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Entrevista a la cantante Punk Lydia Lunch

«El enemigo está durmiendo en mi puta cama»

Fuentes: Diagonal

Poca gente hay más punk que Lydia Lunch. Si quieres comprobarlo ve directamente a la última pregunta de esta misma entrevista.

Lydia Lunch es parte importante de la contracultura de las últimas décadas. Después de Teenage Jesus and the Jerks, banda clave de finales de los ’70, Lunch siguió su imparable carrera con importantes colaboraciones (Einstürzende Neubauten, Sonic Youth, Genesis P. Orridge, Alan Vega, Omar Rodríguez); cabe reseñar su trabajo fílmico con Richard Kern, literario (Paradoxia), y es una clara referencia en spoken word. Entre sus últimos trabajos se encuentran Amnesia y Ghosts of Spain -de fondo, la mala sutura de la guerra civil española- y una vuelta musical al rock más crudo (Big sexy noise) junto a la banda Gallon Drunk.

DIAGONAL:Somos principiantes en esto, así que esperamos que salga bien…

Lydia Lunch: No hay problema: no se trata de las preguntas, lo importante son las respuestas. Además, no suelo hacerle caso a las preguntas.

¿Puedes hablarnos sobre tu trabajo Ghosts of Spain? Estoy obsesionada con Belchite (Zaragoza). En primer lugar, por la geografía física de ese enorme monumento a la locura humana. Para mí es como si fuera Oriente medio. Es un paralelo con el tema de Ghosts of Spain: la amnesia que está redactada en la Constitución española me parece fascinante porque la mayor parte de los países la tienen, pero no la han introducido en sus constituciones. Eso es por lo que llamé también Amnesia a mi libro, bilingüe inglés-castellano. Me parecía que había que hacerlo… No fue una acusación. No acuso dependiendo del país en el que esté. Acuso a todo el mundo por sus crímenes. Yo no he cometido crímenes, eso está claro. Yo soy el crimen, soy el crimen. Es como lo de Belchite: nadie lo reivindica, nadie va nunca allí. No conozco ni siquiera a una persona que haya estado allí si no ha ido conmigo. Está a tres horas, ¡coged el coche, cabrones perezosos, y vereis fantasmas!

La cosa es que Belchite está vacía de fantasmas. Es muy tranquilo: hace casi 80 años que mataron a todo el mundo. Los únicos que interrumpen la tranquilidad son un pastor que pasa con cien ovejas dos veces al día y al que me gusta salirle al paso, y un burro que vive allí. Siempre es un placer que un burro te dé un cabezazo. Me siento apelada por Belchite, o Belchite por mí; además están los paralelos… Para mí hay una única y salvaje guerra. Nunca acaba, porque es un virus que va de una parte a otra y siempre está en algún sitio; siempre en más de un lugar: peor que la gripe. No cambiará nunca. No veo cambios en el futuro: sólo una guerra sin fin en un lugar o en otro causada por la codicia, Dios, la tierra, el petróleo. No importa si los roedores capitalistas son de tal país o de tal grupo de países: siempre estará ahí la cleptocracia imperialista que mata y provoca guerras. Hay que comérselos.

D.: ¿Es, entonces, una denuncia a esta gran violencia histórica…?

L.L. No he dicho que la denuncie. Yo acuso. Y golpeó también. Creo que la violencia le pertenece a nuestra naturaleza humana. Pero las palabras no son violentas. La violencia es un acto. Creo que las palabras son terapéuticas, y si adopto el lenguaje del enemigo es porque lo tengo dentro, porque está durmiendo en mi puta cama: el enemigo me ha infectado. EE UU es el enemigo ahora, de todos. En un sentido estoy contaminada por EE UU, otra vez, no importa donde vaya: el germen de la enfermedad sigue en mi sangre, que abrazo tanto como aborrezco. Soy violenta por naturaleza; pero nunca la empleo, uso palabras.

¿Como si hubiera una especie de desplazamiento de la violencia? No, no. El modo en que habita en mí…: me siento mucho más sádica intelectualmente que en lo físico y en un sentido la violencia se perpetra en mí de ese mismo modo. Me gusta ser la marioneta sobre la que los demás ejercen violencia. Sin embargo nunca me enfurezco demasiado, porque estoy en el mismo juego. Puedes seguir adelante y hacer el tonto, como una marioneta psicótica, o un muchacho amariconado; arrojar cosas contra la pared. Pero yo lo entiendo más como un doctor. La violencia, para mí, es algo que tenemos por genética. Hemos nacido en ella: nos han creado en un acto violento, nacemos con violencia; lo primero que hacen es azotarnos; el primer acto que experimentamos se basa en la sangre. No es un dilema para mí, pero mi postura es la contradicción. Soy un tanto esquizofrénica. No lo niego, como la mayoría de la gente y eso es lo que les termina por joder. Están jodidos por negarse a esa contradicción, a su contradicción natural y eso les hace actuar, hacerse adictos a cosas o ser estúpidos.

