No fue en pleno sino en una comisión parlamentaria. Tiene menor importancia institucional y eso cuenta en algunas cuentas y en algunos cenáculos del poder. Y no fue, pongamos, el 15 o el 17 de julio sino el 31, a final de mes, cuando media Cataluña está a punto de empezar vacaciones o intenta descansar […]
No fue en pleno sino en una comisión parlamentaria. Tiene menor importancia institucional y eso cuenta en algunas cuentas y en algunos cenáculos del poder. Y no fue, pongamos, el 15 o el 17 de julio sino el 31, a final de mes, cuando media Cataluña está a punto de empezar vacaciones o intenta descansar en casa o en casas de amigos después de recortes, estafas varias y agresiones sociales. Voy -pensarían don Mas y sus sesudos asesores-, cuento la historia mil veces repetida (¡León Felipe y sus cuentos!)… y ¡vacaciones!. A Menorca voy, cantaría el rei Artur seguramente
Sólo he coincidido una vez con el actual president de la Generalitat. Incluso nos llegamos a saludar. Fue hace 19 años, cuando él no era president (yo tampoco por supuesto). Fue en Aula, la escuela privada-privada sin «inmersión lingüística» donde han estudiado sus hijos. Impartí allí dos seminarios sobre teoría de la argumentación. Joaquim Sempere me recomendó, no fue por mérito propio. No recuerdo si alguno de los hijos de don Artur llegó a ser alumno mío. Tanto da, no es ese ahora el punto. El punto es éste: ¿qué nota «argumentativa» sacaría el nostre honorable tras su comparecencia parlamentaria del pasado 31?
Veamos, seamos prudentes y equilibrados. La ocasión lo requiere.
Mas, reza el titular periodístico, «focaliza en el ex tesorero la implicación de CDC en el ‘caso Palau'». Mal empezamos: nos aproximamos a la pendiente resbaladiza.
No hay pruebas, sostuvo el president (¿cómo las va a ver a no ser que se sea absolutamente chapucero?), para concluir que Convergència Democràtica se financió irregularmente a través del Palau de la Música (aunque aquí, en el país de la transición independentista, todo el mundo piensa en esos términos; las gentes no hemos perdido el juicio). De confirmarse que así ocurrió, señaló don Mas, habrá que preguntar al ya dimitido tesorero Daniel Osácar que aseguró tenía «todos los poderes» para hacer y deshacer dentro del partido. ¿No era él el secretario general o cargo afín en tiempos del intocable y también en sus años más destacados?
Artur Mas optó «por centrifugar hacia el ex tesorero cualquier indicio de responsabilidad por los 5,1 millones» que -juez dixit- CDC se embolsó procedentes del Palau. El president no aportó información nueva ni respondió a la mayor parte de preguntas de la oposición. E insistió en que «no piensa asumir responsabilidades políticas» porque entre los imputados no hay dirigentes de CDC. ¡Toma el frasco don Castaño! ¿A qué se parece mucho a la estrategia PP-Bárcenas? ¡Qué Cataluña tan parecida a la España de la charanga, la pandereta y el dinerillo fácil!
Se hizo un poco el chuleta y el honesto. Si se derivan responsabilidades, señaló, «que estoy seguro que no (¿y cómo está tan seguro?), una decisión será que se devolverá hasta el último céntimo de euro». Aseguró que no hubo «trato de favor» en la adjudicación de obras públicas a Ferrovial. ¿Sabía o no sabía entonces de estas temáticas?
La otra línea de defensa que utilizó «fue reiterar que ni el Tribunal de Cuentas ni la Sindicatura han hallado irregularidades en las cuentas de CDC». La afirmación, señala Miquel Noguer, es «como mínimo, dudosa, puesto que el último informe del Tribunal de Cuentas asegura que CDC no ha podido justificar el cobro de 1,18 millones de dos fundaciones afines.» No importa. ¿1,18 millones? Una propinilla en la serie de los grandes números.
