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El derecho de los jóvenes a ser participantes y actuantes desde el triunfo de la revolución cubana

Fuentes: Rebelión

La FEU y los cubanos tendremos la posibilidad de trabajar por el bien y la felicidad de los hombres y todo un pueblo.

El centenario de la Federación Estudiantil Universitaria y el próximo Congreso de la organización suscitan inevitables análisis y reflexiones sobre el papel y protagonismo que corresponde desempeñar a los jóvenes en el presente y futuro de la patria y de la humanidad como portadores de las ideas, ideales y la obra de la revolución cubana.

La fundación de la FEU el 20 de diciembre de 1922 refleja la visión política de Julio Antonio Mella y la misión que concebía para los jóvenes en los destinos del país. Si importante era el papel de los estudiantes universitarios en la república neocolonial, este papel se hizo más trascendente después del triunfo de la revolución y de haber participado en la lucha cívica y armada contra la tiranía batistiana y convertirse en parte indisoluble de las organizaciones que lideran las transformaciones sociales que llevan a cabo la revolución. Hoy sus objetivos generales y específicos son más amplios y trascendentes como instrumentos de la formación del hombre nuevo y la creación de una sociedad más justa y solidaria.

Por eso Fidel recalcaba lo siguiente, en el discurso pronunciado en el acto de homenaje a los mártires del asalto al Palacio Presidencial, en la escalinata de la Universidad de La Habana, el 13 de marzo de 1962:

“Y a esta juventud hay que hablarle, a esta juventud hay que exhortarla, a esta juventud hay que educarla, hay que orientarla, hay que forjarla; hay que hacer de esta juventud lo que todos soñamos para el porvenir, hay que hacer de esta juventud lo que todos soñamos que habrá de ser el pueblo del mañana, las generaciones nuevas de la patria; hay que hacer de esta juventud lo que todos nosotros habríamos querido ser, lo que todos nosotros habríamos querido vivir con ustedes; hay que hacer de esta juventud, sencillamente, el porvenir». (1)

Ya todo estaba claro desde antes y después del triunfo de la revolución. La juventud era su raíz y debía ser su cosecha. Por eso, la Reforma Universitaria, o ley de la Enseñanza Superior, aprobada el 10 de enero de 1962 en homenaje a Mella, planteaba en sus consideraciones lo siguiente;

«El alumno ha de convencerse de que es ilusoria y falaz toda pretensión de absorber cultura en dosis masivas, mediante esfuerzos memorísticos superconcentrados, que puede acumular en unos pocos días previos a las pruebas. Es necesario que modifique radicalmente su estilo de estudiar, en acuerdo con los nuevos rumbos educacionales.» «La Universidad espera, en la nueva etapa que ahora se inicia, una actitud altamente cooperadora por parte del estudiantado… Como se ha dicho, la Universidad se reserva a quienes posean la vocación y actitud indispensables, sin lo cual no puede cumplir los altos fines de formación científica a que está destinada.»

Por su parte Che Guevara en esa época señalaba: “La tarea universitaria es captar el mayor número posible de estudiantes y convertirlos a la nueva mentalidad, porque tiene que existir una nueva mentalidad y de hecho existe. Y tiene que ir perfeccionándose esa nueva mentalidad a medida que perfeccionemos nuestras instituciones, que afiancemos más la revolución. Que perfeccionemos todos nuestros aparatos económicos y podamos darle también al pueblo, más productos, mejor vida, es decir más justicia material”.

En los tiempos que vivimos actualmente debemos estar conscientes que a pesar de las demostraciones de continuidad y protagonismo de nuestra juventud durante más de sesenta años integrando las filas heroicas de la revolución, el enemigo, consciente del papel de la juventud dentro de la revolución, tiene diseñada su estrategia destructiva apostando por desgajarla de su fidelidad a la revolución. Pero también debemos reconocer que desde el mismo triunfo de la revolución estaba planteado este dilema en el seno de la juventud sobre quienes estaban con la revolución, quienes vacilaban y quienes se inclinaban desde entonces contra la revolución. De ahí que cuanto se hiciera por esclarecer las conciencias de los jóvenes, por atraerlos hacia la unidad de las filas revolucionarias, tenía una importancia vital para el rumbo y afianzamiento de la revolución triunfante.

Sobre el clima reinante en la sociedad cubana en los primeros meses del triunfo revolucionario y en particular en la ciudad de Baracoa, recuerdo que desde la Sección Estudiantil del Movimiento Revolucionario 26 de Julio convocábamos a los jóvenes precisamente alrededor del viernes 30 de octubre de 1959, con ideas y razonamientos como los siguientes:

“Razones poderosas nos impelen a convocarte a la Casa del 26, sede del Movimiento 26 de Julio: Ninguna razón más poderosa que la que emana de la obligación y el deber que tenemos todos de servir a la patria. Te convocamos porque conocemos de tu conducta y proceder ante los acontecimientos nacionales, y sabemos que siempre estuviste dispuesto a sacrificarte por la causa del pueblo cubano, empeñado desde hace años en barrer con la escoria y la podredumbre, para poder vivir decentemente, sin máculas algunas que infamara su decoro y dignidad.

