Una de las posturas más generalizadas en los círculos donde se reproduce la sabiduría convencional en el pensamiento económico es la que subraya que el Estado (central, autonómico y local) debe equilibrar sus cuentas -es decir, que los gastos sean igual a los ingresos- tal «como hacen las familias y las empresas en el sector privado«. Esta postura ha alcanzado la dimensión de dogma en […]
Una de las posturas más generalizadas en los círculos donde se reproduce la sabiduría convencional en el pensamiento económico es la que subraya que el Estado (central, autonómico y local) debe equilibrar sus cuentas -es decir, que los gastos sean igual a los ingresos- tal «como hacen las familias y las empresas en el sector privado«. Esta postura ha alcanzado la dimensión de dogma en el nuevo gobierno presidido por el Sr. Mariano Rajoy. Una revisión rápida de las veces que el Presidente del Partido Popular ha repetido tal postura durante la campaña electoral, muestra que es de las más repetidas en sus discursos políticos y/o entrevistas en los medios. Es un indicador de la escasa actitud crítica de los medios de mayor difusión del país, que casi ninguno de los periodistas que le han entrevistado o han informado sobre su pensamiento económico haya hecho una observación correctora, señalándole que el gran supuesto que reproduce su postura -el de que las familias y las empresas equilibran sus cuentas- es erróneo, siendo fácil de demostrar que los datos no lo sostienen.
En realidad, ni las familias ni las empresas podrían progresar sin que los gastos fueran mayores que sus ingresos. Veamos los datos. Cuando una familia normal y corriente compra una casa, tiene que pedir prestado dinero porque la mayoría de familias no tiene el dinero para pagar el coste de la propiedad que están comprando, en el momento de la compra. Lo mismo cuando compran coches u otros bienes de elevado coste. La gran mayoría de las familias se endeudan y por lo tanto gastan más de lo que tienen Y esto les permite progresar y aumentar su nivel de vida. En realidad, este endeudamiento es necesario para asegurarse un futuro mejor. Cuando la familia pide prestado dinero para invertirlo en la educación de sus hijos, está invirtiendo en su futuro. No hay nada atípico o malo en el endeudamiento. Antes al contrario, es bueno para la familia, siempre y cuando ésta pueda pagar lo que debe (lo cual depende del tamaño de la deuda en relación a sus ingresos, y también del gasto hecho que causa la deuda). Si la deuda es elevada pero la rentabilidad de la inversión conseguida a través de préstamos es mayor y crece más rápido que el tamaño de la deuda, entonces el endeudado no tiene ningún problema.
En España, sin embargo, la mayor causa del gran crecimiento de la deuda familiar se debe al descenso de la capacidad adquisitiva de las familias, lo cual ha alcanzado un nivel oneroso que está repercutiendo en un descenso de la demanda de bienes y consumos. La gente compra menos porque está muy endeudada y tiene miedo a no poder pagar su deuda. La solución a este problema no es -como los neoliberales y el gobierno PP dicen- reducir el crédito (es decir la posibilidad de endeudarse), sino aumentar la capacidad adquisitiva de la población, incrementando, por ejemplo, los salarios (en lugar de reducirlos, tal como la congelación del salario mínimo del gobierno Rajoy intenta conseguir).
Mientras, la única alternativa disponible de las familias españolas es continuar endeudadas. Y así es como están. La deuda familiar en España es aproximadamente el 87% del PIB (según los datos del Banco de España. Diciembre, 2011).
El endeudamiento de las empresas
El Sr. Rajoy y sus asesores económicos parecen también desconocer que las empresas no funcionarían, ni progresarían si estuvieran obligadas a equilibrar sus cuentas. El propietario de la tienda de la esquina ha tenido que pedir prestado dinero para comprar los productos que venden en la tienda, esperando poder pagar su deuda (y conseguir beneficios) en la medida que vaya vendiéndolos. Si debiera vender basándose sólo en lo que tiene, tendría dificultades serias en poder mantenerse y expandir el negocio. Pues bien, las empresas en España están endeudadas alcanzando un 127% del PIB. De estas cifras se desprende que cuando el Sr. Rajoy subrayaba en la entrevista que el Estado tiene que comportarse como las familias y las empresas, el periodista le tendría que haber preguntado: ¿Está usted, pues, sugiriendo que la deuda del Estado español debería ser de un 87% del PIB como las familias o de un 127% del PIB como las empresas? Por desgracia, ningún periodista le hizo tal pregunta.
La realidad es que ni las familias ni las empresas equilibran sus cuentas. Antes al contrario. Están profundamente endeudadas, mucho más que el Estado, cuya deuda pública es un 66%. Intentar que el Estado elimine su déficit es lo mismo que negarle la posibilidad de que las familias y las empresas mejoren. El caso actual es un caso claro. La economía no está creciendo debido a una gran escasez de la demanda, consecuencia de la disminución de la capacidad adquisitiva de la población (disminución que las medidas del PP están agravando) y consiguiente crecimiento del endeudamiento.
El único que puede estimular la demanda es el crecimiento del gasto público (y muy en especial con la creación empleo). El sector privado no puede hacerlo. Por lo tanto, al disminuir el gasto público, además de incrementar el desempleo se contribuirá a la recesión y a la disminución del crecimiento económico, aumentando el déficit y la deuda pública que se están intentando reducir. Es un suicidio. Y sino, esperen y verán.
Pero hay una gran diferencia entre el Estado y las familias y las empresas. Y es que el Estado puede imprimir moneda, y por lo tanto puede crear dinero con el cual pagar sus gastos. El lector admitirá que esta es una gran diferencia. Los Estados estadounidense, británico, sueco, noruego, japonés y muchos otros, imprimen dinero (millones de sus monedas) y con ello estimulan la economía a base de incrementar el gasto público. Los economistas neoliberales se echarán las manos a la cabeza diciendo que esto es un disparate, pues aumentará la inflación. Pero tales exclamaciones ignoran que el mayor problema que existe en la Unión Europea no es la inflación sino lo opuesto, la deflación, tal como ha reconocido el propio Presidente del Banco Central Europeo, el Sr. Mario Draghi.
Soy consciente de que más de un lector me dirá: pero profesor Navarro, el Estado español hoy no puede imprimir dinero. Lo cual es correcto hasta cierto punto. El Estado español, junto con los otros Estados de la Eurozona, nombra a los gobernadores del BCE el cual, en teoría, es el Banco Central de todos estos países, incluido España. Si los Estados quisieran, el BCE podría imprimir dinero y transferirlo a los Estados. El que no lo haga (transfiriéndolo en cambio a los bancos privados) es una decisión política, y como tal puede revertirse (como lo muestra la medida excepcional de compra de la deuda pública). Para que ello pase se requiere que los Estados lo deseen. El que no lo deseen se debe al enorme poder de la banca sobre tales Estados, poder que se ha acentuado todavía más con el gobierno PP, en el cual el nuevo Ministro de Economía era nada menos que el que fue Presidente de Lehman Brothers en España y Portugal. Y así nos va y nos irá.
Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
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