Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
En el conflicto de la doctrina Parot veo algo nervioso al ministro del Interior español. Actúa como si le llegaran malas vibraciones desde Estrasburgo; tosco, infringiendo los estándares de la diplomacia, haciendo lo que haría el que sospecha que va a ser derrotado.
Tengo para mí que mira más hacia España que a Estrasburgo, que quiere mostrar una posición dura ante la opinión pública, insinuar que no cumplirá la decisión que pudiere venir de Europa o, cuando menos, que pondrá tantas trabas como pueda a su cumplimiento, que es inaceptable que Estrasburgo establezca el modo de entender la justicia…
Durante años el PP se trabajó mucho a las víctimas de ETA, prometiéndoles que se les daría cuanto pidieran. Hizo una gran activación de las víctimas, de palabra y de hecho. Tuvieron una presencia permanente en los medios de comunicación del entorno de ese partido, no para hablar de su situación y sufrimiento, sino para condicionar la política. Manifestaciones sábado sí y sábado también.
Esas víctimas de ETA -que no son todas las que hay- se han creído, les han hecho creer, les han animado a creerse el cuarto poder, al mismo nivel que los tres poderes habituales (gobierno, parlamento y justicia). El PP sabe que es cautivo de esa estrategia; no hay más que oír las quejas y críticas vertidas contra el gobierno de Rajoy por parte de algunos portavoces de las asociaciones de víctimas de ETA. Por eso el ministro Fernández Díaz ha tenido que subir el volumen, para dar una imagen de firmeza. Y ya sabemos contra qué y contra quién lanzan sus cohetes los gobiernos españoles cuando quieren transmitir sensación de fuerza.
Si el Reino de España perdiera el conflicto de la doctrina Parot, no deberíamos descartar un período duro, porque lo que pierdan en un terreno lo querrán ganar en el otro.
Martxelo Otamendi es el director del diario Berria
Berria, 24 de marzo de 2013
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