1917. Europa se encuentre en plena Primera Guerra Mundial y en febrero de ese mismo año, en Rusia estalla la revolución. Ocho meses después, el partido bolchevique aupado por las masas populares toma el poder en San Petersburgo (el día 25 de octubre según el calendario juliano de la época zarista). Sin embargo, en lo […]
1917. Europa se encuentre en plena Primera Guerra Mundial y en febrero de ese mismo año, en Rusia estalla la revolución. Ocho meses después, el partido bolchevique aupado por las masas populares toma el poder en San Petersburgo (el día 25 de octubre según el calendario juliano de la época zarista). Sin embargo, en lo que va de año, tanto Lenin como el partido bolchevique se ven acosados y calumniados por acusaciones de espionaje y financiación del gobierno alemán. Los gobiernos francés y británico, los mismos que subvencionan al partido menchevique en ese momento -y los que financiaron con anterioridad al régimen zarista- y a su líder y presidente del gobierno provisional, el socialdemócrata Kerenski, los mismos que sostienen y dirigen a la prensa capitalista europea en su cruzada contra los bolcheviques, los mismos que defienden la causa de las grandes fortunas a un lado y otro del Atlántico, azuzan a la opinión pública europea para dañar la imagen de los Lenin, Trotsky y compañía cuando ven que sus intereses de clase dominante están en serio peligro.
Hoy, casi un siglo después y como en muchas otras ocasiones pasadas, la historia se repite. Ante el avance prodigioso de Podemos y de una mayoría social que quiere empezar a organizarse para dar respuesta a sus males, el poder reaccionario, hasta ahora omnímodo, se retuerce en sus sillones de cuero y empieza su cruzada particular contra Podemos. Cruzada que persigue contener el maremoto social, político y económico que ellos y sus políticas han traído a nuestras casas, nuestros colegios, nuestros centros de salud y de trabajo. Ellos, los que han dictado las políticas de la Troika, de la pobreza y la precariedad, del desmantelamiento de lo público y de la dignidad, empiezan a tocar los instrumentos del Estado para dañar la imagen de un Pablo Iglesias, de un Monedero, de un Errejón, y en definitiva y más allá de las siglas, de una esperanza, que parece concretarse y materializarse y que apunta a barrerlos, a ellos todos, de sus sillones.
Y así, el ministro Margallo hoy nos dice, citando al periódico venezolano El Nacional el cual se basa a su vez en la oposición venezolana, que Podemos ha sido financiado con 10 millones de euros por el gobierno bolivariano, y que incluso The Economist deja caer que Rusia y hasta Irán pueden estar detrás de esta financiación. El aparato ha sido puesto en marcha, a todo ritmo; los medios de comunicación «libres» de occidente, único adalid de la libertad de prensa y de expresión, comienzan todas las mañanas, a eso de las seis, su roturar constante y paciente de las mentes españolas para poder forjar una idea que devenga en rechazo, odio y repulsión del coletas y compañía por corruptos y rojos. Y si esto no fuera poco, el Estado da para más, con otro Ministro, el de Hacienda, haciendo las labores de inspector en una caza de brujas al estilo «Maccarthy» para sacrificar en el altar de la ley al archienemigo Podemos. Todo sea para enturbiar a aquellos enemigos de la clase. Clase a la que representan, los del poder y el IBEX, los de las grandes fortunas y las cuentas en paraísos, los que hacen negocio con las armas o con dios sabe qué chanchullos, pues lo importante es lo importante. Mientras, los medios siguen su trabajar preciso, tedioso y meticuloso. Uno por uno, día a día, se engorda la bola para ver si se consigue hacer pensar lo que hay que pensar. Sólo les falta la ayuda de la Ley y sus jueces, que todavía tendrán que decir y que aportar algo.
Entretanto, nos falta tiempo para respirar y digerir la cuestión. Pero, ¿qué es esto de financiación ilegal?, puede preguntarse algún ciudadano de a pie corriente y moliente. Como buenos didactas, los señores del PP y del PSOE, los mismos que desde la otra trinchera vociferan y piden explicaciones sobre financiación, contratos universitarios y declaraciones fiscales, nos enseñan lo que es financiarse ilegalmente, pues ahí andan los casos Filesa o Gürtel, ahí están las sedes del PP o los sobresueldos en negro. Y son tan explícitos en sus enseñanzas que nos dan clases de geografía patria para mostrarnos Andalucía y sus cursos de formación, Mallorca y su Palma Arena, en un paseo sin fin por el país de las maravillas. Nos ilustran sobre cómo hacer terrorismo de Estado, sobre cómo perder expedientes judiciales o como borrar discos duros, pues estos chicos y chicas tienen para todo, inventando hasta en diferido, un despido (¿o era al revés?).
Como saben del paño, tiran de lo que dominan, para ver si por algún lado trincan de la coleta a Pablo y su séquito. Si no, para eso están los medios, la justicia y la ley. Sin embargo, resulta curioso que en un país en donde aprendemos sobre corrupción a base de escándalos; en donde los ricos lavan sus miserias en paraísos fiscales; en donde los medios de comunicación están controlados por dos o tres grupos multinacionales; en donde existen listas Falciani; o en donde los empresarios de alto copete desfilan por las sedes de los partidos del régimen, políticos verdugos, medios cómplices y Rockefellers de turno, se confabulen para alertarnos, pobrecitos nosotros, de que a Podemos lo financió Venezuela. Resulta curioso que en el país de las grandes familias y sus herederos, en el país en el que los 20 más ricos, los que se pasean por la Moncloa de vez en cuando, poseen más riqueza que otros 14 millones de españolitos, en el país de las castas oligárquicas y sus séquitos, en el país de hacer como que se escucha al pueblo cada cuatro años para volver hacer lo de siempre (una pa’ ti otra pa’ mí), en el país de la Ley Mordaza, de la Reforma Laboral, de la Ley Wert, de la amnistía fiscal, de los recortes, el paro, la corrupción institucionalizada, el hambre y el frío, se nos advierta y señale, se nos dirija a pensar, que éstos, los nuevos en aparecer, son los malos de la película, o por lo menos, igual de malos que los que hay, a ver si así cuela lo de «más vale conocido que…». Será que como decía el otro, tienen miedo señorías, señores y próceres de la patria, porque su tiempo es pasado, pues hoy, empieza a ser ya el nuestro. Echémoslos a todos.
Jorge Alcázar. FCSM y Colectivo Prometeo
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