«Soy violenta por naturaleza; pero nunca la empleo, uso palabras»

D.: Resulta gracioso que España te parezca un país agradable y, a la vez, hagas esa pieza sobre los fantasmas de España, sobre lo que no se ha contado, sobre las victimas sin desenterrar…

L.L. Cierto. Y, sin embargo, es un país muy agradable, y por ello sigo viviendo en España; porque me encuentro con tantas sandeces cada día de mi vida que necesito vivir fuera del gueto en el que fui condenada a vivir. Pero, en cierto sentido, me cabrea este tipo de placidez de aquí, es muy cómoda, todo está siempre bien, no hay problemas. Pero sabemos que sí que los hay. Mirad sino EE UU, donde el Gobierno dice que hay 45 millones de personas que vive por debajo el umbral de la pobreza. Eso significa que habrá, ¿cuánto?, ¿70 millones? Y, ¿cuánta gente hay en España? ¿40 millones? Así que, doblad el número de personas que hay en ese país y haceos a la idea. Y no son pobres del tipo «no tenemos dinero», sino pobres hasta la médula. Y violentos. Y estúpidos.

Eso es una combinación fatal. No es que no haya estúpidos hijos de puta en este país: los hay; la educación ya no es lo que era… Pero, con todo, el ambiente general es hermoso, y es que hace tan sólo unas décadas que salió del fascismo, y eso se nota. EE UU, que ha tenido, como todo país, grandes momentos, está ahora en decadencia. ¿Qué se puede hacer? Lo que me asombra de todo esto que, cuando me fui de allí, hará unos seis o siete años, los que sean, mucha gente me dijo que también se iba, y nadie se ha ido. ¿Qué problema tiene la gente? Y lo peor es que han sufrido por no irse, de veras. La gente parece atascada, como atada a su mierda, es muy insegura. Yo me mudo de casa cada pocos años. Ésta es la vez que más tiempo he pasado en una misma ciudad y han sido seis años. Acabo de ordenar mi estructura molecular con el fin de no sentir todo el tiempo ese picor que me incita a moverme. Si cambiara, seguiría en Barcelona o seguiría en España. Cambio de sitio a menudo y por muchas razones. Hay diferentes razones para mudarse. Una son las colaboraciones, pero no siempre es ésta; otra es alejarme de donde estoy, o porque necesito un nuevo lugar para pasearme, o porque me encanta no conocer la lengua del lugar. Me niego a hablar español: porque si alguien está por ahí hablando no quiero saber qué mierda está diciendo, no me importa un carajo. Por otra parte, EE UU está ahora entrando en el fascismo más duro. Si me preguntaras a mi incluso te diría que ya está en él. Es fascismo.

«Soy un tanto esquizofrénica. No lo niego, como la mayoría de la gente y eso es lo que les termina por joder»

D.: ¿No ha estado allí siempre?

L.L. Cierto. Pero la cosa se pone peor cuando tienes un falso profeta o un títere color café, como yo llamo a Barack Obama; que era un gran orador hasta que le pusieron dónde está y comenzó a chupar pollas blancas, como el resto de esos hijos de puta.

«ES HORA DEL PUTO ROCK»

En esta entrevista Lunch también tuvo tiempo de explicar el cambio que su música ha experimentado en los últimos tiempos: «Todo se remonta al blues. Todo se remonta a tañir una piedra y encontrar tres ramas que suenen como cuerdas de guitarra. Por esa sencilla razón me gusta el trabajo con Big Sexy Noise. He estado creando atmósferas psicóticas y guarras durante diez años. ¡Ya es hora del puto rock! No me importa quién lo ha hecho ni quién lo hace ni quién quiere hacerlo, porque no me parece que el rock sea aún lo suficientemente guarro. Los Sonic Youth no son guarros, Rollins no es guarro», sentencia esta música. Y sigue: «No hago ninguna mierda extraña; es rock. Es un antídoto, me mantiene cuerda. ¡Yo también tengo derecho a divertirme! ¡No se trata de pasar todos los días de mi vida aniquilando mentalmente a la gente!».

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-enemigo-esta-durmiendo-en-mi.html