Vi este finde en los medios dos cosas que, vaya, parece que hubiera telepatía y me leyeran el pensamiento. Se lanzó algún análisis con visión internacional con la idea recurrente de nuevo contrato social. Yo creo que es buena para definir hacia dónde tenemos que ir en el plano interno también, no sólo internacional, es […]
Vi este finde en los medios dos cosas que, vaya, parece que hubiera telepatía y me leyeran el pensamiento. Se lanzó algún análisis con visión internacional con la idea recurrente de nuevo contrato social. Yo creo que es buena para definir hacia dónde tenemos que ir en el plano interno también, no sólo internacional, es decir, hablando de España. La relectura reciente del libro me hace pensar en la vitalidad de algunos pensamientos ahí reflejados.
Asimismo, recuperar el internacionalismo en nuestra mirada, más allá de los malos tiempos que vivimos, como ideal, me parece importante, ahora que la tendencia parece ser replegarse al terruño como Emmanuel Todd muy brillantemente ya vaticinó hace años: lo de la economía mirando más a nacionalismos y de freno y marcha atrás. La unión de los pueblos con sus particularidades culturales, lingüísticas, etc. parece vital y lógica como solución de Progreso, y no las fronteras ni el sálvese quien pueda. Y ningún «Santiago y cierra España» por favor, que ya tuvimos bastante con eso. Otra cosa es que se piense conjuntamente en cuál es la economía sostenible y el estado de cosas sostenible para avanzar mejor (estamos ya viendo cómo surgen muchas ideas por el mundo mundial).
Entre las propuestas que iba pensando, para pasaros, lectores, amigos, compañeros, en un próximo artículo, estaba también la de poner nombres a algunas cosas para resaltar lo que vemos y pretendemos muchas personas, no porque nos guste el marketing de lenguajes flash, sino porque un nombre identifica, concreta, desvela, comunica claramente ante qué estamos. Y ayuda montón a trasladar adecuadamente desde cada uno de nuestros lugares a quienes están más ocupados con sus cosas de mirar para otro lado por el momento (cada vez serán menos, espero, pues la verdad tarda, pero llega a verse).
Os animo a poner en común y que penséis propuestas de esos «titulares» necesarios. Hoy la Red permite la creatividad conjunta, por suerte. Quizá en lo que sigue identifiquéis algunos que dejó sobre la mesa.
Veo que Monereo (me contaron que fue un pensador liberado para pensar y esto me parece genial porque pensar es cosa seria y con curres explotadores es imposible), ahora en la pomada de nuevo, le llamó «la trama» a la situación a que nos enfrentamos y que lo ha adoptado Podemos. «La casta» antes y ahora «La trama» tienen, pues, la culpa de las cosas y hay que abordarlos. Bueno, yo lo veo difuso para lo que tenemos encima y en nuestra propia casa. Que hay una panda corrupta y un entramado globalizado de corrupción, es obvio.
Pero este pensador y otros no sé si tienen en cuenta que en España suele ser muy cómodo a quienes sí participan del entramado político, a quienes ya están dentro del sistema de manejo de los temas y/o son, por ejemplo, diputados (que tienen quizá que estar muy finos ahí dentro pisando moqueta y evitando que les enmiende la plana la progre de Villalobos), echar balones fuera con reflexiones un tanto deterministas como la de que nos manejan el FMI, BM y etc. Y claro, esas cosas son un Goliat muy muy grande contra David, el pobre cada vez más flaquito, que puede vencer pero que parece que está afilando su piedra y no acaba de decidirse con la honda. Y hombre, nombres que nos remiten tan a lo inabarcable y difuso que no hay manera de meterle mano en realidad y pueden ser cualquiera o sus contrarios, pues nos hacen que sigamos mesándonos las barbas y siendo geniales sin meternos en charcos demasiado grandes.
