De las 13 películas que compiten por el premio principal «Mirada de Oro» en esta 30 edición del Festival Internacional de Films de Friburgo (FIFF), cinco llegan de Latinoamérica. Y acaparan la atención de un público, que desde el origen mismo del FIFF hace 36 años, se identifica con la cinematografía de ese continente. Los […]
De las 13 películas que compiten por el premio principal «Mirada de Oro» en esta 30 edición del Festival Internacional de Films de Friburgo (FIFF), cinco llegan de Latinoamérica. Y acaparan la atención de un público, que desde el origen mismo del FIFF hace 36 años, se identifica con la cinematografía de ese continente. Los organizadores, que rinden un homenaje en su treinta aniversario a la mujer en el cine, esperan entre el 11 y el 19 de marzo a unos 40 mil espectadores en esta ciudad universitaria, fronteriza entre la Suiza francesa y la alemana.
México, Colombia y Argentina en Friburgo
«No me impongo cuotas por continente en la programación de nuestro festival, ni hago compromisos entre el origen geográfico de las películas que seleccionamos», enfatiza Thierry Jobin, Director del FIFF. «Si hemos elegido cinco películas latinoamericanas en la competición largometraje responde a la excelente calidad de las mismas», explica, al recordar que en la preparación del programa debe decidir entre más de dos mil cintas que le llegan del mundo entero.
Y Jobin analiza rápidamente los títulos que representan a América Latina en esta nueva edición de Friburgo. Un
Monstruo de mil cabezas, del director uruguayo Rodrigo Plá, «un film muy fuerte de un realizador que ya es conocido en Friburgo y que sigue desarrollando el cine de suspenso para presentar dramas humanos de profundo contenido social». Plá ganó en el 2008 con La Zona, el Premio del Público.
Semana Santa , de la directora mexicana Alejandra Márquez Abella, «una obra poética, de atmósfera, muy tocante y emotiva sobre la realidad misma de un grupo de seres humanos que pretenden sentirse en familia». En cuanto a Yo, coproducción mexicana, suiza y canadiense, es dirigida por Matías Meyer, «otro amigo del FIFF». Su película recibió el apoyo del Fondo suizo Visión Sud Este en el que contó con «nuestro sostén». «Un film profundo y delicado sobre un tema difícil como es la amistad, la sensualidad y la sexualidad de un joven adolescente con problemas».
Alias María , la película colombiana de José Luis Rugeles, «fue la primera que seleccioné», explica el Director del FIFF. «Una obra impactante en torno a un aspecto particular del conflicto bélico de ese país, en un ambiente tropical asfixiante de selva y guerra».
Luz Incidente , del director argentino Ariel Rotter, se trata de «la vuelta de otro amigo a Friburgo con una obra fascinante, en blanco y negro, con una actriz femenina excepcional», acota. La fuerte presencia mexicana -tres de las cinco cintas latinoamericanas en la competición- «responde a una realidad muy concreta. La producción de ese país es hoy abundante, diversa y de gran calidad. Existe una serie de festivales muy interesantes en distintas regiones del país. En este momento me resultó más fácil encontrar muy buenas obras en México que en otros países latinoamericanos», enfatiza Jobin.
Sinergias latinoamericanas
«El cine latinoamericano se sigue consolidando. Y vive un momento interesante», enfatiza a este corresponsal Sandino Saravia. El joven productor uruguayo presenta el film mexicano Un monstruo de mil cabezas, del director -también uruguayo- Rodrigo Plá.
¿Productor y director sudamericanos de un film azteca?, preguntamos con cierta sorpresa. «Es parte de una nueva dinámica que se da en nuestro continente. Múltiples colaboraciones entre diferentes países, estimuladas por los entes estatales del cine, lo que potencializa la producción y la dota de una nueva energía», afirma Saravia. Quien recuerda que esa colaboración, hasta hace muy poco, solo se podía lograr con productoras europeas que sostienen al cine independiente de autor.
Y su película, una de las trece elegidas en la competición oficial, es emblemática de esta nueva cinematografía que salta fronteras. «Este tipo de coproducción se ha acrecentado en los últimos diez años», explica Saravia. Quien en México, junto con Rodrigo Plá y Laura Santullo- la guionista del film-, es socio fundador de la compañía Buenaventura Cine. En paralelo, los tres, son propietarios en Uruguay de Malbicho Cine.
Las dos firmas «además de asegurar la viabilidad de nuestras propias obras, promueven producciones de jóvenes talentos o de cineastas reconocidos como el brasilero Gabriel Mascaró y su más reciente film, Boi Neon, presentado en la muestra de Venecia y ganador ya de numerosos premios internacionales». FIFF, un espacio «privilegiado»
Mostrar las propias películas es un objetivo esencial de cada realizador y productor. Es lo que le da sentido al cine mismo, reflexiona Saravia.
Por eso es de máximo interés estar en cada lugar que se pueda. En cada festival que abra sus puertas. En cada sala que ofrezca un espacio. Y haber sido seleccionados para la competición oficial de este festival es ya un honor y un privilegio, enfatiza.
¿La importancia de un festival como el de Friburgo? Mucha y en varias direcciones. El reconocimiento de la Comisión Artística de «habernos seleccionado entre miles de películas, considerándonos como una producción de calidad y que puede movilizar a su público». Además la posibilidad que el mismo público se convierta en promotor y publicista activo del film. Sin olvidar que siempre es posible que un distribuidor que llegue al FIFF pueda interesarse en comprar el film para Suiza, acota.
Claves del nuevo cine latinoamericano
¿Cómo interpretar esta nueva etapa que vive la producción de América Latina? La respuesta del joven productor uruguayo es inmediata. «La existencia de una camada de jóvenes realizadores que están proponiendo obras muy interesantes. Muchos de ellos ya se han hecho un nombre en el concierto el cine internacional, incluyendo festivales muy prestigiosos».
El acceso a fondos nacionales que favorecen la producción fílmica, en países como Brasil, Argentina, México. Más recientemente Colombia y Chile. «Lo que potencia enormemente nuestros proyectos. Especialmente porque en esos países los entes oficiales fomentan, además, las coproducciones latinoamericanas». Adicionalmente, nuevos mecanismos de financiamiento que se dan en países como México, donde las empresas pueden destinar fondos a la producción cinematográfica obteniendo a cambio significativas deducciones impositivas, concluye.
*Sergio Ferrari, en colaboración con swissinfo.ch