Comunicado nº 13 de Anemoi
La organización eco-pacifista Greepeace ha divulgado unas elocuentes imágenes sobre los abordajes que sufrieron ayer dos embarcaciones suyas por otras de la Armada. Como consecuencia de tan brutal acción, una activista cayó al agua y resultó gravemente herida por la hélice de una de las embarcaciones. Dos de éstas, de la organización Geenpeace, resultaron seriamente dañadas.
Las dos embarcaciones de Greenpeace operaban desde el buque Artic Sunrise para dificultar las maniobras de la plataforma Rowan Rennaissance, que tenía previsto iniciar las perforaciones en la zona. Estas acciones formaban parte de la campaña de esta organización contra las prospecciones petrolíferas en aguas de Canarias, operación que había sido ampliamente contestada por la sociedad y las autoridades de las islas.
La campaña, que se había iniciado con acciones de movilización en los días previos, había conseguido un apoyo masivo. Conocida la usual forma de actuar de la organización Greenpeace y anticipándose a sus movimientos para dificultar las maniobras del convoy petrolífero, el Gobierno había decidido enviar a la zona a una fragata de la Armada para «protegerlo».
Las actividades de Greenpeace, está en sus genes, se había desarrollado de forma pacífica. Hacen uso de una forma muy legítima de desobediencia civil, buscando sobre todo perturbar las operaciones para visibilizar la contestación. Sin embargo, la respuesta de la Armada a sus incordiantes maniobras ha sido propia de matones a sueldo. Las imágenes de las embarcaciones rápidas de la Armada hostigando a las de Greenpeace a base de aproximaciones a gran velocidad a rumbo de colisión, para hacer un viraje brusco en el último momento, resultan aterradoras. No sabemos si en el programa estaba incluida la propia colisión o ha habido impericia de los patrones de la Armada.
El tipo de gestos exhibidos por las lanchas de la Armada podrían entenderse frente a una embarcación hostil, que responde a tiros a sus requerimientos. No es el caso, como saben muy bien los responsables de la operación. Jamás Greenpeace hizo acto alguno de fuerza en toda su historia, pese a haber sido objeto de agresiones armadas por multitud de gobiernos; recuérdese la voladura del primer Rainbow Warrior por los servicios secretos franceses, cuando Greenpeace protestaba contra las pruebas nucleares en el atolón de Mururoa.
La agresividad mostrada por los efectivos de la Armada requiere mucho más que una simple explicación. La Armada tiene que abrir una investigación inmediata para dilucidar quién es el responsable y hacer públicos sus resultados, cuanto antes. Y es de esperar que la justicia ordinaria intervenga, dado el carácter civil de las víctimas.
Pero hay además unas cuantas interrogantes que alguien debiera explicar:
¿Por qué las prospecciones petrolíferas, extensamente contestadas por la sociedad y las autoridades canarias, han de seguir adelante?¿Por qué el gobierno se empeña en hacerlo con tal oposición? Se argumentará que es preciso en favor de la soberanía energética. Sin embargo, ni este gobierno ni los anteriores han hecho un mínimo esfuerzo por atender las reiteradas recomendaciones de científicos y organizaciones conservacionistas acerca de la suicida política de continuar con la explotación de los combustibles fósiles, en lugar de apostar decididamente por medidas de ahorro de consumo y de desarrollo de energías renovables. Resulta aquí patente la connivencia entre las grandes corporaciones, en este caso Repsol y los responsables de Industria. Este gesto viene a añadir un dato más a la evidencia de esa confluencia de intereses, sustanciada con todo el descaro con el acceso a su consejo de Administración de relevantes miembros de los gobiernos, tras su cese.
Pero, ¿por qué se emplean medios de la Armada para esto? La Armada está para defender a España ante agresiones armadas por vía marítima, lo que no era el caso. ¿Nos está acostumbrando el gobierno a una militarización progresiva de nuestras vidas, de manera que sus opciones serán cada vez más sostenidas a base del empleo de la fuerza, con desprecio absoluto del derecho de los ciudadanos a disentir y a manifestar su oposición por medios pacíficos?
¿Ha ordenado el gobierno a la Armada una respuesta tan contundente, hasta el punto de poner en riesgo la vida de los activistas de Greenpeace? ¿Conocía el gobierno que se iban a utilizar esos procedimientos operativos? O, por el contrario, ¿es que se le ha ido de las manos a sus mandos? ¿Por qué se emplean tácticas más adecuadas para neutralizar grupos armados irregulares? ¿Es que no son conscientes sus mandos del descrédito al que someten a toda la institución?
La última posibilidad es que los patrones de las embarcaciones hayan cometido errores de cálculo, con resultado de abordaje. Esta opción parece muy poco creíble, a juzgar por las temerarias aproximaciones que se observan, que no pueden ser hechas a la simple discreción de los patrones de las embarcaciones. La colisión pudiera no ser intencionada, pero es evidente que las aproximaciones eran injustificadamente arriesgadas y ordenadas por el mando. Alguien por arriba tiene que responder de ello, aunque ya nos tienen acostumbrados a que pague el más débil.
Demasiados interrogantes que no pueden ser despachados con un vergonzoso silencio. Los mandos de la Armada parecen haber respondido con entusiasmo a los requerimientos del gobierno, que es decir de Repsol, poniendo en juego el prestigio de la institución, supuestamente al servicio de todos los españoles.
El gobierno debería asumir su responsabilidad política por las consecuencias de su cerrada defensa de los intereses de la corporación Repsol frente al derecho legítimo a la protesta pacífica. Es evidente que no lo va a hacer, imbuido como está de la convicción de que su papel es allanar el camino a las grandes corporaciones, aunque sea a costa de la salud del planeta y de la pauperización de sus ciudadanos.
Y deben sustanciarse las responsabilidades penales, hasta el nivel que haga falta, por esta criminal acción.
16 de Noviembre de 2014
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