Sobre la labor del ex tesorero, dimitido o hecho dimitir en 2010, don Mas marcó distancias: «Siempre que muestras confianza en alguien te puedes equivocar; ya saben que entre grandes amigos ha habido grandes enemistades». ¡Que filosófico! Lo dijo tras asegurar que el ex tesorero tenía tanto poder que podía «vender patrimonio sin informar a la dirección del partido». ¿Un partido con esa estructura tan jerárquica es un partido democrático? ¿No era CDC una convergència democrática… Per Catalunya por supuesto?
Mas, por lo demás, no dudó (o dudó muy poco) «en dar una versión diferente a la que dio en 2010 para explicar la dimisión del ex tesorero». Aseguró que este dimitió «para defenderse mejor». ¡Qué cosas! Cuando en diciembre de 2010 Osácar dimitió, Mas «aseguró a la ejecutiva del partido que el ex tesorero se marchaba «por motivos familiares» y desvinculó la decisión del caso Palau». ¡Un error! ¡Le informaron mal! ¡Pobre don Artur!
Y luego se puso chulo-chulo: ante la insistencia de la oposición para que asuma responsabilidades políticas, Mas la retó a presentar una moción de censura que, añadió, «sería una medida exagerada». ¡ERC está dispuesta a tragar con todo! Lo importante es el referéndum patriótico. Lo demás, sea lo que sea, no importa.
Jesús García, por su parte, señala otros puntos de interés:
Confiado en la palabra de su ex tesorero, el presidente trató de desacreditar puntos clave de la instrucción judicial. Ni más ni menos. Don Mas puede con todo. Eso sí, a diferencia de otras ocasiones, evitó «alusiones a una supuesta mano negra e incluso exhibió respeto por el trabajo de la fiscalía». El ad hominem estaba muy gastado. Admitió, eso sí, la gravedad de que vaya a abrirse juicio oral. Se han obtenido indicios, pero no pruebas, añadió. ¿Cómo si no? En su intento por derribar las acusaciones que se ciernen sobre su partido, apunta JG; «Mas cometió algunos errores e incurrió en contradicciones». Esta por ejemplo: el presidente insinuó que la falta de «pruebas» sólidas redunda en la debilidad de las acusaciones «pero lo cierto es que, en la fase de instrucción -la que ahora ha concluido- sólo cabe hablar de indicios racionales de delito.»
El juez y el fiscal, por su parte, aceptan que los concursos son impecables. Saben lo que hacen, no son estúpidos. Pero eso no impide «que empresa y partido suscribieran un «pacto» que duró 10 años y que consistió en pagar abultadas comisiones a cambio de favorecer adjudicaciones millonarias, como la Ciudad de la Justicia o la línea 9 del metro». Mas, en cambio, no opina lo mismo: si no se han hallado nombres y apellidos en cuatro años de investigación es que, sencillamente, no existen. ¿Algo que objetar a esta demostración de inexistencia en asuntos humanos?
Uno de los argumentos que don Mas empleó para no asumir nuevas responsabilidades «es que, entre los 17 imputados, no hay ningún miembro del Gobierno ni responsable actual del partido». Eso es cierto, pero hay matices señala JG. «Para el juez y el fiscal está claro que «altos responsables» influyeron en cargos públicos para favorecer a Ferrovial. Que no se les haya logrado identificar, dicen, es otro cantar». Efectivamente es otro cantar. En todo caso, hay dos imputados vinculados directamente a CDC: el ex tesorero Daniel Osácar y el ex diputado Jaume Camps, con un papel activo, según todas las fuentes, en el cobro de comisiones.