Conocemos, compañero, tu preocupación porque la situación cubana cambiara completamente y porque el país se encausara por los caminos de la libertad y la decencia. Y que por brindarle a Cuba esa oportunidad, luchaste denodadamente por derrocar a la tiranía. Pero sabemos, además, que tu ideal no era únicamente derribar al tirano, sino ver que se llevaban a cabo las profundas transformaciones de que estaba urgido el país. Sabemos que tus sueños eran los de ver este amanecer rutilante de la vida cubana, este renacer de esperanzas y de fe firme en nuestro destino.

Pero, compañero, para realizar la gran obra que tenemos por delante, es necesario tu esfuerzo y ayuda, así como es necesario el de todos los hombres y mujeres que contribuyeron con su acción a la llegada de estos momentos excepcionales. Compañero, es necesario que comprendas que la lucha no puede terminar ahora, porque a pesar que triunfamos en la insurrección, el verdadero triunfo de la Revolución no se ha producido todavía: el triunfo de la Revolución se está forjando día tras días en la batalla incesante por arrancarle al futuro nuestro progreso y felicidad.

No es cuestión, pues, compañero, de creer que ya hemos llegado al final del camino. No es cuestión de creer que ya no somos imprescindibles ni necesarios, ni creer que otros pueden hacer nuestra labor. No, compañero. Todos somos necesarios en esta lucha de recuperación nacional. La Revolución necesita, ahora más que nunca, la ayuda y y cooperación, no sólo de los que luchábamos en la insurrección, sino también, la cooperación y la ayuda de los elementos limpios y puros que nada hicieron en la etapa bélica. Y debemos comprender que la obra grande e inmensa que la Revolución se propone realizar, no puede descansar en hombros de unos cuantos ni en hombros de unos muchos, tiene que descansar en los hombros de todos, en los hombros de todos los hombres que sienten amor profundo por Cuba.

¿Acaso vas a abandonar tus ideales por las dificultades? Sabemos que no. Te conocemos bien. Y queremos que sepas que todo lo que afecte en cualquier sentido a la Revolución, perjudica, en consecuencia, a la Patria. Debes, pues, proseguir en las filas, junto a tus compañeros. Juntos podemos trabajar para perfeccionar la obra de la Revolución, para rectificar y subsanar los errores en que incurran otros compañeros y nosotros mismos. En fin, eso es parte de la labor de los revolucionarios.

No olvides que la Revolución no ha terminado aún. No olvides que ella necesita del esfuerzo unificado de todos. No olvides que hay muchas cosas por hacer en nuestro pueblo. Que la revolución no sea ahora algo extraño para nosotros. Debemos laborar, dentro de la Revolución con el mismo fervor y entusiasmo que mostramos ayer cuando combatíamos al Tirano, y que el desinterés sea norma de nuestros actos. Que no nos importen las posiciones ni los cargos. Pensemos que los cargos son de carácter transitorio. Lo permanente y eterno es la responsabilidad que tenemos ante nuestro pueblo y ante nuestra conciencia.

El movimiento revolucionario no puede encerrarse en un círculo exclusivista, no puede desarrollar sus funciones sin hacer participantes de la misma a quienes le brindan apoyo y fuerza representativa, a quienes iniciaron y laboraron dentro de ese Movimiento, y que por lo tanto, tienen el derecho de ser participantes y actuantes, así como estar identificados plenamente con la obra que se está realizando en la paz. Los llamamos a ustedes para lanzar gigantescas campañas que siembren en todos los corazones ciudadanos los ideales de la Revolución, y prepararnos para, si es preciso, hacer frente a los enemigos de la Revolución, en la forma que lo demanden las circunstancias.

Todos los que aquí estamos somos jóvenes. Somos, creo, una gran parte de la juventud baracoense, con responsabilidad, con ideales que defender, con ideas que exponer, y con anhelos de ser útiles. Debemos, pues, estar conscientes de lo que la condición de jóvenes nos exige en estos momentos trascendentales para Cuba, y cuando la juventud tiene que demostrar lo que es y lo que puede hacer. Tiene que demostrar que es firme, que es limpia, que es desinteresada, que es luchadora, que es abnegada, que es estudiosa. Y tiene que demostrar que sólo ella puede coronar la obra grande de la Revolución, porque sólo ella tiene fuerzas suficientes para hacerlo y mente limpia de prejuicios.

Finalmente queremos recordares las ideas expresadas por el escritor cubano Alejo Carpentier: “El hombre nunca sabe para quien padece y espera. Padece, espera y trabaja para gente que nunca conocerá, y que a su vez padecerán, esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices. Pero la grandeza del hombre está precisamente en mejorar lo que es. Es imponerse tareas.”.

Pero, compañeros, esta vez, sin embargo, nosotros tenemos la oportunidad de superar este vaticinio, ya que nosotros los cubanos tendremos la posibilidad de trabajar por el bien y la felicidad de los hombres y todo un pueblo. (4)

Notas:

1. Discurso pronunciado por Fidel en el acto homenaje a los mártires del asalto al Palacio Presidencial, en la escalinata de la Universidad de La Habana, 13 de marzo de 1962

2. La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba. La Habana: Universidad de La Habana; 1962. p. 1-108. (Colección Documentos)

3. Conferencia de Ernesto Guevara el 11 de mayo de 1962 impartida a los estudiantes de la Facultad de Tecnología de la Universidad de La Habana.

4. La hora rebelde. Testimonio Wilkie Delgado Correa. Radioemisora CMDX. Radio Baracoa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.