Una ciudadana que sacó a una mujer de la prostitución denuncia que los servicios de Igualdad de Tolosa le han negado la ayuda «económica, personal y moral».
Entre la indignación, la rabia y el enfado, pero sin dejar de actuar. Así se encuentra Mehriban Osmán, una azerbaiyana que reside cerca de Tolosa y que hace unas semanas logró que una latinoamericana que estaba siendo prostituida «en uno de los dos puticlubs a la vista de todos, en el Benta Zahar Club», saliese del infierno de la prostitución.
«No puedo creer que después de arriesgar mi integridad física para sacarla de allí, reciba, de una trabajadora social la indiferencia más absoluta», denuncia. Y es que, para Osmán, «de nada sirven las campañas de sensibilización cuando los servicios sociales, en lugar de ayudar a quien lo necesita en una situación desesperada como la suya, no den ni ayuda económica de urgencia ni siquiera una palabra de apoyo a quien está sola, enferma y destrozada por dentro por tener que recurrir a prostituirse», comenta a este medio.
Historia de infierno
Osmán, tras conocer la situación en una charla sobre Derechos Humanos en la que estaba la afectada, decidió darle su teléfono por si podía ayudarla en algún momento. La mujer sin papeles y a la que no le quedaba más remedio que prostituirse para no estar en la calle y enviar dinero a su familia, a los pocos días contactó con ella. «Me dijo que ya no aguantaba más la situación y me pidió ayuda para escapar», reconoce.
La azerbaiyana, no dudó un segundo en acudir a auxiliarla. Ni corta ni perezosa fue al puticlub con su coche y se la llevó de allí. Tras un abrazo enorme «que me llegó al alma», ambas fueron directamente a Igualdad de Tolosa. «Allí yo pensaba que tenían protocolos para estos casos de urgencia y me encuentro con la sorpresa de que no es así.
La trabajadora social me dice que me llamarán para darme cita unos días después. Yo me quedé alucinada. Le dije que esta mujer necesitaba protección ya, ayuda psicológica (tiene dos hijos en su país a los que cuida su madre diabética y que su exmarido ahora amenaza con quitarla la custodia) y ayuda económica para volver a su tierra. La respuesta de la trabajadora social es que no puede ayudarnos.
Que me vaya mejor a las oenegés, que allí solo pueden darme cita en unos días y que sino llame a la Diputación Foral para ver si allí los servicios de urgencia de Navarra me pueden ayudar», recuerda. «¿Cómo puede pasar esto? ¿Es que nadie sabe lo que están pasando estas mujeres a la vista de todos?», se pregunta en voz alta. La mujer prostituida solo tiene un sueño.
Dejar atrás su pasado por varios puticlubs y regresar a su ciudad para poder cuidar de sus dos niños y de su madre. «Algo imposible porque en una redada en otro puticlub, le quitaron el pasaporte», añade su salvadora. Ahora Osmán ayudada por una abogada y por Amelia Tiganus, entre otras personas, ha decidido hacer una denuncia pública a través de este medio. «Ella se encuentra muy mal y desesperada. Está enferma, con mucha ansiedad y estrés», dice Omán. «Estamos recabando, a la espera de resolver el laberinto de papeles, el dinero de manera individual para poder pagarle el billete de vuelta».
El machismo de un sanitario médico
Un estrés que se acrecienta con la oscuridad. «Al llegar la tarde se siente muy intranquila e insegura y solo dice que quiere morirse, que no puede más con la vida. Que está rota». La intranquilidad es tal que Osmán narra como hace unos días la afectada tuvo un ataque de nervios. «Estaba muy mal y pidió desde donde estaba una ambulancia. El propio sanitario que la atendía se puso a ligar con ella de camino al centro médico», denuncia. «¿Cómo es posible que se haga esto? ¡Esto solo pasa porque los hombres se permiten esto al ver que es una mujer extranjera y que está en una situación tal! ¡Es increíble!», se enfada al recordarlo.
Osmán, además de la machista actitud del sanitario, denuncia que el Cónsul del país de la afectada «también se lavó las manos». «Le pedimos un certificado para conseguir el pasaporte, así como ayuda económica y dio la callada por respuesta. Todos hablan de igualdad, se les llena la boca para la foto, pero ni unos ni otras me han llamado si quiera para ver cómo está ella.
El puñetero sistema la empuja a prostituirse y a nadie le importa si no tiene dónde dormir o cómo se encuentra. Si no es por personas individuales que la ayudamos tendría que haber vuelto a ser prostituida. ¡Me siento impotente solo pido humanidad!», dice Osmán. Y es que, lo que este caso viene a poner de manifiesto, tal y como añade Amelia Tiganus, es que por más que se diga «que hay salida a la prostitución es pura mentira. El sistema obliga a las mujeres a quedarse en el hoyo de la esclavitud. No les importa nada.
Los puticlubs están a la vista de todos porque hay puteros y luego se niega la mano a quien necesita y pide ayuda para salir de ahí. Este caso que estoy viviendo en primera persona es un ejemplo más de ello. Si no es por personas que con gran sensibilidad y de forma anónima ayudan los servicios públicos, que se supone están para esto, en poco o nada ayudan», añade la superviviente de la prostitución.
Por eso Osmán recalca que la igualdad «no va de hacer chapitas o ponerse detrás de un cartel o pancarta, va de ayudar a las más débiles, las mujeres extranjeras que pasan por una doble exclusión», añade. «Cada una de nosotras podemos hacer algo por cambiar situaciones como las que estoy viviendo, pero son las instituciones, y más las que se suponen que están sensibilizadas con la igualdad, las que tienen que hacer más o el todo. No puede ser que haya un feminismo de folclore.
A nivel humano tiene que hacerse todo lo que se pueda en lugar de pasarse las responsabilidades de unas instituciones a otras. Hay que ayudar a las más débiles. Yo he podido ayudar a una pero solo pienso en el horror de las mujeres que están en los clubs y sin ayuda alguna», finaliza.
Imagen de archivo de un local donde se ejerce la prostitución (Foto de Internet)