En febrero del año pasado era presentada con las mejores galas gubernamentales la televisión virtual del Instituto Cervantes, un «proyecto revolucionario» que pretendía exportar el valor cultural del Estado español. Pero seis meses después los grandes hitos que ha marcado se encuentran relacionados con el ‘mobbing’ laboral y las prácticas de subcontratación entre dos instituciones […]
En febrero del año pasado era presentada con las mejores galas gubernamentales la televisión virtual del Instituto Cervantes, un «proyecto revolucionario» que pretendía exportar el valor cultural del Estado español. Pero seis meses después los grandes hitos que ha marcado se encuentran relacionados con el ‘mobbing’ laboral y las prácticas de subcontratación entre dos instituciones públicas como son el Cervantes y la Universidad Rey Juan Carlos. Dos instituciones que, además, tienen como una de sus figuras más ilustres a Carmen Caffarel, directora de la primera institución y catedrática en la segunda.
Un revolucionario proyecto con el que «estamos democratizando el conocimiento y globalizando el acceso a la lengua y a la cultura», decía Leire Pajín, ex secretaria de Estado de Cooperación Internacional, de la televisión virtual del Instituto Cervantes el día de su inauguración en febrero. «La primera televisión cultural en español para el mundo», se enorgullecía ese día Carmen Caffarel, la actual directora del Instituto.
Pero en menos de seis meses los informativos dejaron de emitirse diariamente. El 11 de julio se colgó el último, una aventura de 102 capítulos.
Tras meses sin noticias, el proyecto parece que vuelve a echar a andar. El 19 de diciembre se hacía oficial la adjudicación de cinco becas para producción audiovisual en el Centro Virtual del Cervantes (CVC) e Informática, aunque desde el Instituto todavía no han hecho públicas sus nuevas intenciones. Unos planes para los que seguro no contarán con algunos de los máximos responsables de la anterior temporada, que durante estos meses han sido despedidos. Como reconoce uno de ellos, que prefiere que no aparezca su nombre, tras muchos meses de mobbing ahora su principal objetivo es olvidarse de su paso por el CVC. Lo único que quiere es pasar página lo antes posible, pero hace especial hincapié en que una situación así no se debería vivir en ningún centro laboral, y mucho menos en una institución pública.
Una situación que sí quiere denunciar públicamente Milagrosa Crespo, antigua editora del informativo de la televisión del Cervantes. De su experiencia en el Instituto no quedarán unas flamantes líneas en su currículum, sino las continuas crisis de ansiedad que ha sufrido durante y después de su estancia en la máxima embajada de la cultura española, y conocer a dos de sus máximos responsables: Ramón Tijeras y Manuel Nieto, director del CVC y jefe de equipo, respectivamente.
«Si no te gusta, a la puta calle» Desde su llegada al Instituto, las irregularidades y el desprecio por parte de sus superiores fueron la tónica habitual del día a día, denuncia Crespo. «Durante los primeros días de trabajo no tenía ningún contrato, me incorporé el 19 de noviembre, pero hasta el 29 no fui a la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) para formalizar mi relación laboral. La Universidad era quien realmente me contrataba, pero no volví a saber nada de ellos hasta abril, sin embargo tenía que haber habido una comisión de control cada 20 días, que no me consta que se reuniera nunca», explica Milagrosa Crespo.
Las tensas situaciones que Crespo narra que vivía el personal de la televisión fueron denunciadas por el Comité de Empresa ante Recursos Humanos con una carta, que también iba dirigida a la dirección del Instituto y a la Secretaría General Técnica: «Don Ramón Tijeras, director del área de CVC e Informática, manifiesta un comportamiento colérico, despectivo y muy poco respetuoso hacia el personal a su cargo, con repetidos cambios de humor que amedrentan al trabajador, afectan al clima del área y provocan una tensa relación laboral. Son repetidos los comentarios despectivos hacia el empleado público en general y hacia los trabajadores de su área en particular, a los que suele descalificar por marcharse a su hora o por no trabajar lo suficiente con frases lanzadas al aire del tipo ‘todo el CVC es un vago y no curra nadie’ o ‘si no te gusta, a la puta calle». Este texto fue entregado en el Registro General de la institución el 3 de abril.
Pero antes de esta carta, a mediados de marzo, los continuos choques entre Tijeras y Nieto y algunos de sus subordinados terminaron con el despido de Crespo y dos de sus compañeros. Tres de los máximos responsables de la nueva televisión no cumplieron el primer mes de emisión. Un despido justificado porque Milagrosa no había superado el período de prueba.
Meses después la URJC debería abonarle 11.000 euros, resultado del acto de conciliación en el Juzgado de lo Social nº 1 de Madrid que reconocía la improcedencia del despido. A cambio Crespo renunció a continuar con la demanda contra el Cervantes. Los problemas de Crespo empezaron con el retraso de la firma de su contrato, estos continuaron con «jornadas laborales de 10 y 11 horas, caóticos planes de trabajo, desautorizaciones continuas… y lo peor de todo, el comportamiento indeseable y obsceno en muchas ocasiones tanto a solas como con más gente de Manolo Nieto», relata la ex editora del informativo del Cervantes.
Ante las barbaridades que denuncia que tuvo que soportar, Crespo optó por acumular pruebas, pues aunque Tijeras era menos cauto y, en alguna ocasión, la insultaba en público, Nieto lo hizo a solas con tanta frecuencia que Crespo optó por defenderse. Sí consta, que alguna amenaza fue registrada, como: «Si vamos por torcido, me cago en la puta madre del que quiera y le parto la cara a ostias».
Antes de la tormenta, la calma
Todo se tranquilizó con la llegada de marzo. En la primera reunión de trabajo, siempre según Crespo, Ramón Tijeras reconoció que se iban a acabar los malos modos, pues perdía muchas energías. Incluso los enfrentamientos que parecía buscar con otros compañeros se relajaron: «Realmente la situación era que ya habían decidido despedirnos, y querían que con la excusa de la llegada de Semana Santa preparásemos material para ese impasse», explica Crespo. Pero de lo que más se lamenta esta periodista es de la indefensión que sufrió durante sus seis meses de subcontratación en el Cervantes, «lo más grave de todo no se puede contar, no hay ningún tipo de pruebas. Sólo sería nuestra palabra contra la suya», concluye.
Caffarel y la URJC en el centro de la polémica
Carmen Caffarel ha sido, durante todos estos años de Gobierno de Zapatero, una de las personas de su máxima confianza. Su primera misión fue dirigir Radio Televisión Española, una etapa que será recordada por la aprobación de la salida voluntaria del ente de 4.150 profesionales. En enero de 2007 cesó en su cargo y con la remodelación de Gobierno de ese verano llegó hasta el máximo puesto del Instituto Cervantes. Mientras tanto su vida ha estado muy relacionada con la universidad pública madrileña.
Actualmente, es catedrática de la Rey Juan Carlos, universidad que también cuenta como profesor con Ramón Tijeras, el director del Centro Virtual Cervantes. Esta universidad fue la encargada de ofrecer a los becarios como parte de sus prácticas, gracias a las cuales, en parte, la televisión del Cervantes pudo emitir virtualmente informativos a diario sus 100 primeros programas. A partir de ahora, los becarios, algunos de los cuales repiten experiencia, no son seleccionados por la Universidad y cobrarán unos 1.100 euros brutos mensuales, eso sí bajo ningún tipo de relación laboral, aunque tienen derecho a 22 días de vacaciones y esta ayuda económica está sujeta a las retenciones establecidas en la legislación vigente, como se lee en la convocatoria oficial de estas plazas.