Es la protesta que yo llamo cómoda, rentable. Lo digo con máximo respeto a los compañeros políticos que algunos creo que están avanzando algo, ¿eh? Y ya salen a protestar por el asesinato de mujeres que se cometen un día sí y otro también. Y ya van a retirar las calles franquistas, y ya escuchan a las víctimas, y ya plantan un poco al rey y ya se plantan en el Congreso con las banderas de la democracia golpeada, es decir, de la República. Pero como escuchan muy bien y no son de los de cada cuatro años cheques en blanco y a tirar, quizá puedan esmerarse más.
Es decirles y decirnos: bueno, no nos quedemos ahí, que esto no es una peli. Sabemos que en justicia, no se juzga a un conjunto sino se juzga a los individuos con nombre y apellido, ¿que forman un conjunto?: claro… Y «la canalla» que está en la trama, que trama (sería más correcto, creo, esa denominación) o «los canallas» (mejor así), tienen unos nombre y apellidos, y no otros. Que aquí manda Alemania etc. Y tal y cual. Sí, pero siendo cierto, pues no es todo lo que hay que saber ni se puede uno refugiar en eso para prácticamente justificar la falta de reacción y el no poner el dedo en la llaga y nombres a los verdugos. (Las víctimas siempre salen en la tele con nombre: la que se queda sin luz, sin casa, en el paro…).
Ya sabéis también que los políticos (le pasó mucho a un Felipe González aún con mando en plaza) siempre miran hacia fuera cuando temen enfrentarse a las fieras de su casa.
Bueno, pues si se mira fuera, es más clásico y abarca más de siempre lo de «clase», clase que nos aboca a la «lucha de clases». Desgraciadamente, sí, otra vez, siempre, porque esto no acaba. Y es más concretito y claro. Que uno va por la calle ve a alguien y sabe enseguida de qué clase puede ser, pero si es o no de la trama de ahora mismo o de la de pasado mañana, hijo, eso es harina de otro costal… Ser innovador es guay, pero para mejorar lo que ya lo explica maravillosamente.
Y bueno, en nuestro caso de país concreto, yo creo que hay que hablar ya de crisis del Estado y de Régimen que pone en peligro hasta nuestra convivencia en paz. Creo que nuestro Estado hace crac (el ilustrado profesor Clemente Herrero me perdonará que rememore con esto, y le copie un poco, el título de su magnífico libro «El mundo hace crac»). Y hay que aclarar a los ciudadanos qué nombres y apellidos y qué intereses concretos hay en cada parte de la responsabilidad que nos impide avanzar y nos mete en el pozo de la crisis económica, social, familiar y ética, más y más. Esta vez, al poder no le va a ser suficiente con meter en la rueda trituradora a unos cuantos tipos Rato, para que veamos lo bien que se aplica la justicia, porque esto es metástasis, no un granito que se cure con tiritas.
Por un lado, está, pues, esa realidad internacional de capitalismo en fase cada vez más depredadora con los lastres de decisiones nacionales delegadas y obediencias impuestas en pro de dicha depredación de unos pocos ricos frente a una mayoría aplastada. Así que tenemos un teatro democracia con gobiernos títere, esclavos del capital.
Por otro (y ahí es donde nuestros santos políticos se escaquean para no ponerle el cascabel al gato) tenemos nuestra democracia vacía, formal, democracia empalada en una construcción abusiva (la del 78) de un edificio trampa en el que vivimos peligrosamente. Una democracia subalterna a otro esquema (que es vox populi y está escrito), está por encima de la ley y es inviolable que es la Monarquía (como se está demostrando en los peores momentos que está viviendo nuestro país desde muchos lustros), instaurada, nombrada (como sabe todo el mundo y pone en los libros de los investigadores más reputados), por un dictador. El caso insólito y único de España de no haber roto con el franquismo (el franquismo es legal y luce hasta sus emblemas, fundaciones y calles, como sabemos) y tener una máxima cabeza, jefe máximo militar además, no heredada de rey a rey (ni siquiera elegida por la gracia de Dios) sino nombrada por un dictador, nos coloca en una posición al capricho, al albur de un señor dominando desde su castillo y apoyado en una agitpro (agitación y propaganda) mediática que sustituye y tapa el rechazo ciudadano que le fastidia, desde que se colocó la corona, el pretendido baño de multitudes.
