(…) nuestro president ha dicho que al inmarcesible Gaudí, que ya va camino de los cielos, le define haber sido «un gran catalanista y un cristiano muy profundo». No voy a dudar ahora de que fuera ambas cosas, pero eso no lo define y citaré un ejemplo que rebate su tesis. Su hijo Josep, directivo […]
(…) nuestro president ha dicho que al inmarcesible Gaudí, que ya va camino de los cielos, le define haber sido «un gran catalanista y un cristiano muy profundo». No voy a dudar ahora de que fuera ambas cosas, pero eso no lo define y citaré un ejemplo que rebate su tesis. Su hijo Josep, directivo de Europraxis, y su otro hijo, Oriol, secretario general del Departament d’Indústria, ambos implicados en el caso Lear como asesores e informadores, son sin duda grandes catalanistas y cristianos profundos y, sin embargo, no es eso lo fundamental para definirlos.
Gregorio Morán, «La autoridad no tiene principios», La Vanguardia, 23-03-2002
Efectivamente: digan lo que digan, la autoridad no suele tener principios. Y es obvio, lo era ya entonces, que tampoco ser «un gran catalanista» y ser «un profundo cristiano» es una definición ajustada para hacer referencia a otros miembros de la saga Pujol-Ferrusola, o para hablar, claro está, del mismísimo «ex molt honorable con despacho de más de 400 metros cuadrados en Paseo de Gracia y cuentas en paraísos fiscales.»
Pero el molt intocable, se dirá, se ha disculpado (como el suegrísimo, como el penúltimo Borbón): ¡no más mentiras ni ocultaciones! Rectificar es de sabios. Veamos.
El texto, el más que meditado texto con el que Jordi Pujol i Soley se «disculpó» ante la opinión pública el pasado 25 de julio de 2014 en Barcelona, está compuesto de los siguientes apartados. El primero:
«Ante las informaciones aparecidas desde hace casi dos años alrededor de los miembros de mi familia más directa y de las insinuaciones escritas sobre el origen de los medios económicos de la misma, me veo en la obligación de poner de manifiesto los siguientes extremos.»
Dos años o más. Los miembros de «mi familia más directa» refiere a tres o cuatro de sus hijos (siete en total) y las insinuaciones -no eran insinuaciones propiamente- apuntaban a los elevadísimos medios económicos de la familia, con el foco centrado también en él y en sus numerosos contactos y negocios. ¡Iniciativa emprendedora de la mejor! Por supuesto: siempre la negativa era la respuesta. Eran ataques a él, a Él, y por ello -la inferencia es terrible- a Cataluña
El segundo paso:
«Mi padre Florenci Pujol i Brugat, dispuso como última voluntad específica que un dinero ubicado en el extranjero -diferente del comprendido en su testamento-, rendimiento de una actividad económica de la que ya se ha escrito y comentado, y que no estaban regularizados en el momento de su muerte en septiembre de 1980, fueran destinados a mis siete hijos y a mi esposa, porque él consideraba errónea y de incierto futuro mi opción por la política en lugar de seguir en el mundo de la actividad económica. Y más aún, porque habiendo vivido de cerca la época difícil de los años 30 y 40 tenía miedo de lo que podía pasar, y más de lo que podía pasarle a un político muy comprometido. La repentina muerte de mi padre tuvo lugar a escasos cinco meses de mi toma de posesión como presidente.»
Su padre fue un banquero (yo mismo le conocí cuando trabajé en su banco). Fundó, con un amigo suyo de oscuro y similar pasado, Banca Catalana. Antes, si no recuerdo mal, Banca Dorca.
El «rendimiento de una actividad económica de la que ya se ha escrito y comentado» acaso haga referencia a las informaciones en torno a una lista de defraudadores (o figura similar) que apareció en el BOE a finales de los años cincuenta. Hay historia detrás, mucha que cortar. Que el dinero no estuviera regularizado en el momento de su fallecimiento (septiembre de 1980, el molt honorable ya era entonces presidente de la Generalitat con el apoyo que no debe olvidarse de ERC), ha hecho escuela según parece: sus hijos, muchos de ellos, han tomado nota.
La lista de los supuestos herederos es más que extraña (y no es imposible que fuera discutida y consensuada familiarmente). La opción por la política de don Jordi Pujol, en absoluto comparable a la de otros grandes luchadores antifranquistas (López Raimundo, Miguel Núñez, Maria Rosa Borràs, Pilar Fibla, Manuel Sacristán, Joan Tafalla, Joaquín Miras, José Luis Martín Ramos, Leopoldo Espuny, Enrique Ruiz Capillas, etc etc) no es imposible que fuera una finalidad, una intervención calculada y meditada con detalle. Una observación para apoyar la conjetura: la protesta formulada por la familia por unir el nombre de los Pujol al de un comunismo también detenido por parte de activistas del PSUC (Sempere, Borja).
No estoy en condiciones de decir nada sobre las actividades de Florenci Pujol en los años 30 y 40 del pasado siglo. Pero sería un tema de investigación fructífera.
El tercer paso:
«En aquel momento la minoría de edad de la práctica totalidad de mis hijos me convertía en responsable legal de cualquier decisión, y pese a que mi conciencia y mi cargo me empujaban a rechazar esta herencia, la última voluntad de mi padre junto con su opinión y dudas sobre mi opción vital por la política pesaban todavía más, y finalmente decidí encargar su gestión y regularización a una persona de máxima confianza de mi padre y también mía, gestión de la que no quise saber nunca el más mínimo detalle, hasta que llegados a la mayoría de edad todos mis hijos se decidió que esta persona cediese esta gestión a uno de mis hijos. Es en este momento que mi error original contaminó directamente a mis siete hijos y a mi esposa.»
