para mirar para otro lado desde la distancia. Esta es la extraordinaria manera de salir de la crisis que la excelentísima Esperanza Aguirre y su amiga Botella pretenden instalar en una isla de cine negro situada en Madrid.
Nada que decir en contra, sus eminencias, siempre que la ruleta recuerde para quien trabaja Dios. Para hacer un trilero hacen falta tres cubiletes: la banca impertérrita, el político, charlatán y cómplice, el representante de los dioses. El incauto siempre espera que este último haga justicia y le favorezca con la suerte, aunque entre trinidades y trileros todo queda siempre más allá de la comprensión cubierto por algún manto de birlibirloque y culpabilidad.
Todo esfuerzo, todo camino inescrutable será licito para que no pierda lustre la marca España, ¿Lustre de ilustración o de charol? Visto lo visto la apuesta no deja lugar a dudas. Desfasado ya el tricornio, pasado a la inmortalidad sobre calaveras de plomo, la nueva imagen, negro brillante, son las relucientes porras en alto contra estudiantes atónitos. La gran apuesta del ministro de (in)cultura: recuperar los toros /expulsar los científicos. Despedir profesorado, apostar por el hampa como modelo del éxito.
Comencemos por apalear estudiantes, por cerrar centros de investigación, continuemos con la quema de libros, nada mejor para ello que un ministro de (in)cultura con su facilidad de verbo y de cinismo: «lo mejor que pueden hacer los investigadores es irse al extranjero a ampliar conocimientos»; esa receta aplicada a un estudiante, con la carrera recién terminada, es la obligación de la Universidad; aplicada a todo el personal despedido de centros de investigación punteros, es un atentado al futuro del país, es un insulto y una canallada. En Valencia, para empezar, se cierran catorce líneas de investigación con importantes trabajos en curso sobre el cáncer, el parkinson, el alzhéimer, al tiempo que se gastan millones de euros en organizar un campeonato de golf de un fin de semana…
¿Qué estamos construyendo aparte de aeropuertos vacíos y macro eventos filonazis para reunir a la juventud en torno a un ídolo con las cartas marcadas? Rafael Argullol nos regalaba hace unos días (La humanidad como negocio) un artículo donde reflexionaba sobre la afanada construcción, por políticos y adláteres, de «la marca España» una vez que el mercado sustituye al estado. Pero es que incluso en las marcas puede haber códigos éticos, incluso, aún no llegando a incorporarse a la «Economía del bien común». En vista de los pasos emprendidos por nuestros más distinguidos trileros parece que el futuro por el que se apuesta, la nueva marca es: el turista siempre tiene razón servicios forzados para lo que haga falta. Olvidémonos de derechos laborales, de derechos a la dignidad, de defensas jurídicas o leyes que nos amparen ¡Y no miremos al cielo que nos viene una pedrada!
Mucho deben temer la ira ciudadana cuando a la vez que aprietan el torniquete braman sonrientes por los medios de comunicación: «¡No os quejéis, no servirá de nada! ¡Mejor no perder tiempo y colaborar! ¿A qué nos suena esto?
Nos vemos en las calles.
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