Su legalidad es un dedazo de dictador y un mecano construido y mantenido con las pistolas encima de la mesa. Tenemos un Régimen sobrevenido por la gracia de la dictadura genocida y de la amenaza de utilizar las armas (23F y amenazas más recientes) cuando la población aún no ha salido del shock postraumático de un genocidio con fosas aún por desenterrar y vivo en la exclusión económica y rechazo social de los herederos físicos e intelectuales de los defensores de la única democracia real que hemos tenido, la democracia que fue la República. Como dice la abogada que lleva la querella argentina contra los crímenes del franquismo, Ana Messuti, el delito continúa.
Estamos ante un Régimen con metástasis que desde la UVI pretende imponernos cómo van a vivir los españoles que por ley de vida y lógica natural le sobrevivirá. El Régimen agónico actúa como la madrastra de Blancanieves, pretende que mordamos la manzana que nos mate, que compremos su corrupción; pretende otra tierra quemada como la del Bienio Negro pregolpista, otro atado y bien atado franquista, con el que envenenar nuestro futuro, hipotecar a las generaciones futuras.
Y si su legalidad es la descrita, su legitimidad y aceptación es una pantalla de televisión y la represión en la calle. De facto, entonces es una democracia delegada de la Dictadura, S.A. para cuestiones menores, con reserva del presidente de la compañía y derecho de pernada cuando haya decisiones mayores que tomar. ¿O no, queridos lectores?
De hecho, se grita ya en las calles, se recuerda que estamos sin derechos básicos reconocidos como vivienda y trabajo y sin libertades básicas como la de expresión con ley mordaza y que ya hay presos políticos, etc.
Con una ley electoral dentro del edifico trampa, continuidad que se plasmó en la conjura del 78, tenemos secuestrada la voluntad mayoritaria del pueblo a un esquema trampa de funcionamiento condicionado a los intereses de las clases privilegiadas que se conjuraron también en el 36 para dar el golpe de Estado. Por tanto, ¿estamos seguros los ciudadanos? ¿Pueden las altas cabezas y un gobierno soportado en este estado de cosas y en una situación inestable, débil, socialmente una bomba, con una crisis total, imponernos decisiones que nos afectan a todos y a toda costa, como amenazan hacer? Es decir, ¿esto es legítimo?
¿Ante qué monstruosidad estamos?
El crac de la Transición tan crack exige un nuevo contrato social de convivencia de los pueblos de España en el seno democrático republicano.
¿Qué parece lo fundamental?: salir de esta guerra donde nos han metido los amigos de las conjuras dictatoriales y los privilegios por encima de los derechos humanos, reivindicar las causas justas contra los desechos que nos matan e impiden nuestro futuro. Y democráticamente buscar consenso y soluciones conjuntas con los que quieren un mejor porvenir. Contribuir a la reflexión para ser conscientes del terreno que pisamos y que no nos metan en una guerra mayor.
Es lástima que los grandes enunciados y palabras, que los sentimientos más nobles, se hayan manoseado tanto por los pérfidos (también es su estrategia de vaciado de valores) que a veces cuesta decirlo tal como es, pero que es así de sencillo y tan grande a la vez…
Enriqueta de la Cruz es escritora y periodista, miembro de la Asoc. ACMYR
Nota del Colectivo Anemoi:
Enriqueta de la Cruz ha publicado «El testamento de la Liga Santa», sobre la Transición española; «Nada es lo que parece», sobre las tramas de corrupción política y medios de comunicación»; «Memoria Vigilada», con el robo de niños y niñas en el franquismo como argumento; «El amor es de izquierda», en el que aborda la corrupción, el tráfico de personas, la memoria histórica y el nazismo; y el más reciente «César Navarro, vida y testimonio de un Francmasón» un libro excepcional, como todos los anteriores. Recomendamos la lectura de la ya extensa obra de esta excelente escritora, auténticamente comprometida con nuestro tiempo. Desde Rebelión en los cuarteles la animamos a continuar su generoso e imprescindible esfuerzo.