De entrada y en este caso de salida: no sabía nada del tema («quina herència Jordi?») o dice no saber la hermana del intocable, Marta Pujol si no ando errado, esposa de Francesc Cabana, en su día otro ejecutivo de Banca Catalana: me discutí con él a mediados de los setenta en un día de huelga de trabajadores al impedirle la entrada al edificio central de la entidad (actualmente un intelectual orgánico culto y muy promocionado de la burguesía catalana y «catalanista»).
«[…] pese a que mi conciencia y mi cargo me empujaban a rechazar esta herencia, la última voluntad de mi padre junto con su opinión y dudas sobre mi opción vital por la política pesaban todavía más». Poco que decir: incluso el lenguaje es insoportable.
«[…] decidí encargar su gestión y regularización a una persona de máxima confianza de mi padre y también mía, gestión de la que no quise saber nunca el más mínimo detalle.» ¿Nunca el más mínimo detalle? Ni caso. La falsedad es de libro, de manual.
«… mi error original contaminó directamente a mis siete hijos y a mi esposa.» La contaminación, si se quiere hablar en estos términos, es una insignificante nota a pie de página viendo las tropelías sin fin cometidas por muchos miembros del clan familiar.
El siguiente apartado:
«Lamentablemente no se encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia, como sí han podido hacer el resto de personas que se encontraban en una situación similar en tres ocasiones excepcionales a lo largo de treinta años de vigencia del actual sistema tributario. Finalmente ha sido en estos últimos días que los miembros de mi familia han regularizado esta herencia, con las consecuencias del nuevo marco legal aprobado para incentivar la última regularización excepcional de noviembre de 2012 y para penalizar extremadamente las regularizaciones posteriores.
Lo de «como sí han podido hacer el resto de personas que se encontraban en una situación similar» merece estudio: con reflexión y con ira. ¿De quién estará hablando? Lo de que «lamentablemente no se encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia» es tan abyecto que no exige comentario alguno. ¿NO se encontró momento o no quiso encontrarlo al depositar la confianza en «un amigo de la familia»? ¿Estos últimos días? ¿Cuándo exactamente? ¿Qué cantidad se ha regularizado?
«…con las consecuencias del nuevo marco legal aprobado para incentivar la última regularización excepcional de noviembre de 2012 y para penalizar extremadamente las regularizaciones posteriores.» El paso lo dice todo: les han regalado, Montoro lo ha hecho, la regularización de la situación (apenas un 10% de lo debido) pero incluso, en esas condiciones, no quisieron entrar inicialmente. Ni un duro, los ricos son ricos y no pagan ni sufren. Eso es cosa de pobres y de idiotas.
«De los hechos descritos y de todas sus consecuencias soy el único responsable, y quiero manifestarlo de forma pública, con mi compromiso absoluto de comparecer ante las autoridades tributarias o si hace falta ante instancias judiciales para acreditar estos hechos y de esta forma acabar con las insinuaciones y los comentarios.»
¡Compromiso absoluto de comparecer…! Ni caso, no le toca otra. No es ninguna actitud decidida. ¡Además tiene 84 años! Como Millet más o menos.
Por lo demás, él y CIU han hecho todo lo posible (finalmente han rectificado) para no dar explicaciones en sede parlamentaria… después de hacer sido 23 años president de la Generalitat y durante más de una década el temible y omnipotente boss de CDC… y, en la sombra, de Cataluña.
Desde luego, no es el único responsable: ¿por qué iba a ser él el único responsable? ¿Doña Marta F. no sabía nada del asunto? ¿Y don Jordi junior? ¿Y don Oriol? Etc, etc.
¿Cuál es el patrimonio de la familia Pujol en estos momentos? ¿Cómo lo han obtenido? ¿Cómo su amigo Real?
Sigue con: «Expongo todo esto con mucho dolor por lo que significa para mi familia y para mí mismo pero sobre todo por lo que puede significar para tanta gente de buena voluntad que puedan sentirse defraudados en su confianza, a la cual pido perdón. Y también les pido que sepan separar los errores de una persona -por muy significativa que haya sido-, y que esta declaración sea reparadora en lo que sea posible del mal y de expiación por mí mismo.»
Expiación es un término que le traiciona; lo mismo que perdón o dolor. Como es obvio no se trata de eso, no se trata de ninguna confesión religiosa. ¿Separar errores de una persona? ¿Una vindicación de su legado político después de un tiempo? Tras la tempestad, la calma y el olvido… y de nuevo el gran honorable con algunos pequeños errores. ¿Es eso?
Ha pedido disculpas, dice estar arrepentido. Y lo dice con un escrito que, en el mejor de los casos, en la lectura más amable, está lleno de informaciones sesgadas, inexactitudes y más de una mentira.
Y recordemos el proverbio árabe sobre el dedo y la luna: quieren que observemos el dedo de la herencia. Y el tema no es ese, por supuesto que no. No és això companys, no és això.
El mito se cae en mil pedazos. Otro más. Y algunos, Miquel Roca entre ellos, Mas por supuesto, no cesan en su búsqueda de excusas y justificaciones.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.