Los enigmas de Dios son más satisfactorios que las soluciones de los hombres. G. K. Chesterton Como dice Chesterton, si merece la pena hacer algo, merece la pena hacerlo a toda costa. Los poderosos más ricos del planeta son ateos, niegan a Dios, no les conviene su existencia y han de negarla a toda costa, […]
G. K. Chesterton
Como dice Chesterton, si merece la pena hacer algo, merece la pena hacerlo a toda costa.
Los poderosos más ricos del planeta son ateos, niegan a Dios, no les conviene su existencia y han de negarla a toda costa, son por ende enemigos del hombre, pues ser amigo de Dios, reconocer a Dios es reconocer y respetar al hombre, y por su puesto su dignidad. Así para lograr la comunión entre los hombres no hay sólo que reconocerse en el otro, sino reconocer a Dios en cada otro, en cada hombre.
El Estado de Derecho perfecto no ha existido jamás. Ni siquiera en Grecia -la consideramos un ejemplo democracia perfecta, la que nos sirve como ejemplo todo el tiempo, por más que pase el tiempo-, era precisamente perfecta, pues tenía como pilares la esclavitud; así, no todos eran dignos de ser ciudadanos de derecho.
Como bien dice Fernádez Liria [1], el Estado de Derecho es un mecanismo imperfecto del que nos servimos los hombres para intentar crear una sociedad más justa, y desde luego que soy defensora de un Estado de Derecho en el que los ciudadanos puedan disfrutar de unos bienes y servicios, que les permitan vivir con más dignidad cada día. Ahora bien, ese Estado de Derecho no es y nunca será perfecto, y su permanencia siempre ha implicado luchas, sangre, muertes y mucho trabajo sin descanso contra la corrupción, que siempre está al acecho.
El profesor Fernández Liria, dice que hay cosas en la vida que merecen ser conservadas, y dice bien, pero luego nos invita a pensar en la idea de que ni la misma vida merece ser conservada si no hay dignidad.
Y yo digo hay que conservar la vida a toda costa, la vida eterna, la inmortalidad del alma, ésa en la que creía Sócrates tan ciegamente, aquélla que le llevó a Sócrates a perder su vida, a padecer una injusticia antes que a cometerla; porque a veces, hay algo que vale más que la misma vida: saberse inmortal y tener dignidad hasta en la muerte.
Sí, es la vida la que hay que defender a toda costa, es la vida la que hay que conservar, porque la vida es eterna para aquel que viva precisamente dignamente, pues la inmortalidad es un regalo, que hay que ganarse, precisamente luchando por la dignidad de todo ser humano.
Así, los hombres no quieren simplemente conservar la vida a cualquier precio, sino que los hombres quieren vivir dignamente para vivir eternamente. De ahí que Jesús nos diga, quien quiera salvar su vida, la perderá, es decir, quien quiera salvar su vida, pese a quien pese, esto es, a toda costa, a cambio de la vida de otro, quien quiera salvar su vida y no su dignidad, su eternidad, la perderá.
El cristiano está fuera de todo sistema, de toda estructura, el cristiano no es un resultado. Dios está fuera de todo sistema es a-sistemático. El catolicismo nunca será arma contra nada, sino un escudo, un refugio, una casa, un morada, un hogar en el que calentarse y al que regresar una y otra vez hasta quedarse.
La izquierda no regaló un arma a nadie, el cristianismo no es un arma que va de mano en mano, sino un escudo para todo el que lo busque. El comunismo empezó negando a Dios. Tendrá que nacer de nuevo, morir para volver a nacer, siendo algo nuevo, algo distinto, otra cosa, con otro aroma, y de otro color.
El derecho no es ninguna escalera que se eleve por encima de la religión y mucho menos por encima de Dios. La ley positiva deriva de la ley natural y su unión es insoslayable. Querer invertir esta ecuación es querer ocupar el lugar de Dios, que es el mayor ateísmo y el mayor error de la historia. La ciudad de Dios será siempre el fin último, a Dios lo que es de Dios y al cesar lo que es del Cesar. La izquierda no le ha regalado nada al enemigo. Los hombres cristianos son temerosos de de Dios, y aunque pudieran estar de acuerdo con las ideas de la ilustración o del comunismo jamás se casarán con nadie que diga estar a favor del hombre pero que niegue a Dios. Por tanto, no es que el cristiano se vaya con los de derechas, es que sabe que su reino no es de este mundo.
