Las imágenes de su cuerpo desnudo se pueden ver en el Machu Pichu del Perú, o en España o en las calles colombianas con grafiti de fondo. La modelo y activista colombiana Carolina Atuesta decidió salir del estudio de los pintores para expresar su rechazo a la censura a los cuerpos y para dejar establecidas […]
Las imágenes de su cuerpo desnudo se pueden ver en el Machu Pichu del Perú, o en España o en las calles colombianas con grafiti de fondo. La modelo y activista colombiana Carolina Atuesta decidió salir del estudio de los pintores para expresar su rechazo a la censura a los cuerpos y para dejar establecidas sus opiniones políticas.
«¡Fuera Monsanto que siembra muerte!» Con este lema, la bailarina, actriz y modelo comenzó una gira por Sudamérica para denunciar a la principal empresa promotora de transgénicos en el mundo. La desnudez artística es el discurso de esta activista, cuyo cómplice es el fotógrafo Aníbal Paz.
La intención de la gira fue «ir a lugares que sufrieron lo terrible del colonialismo y que nos dejaron un dolor espantoso, donde más de 500 años después seguimos pagando las consecuencias», explica a Desinformémonos.
En el país de origen de la artista, «los campesinos no pueden sembrar como lo hacían ancestralmente. Ahora las semillas se tienen que comprar -carísimas- y están modificadas». Este cambio, recuerda, la dejó pensando en hacer un tipo de desnudo más activista para señalar explícitamente «que estamos en contra de Monsanto y de la muerte».
Otro de los temas que ocupa a Atuesta es la matanza de animales y la utilización de sus pieles para la moda y el comercio, que trabaja en conjunto con jóvenes activistas de Colombia.
Carolina Atuesta ha desplegado su trabajo en calles y campos de Colombia, en el sur de Argentina, en España y en Italia. En el año 2010 realizó su primera exposición fotográfica, lo cual causo extrañeza en los profesionales del sector ya que no es común que sea la modelo la que quiera exponer.
Gracias a la exposición de gran formato, fue invitada a España para exponer contra el maltrato y la xenofobia, y para enseñar cómo un desnudo puede representar el exilio. Se trató de «hacer una muestra de desnudo, pero enfocado a la temática social».
La censura y la desnudología
«El desnudo sigue siendo transgresor; existen imágenes más dramáticas que ameritarían tener más atención», clama la joven colombiana. El desnudo o semidesnudo religioso es presentado a menudo como un cuerpo desterrado que muestra dolor, «y entonces es permitido, pero si yo estoy desnuda y libre, causo espanto». Ella comenzó a utilizar esta transgresión de otra forma, «como activista».
Esta sociedad, señala, «ve un pezón y causa más terror que un cadáver. ¿Qué sucede en esta sociedad, con la vista tan enferma? Mi trabajo de investigación se refiere a esto y a resaltar la importancia del desnudo en el arte».
Atuesta comenzó sus actividades de modelo a los 18 años, en universidades de Bogotá y en talleres independientes de artistas, como una forma de mezclar el teatro, el tango y el modelaje.
El cambio con este tipo de arte y activismo es que «salgo del estudio de fotografía y del caballete del pintor, ya no soy la modelo de. Desnuda me voy a una obra de teatro, canto y mezclo estas expresiones. Puede parecer que es un recurso nuevo el desnudarse, pero ya es muy antiguo», explica.
Ahora, la realización de los desnudos activistas es más que otra manera de hacer arte, «ya es una forma de vivir y de expresarme», llena de teatralidad y danza. Creó el término desnudología para describir al estudio experimental de las múltiples interpretaciones escénicas del desnudo artístico.
En su gira por Sudamérica, la artista recorrió lugares como el Solar de Uyuni y Machu Picchu, donde «me encontraron haciendo desnudo, nos sacaron y me convirtieron en la más criminal de todas». Carolina Atuesta afirma que ella y su equipo desarrollan sus actividades artísticas con mucho respeto y cuidado, especialmente por ser un lugar sagrado, pero «justo en la última foto nos agarraron, nos quitaron la cámara y borraron las imágenes ilegalmente». Los administradores, afirma, no supieron qué hacer, «y ahora existen una moda de ir a desnudarse ahí».
La artista considera que las nuevas generaciones tienen que acostumbrarse a ver sin problema los cuerpos desnudos, «no debería ser tabú».
Para Atuesta, la inmoralidad no existe, pues todos nacemos desnudos y así seguimos bajo la ropa. Por eso, parte de su activismo es contra la censura. «No estoy promoviendo el naturismo, ni el budismo, no estoy invitando a que todo mundo se desnude, sino a que se reconozca existe el desnudo artístico y a la crítica social en él».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.