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El coste de Patxi como lehendakari

Fuentes: Noticias de Gipuzkoa/Rebelión

De partida dos ideas. Primera idea. Una suma aritmética para alcanzar 38 escaños es tan legítima como el liderazgo del más votado. Segunda idea. Las alternancias son sanas porque a todo partido le viene bien un paseo por la oposición para aprender con humildad que el liderazgo no se tiene, se gana; y, de paso, […]

De partida dos ideas. Primera idea. Una suma aritmética para alcanzar 38 escaños es tan legítima como el liderazgo del más votado. Segunda idea. Las alternancias son sanas porque a todo partido le viene bien un paseo por la oposición para aprender con humildad que el liderazgo no se tiene, se gana; y, de paso, se puede aprovechar para hacer limpieza, vuelva a resplandecer la virtud y a ser modelo social. Al estilo Gorka Agirre. Dicho esto me apresuro a decir que las alternancias no se deben producir a cualquier coste. Y, en este caso, el coste es tan alto, que su precio es impagable, porque es para peor o, en el mejor de los casos, para nada.

El cómo y el porqué se ha llegado hasta este escenario ya da como resultado un Parlamento políticamente legítimo y socialmente deslegitimado. Me explico. El mejor método democrático para la alternancia no es trucar las reglas de juego (eliminar a un jugador -la izquierda abertzale oficial- de la competición) para alterar el resultado ni formalizar una alianza que ha sido negada y ocultada en campaña. Eso es mercancía política averiada. Tampoco parece asumible que los representantes del 43% de los votos quieran gestionar un país frente al 57% del voto (sumados votos válidos y nulos) con altos riesgos de ingobernabilidad. Eso es antidemocrático. Tampoco es sensato hacer experimentos con gaseosa, sin mayorías estables, en una época de crisis económica y social como la actual que requería un gobierno fuerte, legitimado, resolutivo y apoyado, tal y como lo pedía la opinión pública (70% prefería un gobierno PNV-PSE) y la patronal. Es simplemente irresponsable.

Tiempo bronco o inútil

La victoria clamorosa del PNV y el resultado discreto del PSE invitaban a un entendimiento entre ambos pero la ambición del PSE -una necesidad de aparato, que no de país- le lleva a la cuadratura del círculo con el PP, a querer casar frentismo con transversalidad.

Un Gobierno López con base en el PP abona el inicio de un tiempo bronco en el que se pueden volver a discutir cosas elementales y simbólicas ya socialmente superadas: euskera, educación, informativos de EITB con agenda oculta, exclusión de voces, familiares de presos, Ertzaintza… Las obsesiones identitarias españolas de PSE y PP pueden ocupar el espacio público para perder el tiempo todos juntos. Pero además el PSE tendrá que abandonar la parte constructiva de su propio programa (por ejemplo, la reforma del Estatuto). Con lo cual se quedan sin proyecto global y/o sin mimbres para armarlo. Un lehendakari sin rumbo. A efectos prácticos, posiblemente será una legislatura efímera.

A PSE y PP sólo les une España y la Constitución, o sea un frente patriótico constitucional, de alto riesgo social y envenenado para el PSE. Su barniz vasquista se craquelará.

Si atendiendo al adolescente PP el presunto Gobierno López empieza a tocar temas sensibles tienen la garantía de un cabreo social generalizado y temprano. En tiempos difíciles y de tránsito inestable no deberían tocarse los símbolos. Volverían en la resaca del país real con mucha más fuerza.

Es de esperar que el PSE no sea tan obtuso pero también tiene sus talibanes, incluso en la cúpula. En caso de ir por ahí, la única suerte que tienen es que las fuerzas organizadas alternativas están en su peor momento. Le coge al PNV desconcertado; a EA y Ezker Batua lamiéndose las heridas; y a la izquierda abertzale oficial muy maltrecha. Aralar puede tomar iniciativas pero su base social organizada es débil.

Me preocupa el tema de EITB. Se puede producir un retroceso predemocrático. Claro que en el tema del sistema comunicativo vasco el PNV nunca ha tenido proyecto, o mejor incomprensiblemente ha tenido una posición liberal. Ha desaprovechado la oportunidad de reformar la ya vieja Ley de EITB en el sentido de democratizarla (consejo de administración independiente y decisorio, director general dependiente de un equipo y no un órgano unipersonal, consejo asesor de programación, consejo profesional para informativos, derecho de acceso,..) así como de poner en marcha un Consejo de la Comunicación Audiovisual que garantizara pluralismo y calidad en las radios y TDT locales y privadas, a pesar de que estaba en el programa de los dos gobiernos Ibarretxe. Todo ello deja a todo el sistema comunicativo al albur de una nueva mayoría artificial que puede comportarse como una apisonadora si le viene en gana, desandando 25 años de enfoques bastante abiertos a la hora de la pluralidad, comparativamente a otros sistemas públicos.

Si el PSE, por aquello de la transversalidad, no tocara los temas sensibles, el PP se enfadará con López y, en función de la coyuntura española -que ya es de ofensiva-, habrá riesgo de caída rápida, con estrépito y ridículo del Gobierno López. Basagoiti seguirá la estrategia Rajoy. Uno no termina de entender cómo el PSE acepta meterse en la boca del lobo, abrazado por el oso Yogui. Si son transversales no les respetará el socio y les dejará caer; y si el socio está contento, los socialistas cavarán su propia tumba ante el país transversal y su propio electorado, y encima no impedirán que Rajoy les pueda dejar caer por razones de Estado. ¿Tendrá Patxi habilidades que ignoramos? La verdad, todavía no termino de creerme esta crónica de un suicidio anunciado.

Incógnitas ante ese Gobierno

Visto el resultado y la coyuntura abierta, las dos almas del PNV pueden llegar a entenderse pero ¿será Ibarretxe la cabeza visible parlamentaria de la legislatura? No es igual a efectos de liderazgo social, de proyecto socio-económico y de compromiso con el derecho de decisión. ¿Sabrá jugar como oposición, con un proyecto constructivo-alternativo, evidenciando y erosionando al gobierno socialista y minimizando, al tiempo, daños al país?

¿El peor de los escenarios puede llegar a ser el mejor para que ETA piense que ha llegado al límite de su viaje a ninguna parte? ¿El renacido liderazgo de Otegi será respetado por ETA… y por los tribunales? ¿Qué será de una EA dividida y en horas bajas? ¿Y de una Ezker Batua al que le ha abandonado un grupo militante anticapitalista que va a aprovechar las elecciones europeas para darse a conocer?

A estas alturas el «frente independentista» propuesto por Otegi no sólo no suma sino que sería sólo un frente ideológico militante, y no un acuerdo social a la medida de los retos. Serviría sólo para la parroquia y para dividir más a la nueva oposición hay que ir en otra dirección.

En mi opinión, los temas políticos centrales para la sociedad vasca van a ser cuatro o, quizás, cinco: paz; crisis económica y social; regeneración democrática (Ley de Partidos, judicialización de la política, derechos humanos); derecho a decidir con un nuevo Estatuto político… y, si las circunstancias obligan a ello, habrá que defender un nuevo I+D: Identidad con Diversidad.

Ramón Zallo Catedrático de Comunicación de la UPV/EHU