Verdad, Justicia y belleza no son el lugar de cualquier otro para un cristiano, sino que el lugar de cualquier otro para un creyente es y debe ser la caridad, pues es la caridad la base de la igualdad, de la libertad y de la fraternidad. La teología de la liberación se olvida de que su única arma es la caridad. Jesús nos enseña que el que lucha con armas, por las armas morirá. En su nueva alianza, rechaza el ojo por ojo, nos enseña a amar al enemigo a vencerle con el amor. Cuando está frente al sanedrín, les dice a los judíos que se burlan de él diciéndole que si verdaderamente fuera el hijo de Dios se salvaría, y se burlan de él por llamarse rey. Él les responde que si su reino fueran de este mundo sus ángeles ya le habrían salvado.
La iglesia no es una organización de masas que acumule o sume gente como el que colecciona canicas. La iglesia crece no por proselitismo sino por contagio. Así no son masas, sino pueblo, el pueblo de Dios en la tierra, pero no de la tierra. No es la Iglesia la que ha negado el marxismo sino el marxismo el que ha negado a Dios, y de ahí la lucha de la Iglesia contra aquellos que quieran hacer creer a los hombres que buscan su bien cuando les condenan a morir, a no tener vida eterna, a negar a Dios, esos caminos del anticristo no son inescrutables, pues el anticristo quiere no sólo negar a Dios, sino reducir su pueblo, pues a Dios no puede vencerle. El truco que tiene el cristianismo es que no es un mito, o si quieren es un mito que esconde una verdad. La verdad del cristianismo es un hombre. La verdad del cristianismo reside en que es la única religión en la que es Dios el que sale en busca del hombre y no el hombre el que busca a Dios. Dios se hace hombre y muere llevándose con él sus pecados. El truco del cristianismo es que el bien ya ha vencido al mal.
Así la Iglesia no necesita ganar hombres porque su anuncio es que ya estamos salvados, el pueblo de Dios no necesita acumular gente o votos, o poder, ‘porque ya ha vencido’.
El marxismo cometió un error negando a Dios y acabó idolatrando hombres. No es el cristianismo el que ha de hacerse de Izquierdas, poniendo al partido por encima de Dios, el cristianismo nunca podrá ser un círculo dentro de otro círculo. No se puede encerrar al hombre en un círculo, y mucho menos a Dios.
No es que la imaginación no pueda hacerse cargo de todo lo que pasa, es que ser cristiano es sumamente difícil. Todos sabemos, a estas alturas de la historia, que para ser verdaderamente libres deberíamos ser dueños y recolectores de los frutos de nuestro propio esfuerzo, pero en esta vida moderna, llena de facilidades que efectivamente a algunos nos quitan el sudor de la frente pero para que lo suden otros.
Si uno echa un vistazo a todo lo que le rodea, se dará cuenta que está rodeado de injusticia, y si uno se da cuenta de eso le viene a la memoria lo que Jesús le dijo al hombre rico que le preguntó qué debía hacer para ganar la vida eterna, y Jesús le respondió, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme. El hombre rico se dio la vuelta, porque lo que le pidió Jesús es bien difícil. Y en esa estamos todos. Efectivamente la razón práctica de la que hablas requiere de una gran ayuda, y esta ayuda, no le compete a la imaginación, sino a Dios. No es la imaginación la que ha de ser ancla, sino que Dios ha de ser la tempestad que nos lleve a un nuevo puerto, donde realmente la justicia será un hecho y no un derecho.
El pecado no es estructural sino original y le compete a cada uno de los individuos. Del mismo modo el capitalismo no es una simple estructura sino que es la exageración llevada hasta sus límites del egoísmo humano.
Son los hombres los que se sirven de estructuras para violar los mandamientos. Lo que es doblemente inmoral no es limitarse a cumplir los mandamientos en un mundo inmoral, sino el pensar que dado que el mundo es inmoral los mandamientos son un límite. El cristianismo exige vencer al enemigo amándolo, no matándolo. Eso no significa que haya que callarse, hay que gritar por las injusticias, luchar por el bien común, organizarse, sumar fuerzas, etc. Y todo ello a pesar de que pongas tu vida en juego, pero tu vida, no la de otros. No se trata de ser un mártir, sino de ser perfectos y Jesús nos dio su ejemplo.
Y sí, hoy en día habría que dejar de usar el móvil para ser coherentes. Al igual que al rico se le exigía que dejara sus comodidades; y eso no sería quedarse de brazos cruzados sino luchar sin violar los mandamientos.
No es el cristianismo el que tiene que hacerse de Podemos, sino que Podemos no sólo tiene que hacerse cristiano sino que quizá, debemos.
Nota:
[1] Ver «La izquierda, el sentido común y el cristianismo»: http://rebelion.org/noticia.php?id=184680
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