El president, señala JG, no entró en la teoría de la conspiración pero se aproximó a ella. Cuando dijo, por ejemplo, que el fiscal «se ha pasado meses, y meses, y meses, y meses» investigando las comisiones ilegales. ¡Meses y meses y meses! Como Pujal y su mes i mes i mes i mes, cuando marca Messi. También cuando afirmó que el magistrado que lleva el caso, Josep Maria Pijuan, «no ha sido el único juez instructor, ha habido tres», los dos anteriores tenían «un criterio diferente». La afirmación no es del todo correcta comenta JG: «el primer magistrado, Juli Solaz -criticado por su lentitud en la instrucción- no entró de lleno en la presunta financiación irregular de Convergència. Pero su sucesor, Miguel Ángel Tabarés -que estuvo en comisión de servicios en el juzgado de instrucción número 30 de Barcelona hasta que Pijuan ocupó la plaza- fue quien decretó, entre otras cosas, la imputación del ex tesorero».
¿Y que pasaría en el caso de una hipotética condena? En tal caso, se comprometió a devolver «hasta el último céntimo de euro». No tiene trascendencia alguna. Paroles vacías. «Si hay condena, Convergència estará obligada a devolver esa cantidad porque figura como responsable civil, a título lucrativo, en la causa». Aún más: «el verano pasado, el juez impuso una fianza de 3,2 millones al partido, que puso su sede central, en la calle Còrsega de Barcelona, como aval. Mas no habló de ese aval ni entró a desmentir los detalles que el juez relata sobre el «flujo de fondos» que, presuntamente, llegó al partido: dinero en efectivo y facturas falsas emitidas por cinco empresas». El president solo habló de dinero para revelar que la Fundación Trias Fargas -¡rebautizada como CatDem tras el escándalo escandaloso!- «ya ha devuelto la mitad de los 630.000 euros que logró mediante convenios de colaboración con el Palau». ¡Qué gentes tan maravillosas!
Mas recordó finalmente algunos de los principios del derecho penal: presunción de inocencia, igualdad de armas entre la acusación y las defensas y obligación de demostrar la culpabilidad, no la inocencia. Todo un señor abogado. ¡Qué finura! Eso sí, el diputado convergent Jordi Turull, la derecha de la derecha nacionalista, «aprovechó su turno para remachar lo que el presidente, tal vez, no pudo decir de forma tan explícita: que, a su juicio, hay «indicios sin pruebas», lo que conduce al caso Palau hacia una «dimensión desconocida» del Estado de Derecho». ¡Qué cara dura! ¡Dimensiones desconocidas del Estado de derecho! ¿Estas son las gentes que pueden liderar un proceso de liberación social, humana, democrática, comunitaria! Por favor…
Mas no respondió a las preguntas más comprometidas de la oposición. No sólo eso. Acabó renunciando al tercer turno de palabra del que disponía. Ya estaba bien. A otra cosa mariposa. Joan Herrera inquirió «sobre si el líder convergente habló con el saqueador confeso Fèlix Millet y dónde». Mas tuvo que admitir la conversación: «detalló que se produjo en Menorca (ambos veranean en Fornells)». ¡Juntos se les ve por el jardín del bien y del mal! No precisó eso sí lo más importante: si el encuentro fue antes o después del inicio del proceso judicial.
«O le han engañado o nos está mintiendo», apuntó Quim Arrufat, un diputado de la CUP, con una singular disyuntiva tras hablar de las cajas B de CDC. Por qué calla, llegó a preguntarle a don Mas. ¿No están claros los motivos del silencio del molt honorable Artur? ¿No nos recuerdan a otros silencios sobre cajas B y financiaciones corporativas ilegales?
Por lo demás: tras los corruptos, ¿dónde quedan los corruptores?
Nota:
[1] He recogido información de los siguientes artículos de Miquel Noguer, Pere Rios y Jesús García publicados en El País del 1 de agosto de 2013 (pp.1 -2 de la edición de Cataluña):
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/07/30/catalunya/1375215647_228096.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/07/31/catalunya/1375302084_866282.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/07/30/catalunya/1375215647_228096.html
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.