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Amadeu Casellas 75 días en huelga de hambre

El caso de un preso anarquista

Fuentes: El Peridico de Catalunya

A menudo nos quejamos, con razón, de que a nuestra vida pública le faltan ideas, debate, capacidad de reflexión. Pero este mayor interés por las ideas debería ir acompañado también de un gran sentido de realidad, de la voluntad de concretar las ideas, de preocuparse por los problemas que tienen las personas reales. Cuando no […]

A menudo nos quejamos, con razón, de que a nuestra vida pública le faltan ideas, debate, capacidad de reflexión. Pero este mayor interés por las ideas debería ir acompañado también de un gran sentido de realidad, de la voluntad de concretar las ideas, de preocuparse por los problemas que tienen las personas reales. Cuando no se hace así, las ideas suelen ser excusas para hacer castillos en el aire, incluso castillos progresistas.

Echo de menos las dos cosas: ideas, pero también acciones concretas para luchar contra el trato injusto, contra los sufrimientos que muchos padecen. La cárcel es uno de los temas que más debate y más preocupación deberían generar entre nosotros. Por desgracia, no es así. Desde hace años he vivido varios casos de presos políticos en Catalunya y he comprobado que el sistema judicial y la institución penitenciaria son feudos tan cerrados, tan opacos, que, si no se va con mucho cuidado, pueden acabar instalándose en ellos la parcialidad, la arbitrariedad, la crueldad y el legalismo vengativo.

Puesto que quiero referirme a casos concretos, hablaré de Amadeu Casellas. Es un anarquista que atracó bancos en los 70 y 80. Hace ya bastante más de 20 años que está en prisión. Pide ser excarcelado, porque, si no, su condena acabará convirtiéndose en perpetua, lo que va contra la celebrada Constitución española. Pero también se conformaría con la concesión, como le corresponde, del tercer grado penitenciario, para ir solo a dormir a prisión. Y se le niega todo. Todo. Sospecho que porque es anarquista. Si fuese banquero, exalcalde, alguien de la farándula o un empresario lo tendría mucho mejor. Pero es anarquista. Y, a estos, no se los condena solo a la cárcel: también a la inexistencia.

Hoy [por ayer] hace 74 días que Amadeu Casellas empezó una huelga de hambre para reclamar que se le trate como se trata a todo el mundo. Esto tampoco tiene ningún efecto. Me temo que el poder se gusta principalmente a sí mismo, en el juzgado, en la cárcel o donde sea. Los que tienen poder, ¿tienen también el objetivo de reducir el sufrimiento y de hacer la vida más soportable, más humana?