Después de quince días de negociaciones, el PSOE y Ciudadanos han suscrito un acuerdo de gobierno. Los votos en el Parlamento no alcanzan, pero aparentemente los dos partidos aspiran a ocupar la llamada «centralidad» política. En un contexto de teatralización, posicionamientos y repliegues, guiños tácticos y «postureo» estratégico, ¿qué se está ventilando realmente en la […]
Después de quince días de negociaciones, el PSOE y Ciudadanos han suscrito un acuerdo de gobierno. Los votos en el Parlamento no alcanzan, pero aparentemente los dos partidos aspiran a ocupar la llamada «centralidad» política. En un contexto de teatralización, posicionamientos y repliegues, guiños tácticos y «postureo» estratégico, ¿qué se está ventilando realmente en la política española? ¿Qué hay en el trasfondo del aluvión de casos de corrupción que salpican a la «vieja» guardia del PP? Los medios de comunicación toman partido e influyen a través de sus editoriales, mientras ocultan quién habla realmente a través de los textos y programas de televisión. Las tertulias echan humo y el IBEX 35 maneja sus peones desde la trastienda.
Para arrojar un mínimo de luz en la actual confusión, se ha de partir de una premisa clara: «Vivimos en una crisis de Régimen», subraya el politólogo Manolo Monereo, poco antes de participar en las jornadas por un Plan B para Europa, celebradas entre el 19 y el 21 de febrero en Madrid. Muy cerca de la nave «Ternera» del Centro Cultural Matadero señala la clave de bóveda de la política española: «Existe actualmente un desajuste entre la clase (económica) dominante y la políticamente dirigente, algo que caracteriza a los periodos de Transición». El escenario se completa con una crisis del sistema de partidos, motivado por la irrupción de Podemos. ¿Qué significa, en la presente coyuntura, el acuerdo formalizado entre el Partido Socialista y Ciudadanos? «Se trata de organizar un nuevo pacto entre las clases económicas dominantes y estos dos partidos, que en todo caso resultan funcionales al Régimen», responde el activista del Frente Cívico y colaborador de El Viejo Topo.
Así pues, «lo que el PSOE negocie con Ciudadanos realmente lo hace con Fedea, la patronal y el IBEX 35». El objetivo es evitar, a cualquier precio, que se celebren de nuevo elecciones generales. De acuerdo con el análisis de Monereo, los empresarios rechazan esta posibilidad porque manejan encuestas de que unos próximos comicios apuntalarían la siguiente tendencia: un escaso incremento en el número de votos del PP (entre 15 y 20 diputados); un retroceso de Ciudadanos y la decadencia franca del PSOE, que se convertiría en la tercera fuerza política. En cambio, Podemos, que rondaría los 90 escaños, pasaría a ser la segunda formación política del país. «El coste para los empresarios sería enorme, Podemos se convertiría en la verdadera alternativa», señala el politólogo antes de participar en un debate sobre «Democracia, soberanía y procesos constituyentes en Europa», junto al europarlamentario de ICV Ernest Urtasun y la concejal y miembro del Observatorio Metropolitano de Madrid, Montserrat Galcerán.
Esta explicación dota de sentido al «goteo» de casos de corrupción que agitan los medios en las últimas semanas: «Están tratando de quemar al Partido Popular». En las crisis de Régimen el aparato del estado pierde fuerza y unidad, incluso llega a actuar de manera autónoma. El objetivo es que el PP se abstenga o vote a favor de un acuerdo de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. Para ello, se trata de desestabilizar al PP. Gran parte de los escándalos de corrupción los están aireando medios de comunicación conservadores. Es la reflexión del autor de los libros «De la crisis a la revolución democrática» y coautor de «Por Europa y contra el sistema euro», quien opina también que planea el miedo en las clases dominantes a que tras unos próximos comicios, gracias a la fuerza de Podemos, pueda abrirse el debate sobre un Proceso Constituyente.
De modo paralelo a la crisis de Régimen, continúa explicando Monereo, resurge con intensidad la cuestión social, que se engarza con la cuestión nacional y sobre todo la necesidad de una forma nueva de estado que supere las configuraciones centralistas. El politólogo no le resta importancia a esta última idea: «Hay un proceso que recorre Europa, el soberanismo, que personalmente entiendo como los deseos de democracia plebeya de las poblaciones».
Pero más allá de las conceptualizaciones y del análisis en el plano teórico, ¿con qué realidad se topa el ciudadano corriente cuando aterriza en la tramoya política? Tras una experiencia de varias décadas en la arena política, Monereo no cree en las casualidades: «Parece que se intenta desintegrar, incluso destrozar, al Partido Popular, al tiempo que se favorece la constitución de una nueva formación política de centro-derecha, formada por una parte del PP y Ciudadanos». Precisamente pone el bisturí en la llamada formación «naranja», a la que en ocasiones se define como de centro-izquierda. El politólogo andaluz subraya sus palabras: «No está bien caracterizado Ciudadanos». Por un lado, «es el eslabón más débil porque si mañana se convocaran elecciones, su influencia menguaría en gran medida». Pero también es la parte más consistente del Régimen del 78, «porque tiene un proyecto claro de país, lo que no ocurre con el PP y el PSOE».
Aún más claramente, ¿qué es Ciudadanos? «Representa una especie de reformismo, de verdadera derecha neoliberal con un nuevo proyecto de país para una segunda Transición; Ciudadanos es el intelectual orgánico de la patronal, de ahí su tensión y pugna con el Partido Popular». El distingo con el PP responde a una cuestión de fondo: no es lo mismo ser conservador (el PP) que neoliberal (Ciudadanos). Para la derecha económica, para el IBEX 35, el conservadurismo del Partido Popular, pero más aún, el actual «turnismo», el sistema bipartidista, suponen un obstáculo para el proyecto de país al que el poder financiero aspira. «Quieren romper con el modelo vigente e instituir un nuevo plan (neoliberal) de modernización capitalista». Toda esta macroestrategia cuenta también con apoyos en un sector del PSOE. Si la idea cuaja y se materializa, el resultado será otro «turnismo», basado en un partido de derechas y otro liberal (al igual que el Partido Republicano y el partido Demócrata en Estados Unidos).
Ésa es una de las claves de la batalla actual: «Que no haya izquierda». A juicio de Monereo, «vamos hacia una norteamericanización de la vida pública, en la que se instale finalmente un Partido Demócrata sin izquierda ni relación con el movimiento obrero». Pude deducirse de toda la argumentación del politólogo que se está desestabilizando interesadamente al PP para forzar una renovación interna del partido, que dé lugar a un nuevo pacto para una Segunda Transición. Con su dimisión, la expresidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, generó deliberadamente las primeras grietas en la estructura del partido conservador, e inició las presiones para que se produzca la dimisión de Rajoy. Por detrás del telón, la Troika continúa mandando avisos y advirtiendo que la austeridad ha de continuar. ¿Son Rajoy, Rita Barberá y la «vieja» guardia del PP una generación «quemada» para una nueva tanda de recortes y merma de derechos?
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