Nuevamente el estrecho de Gibraltar se tiñe de sangre. Nuevamente la muerte de inmigrantes nos llena de rabia, vergüenza e impotencia. 17 jóvenes muertos. 17 jóvenes ahogados. O dejados ahogar. ¿Hasta cuándo seguirá la muerte en el estrecho? ¿Hasta cuándo seguirá esta fría indiferencia de los que manejan el mundo? Hasta cuando el silencio de […]
Nuevamente el estrecho de Gibraltar se tiñe de sangre. Nuevamente la muerte de inmigrantes nos llena de rabia, vergüenza e impotencia. 17 jóvenes muertos. 17 jóvenes ahogados. O dejados ahogar. ¿Hasta cuándo seguirá la muerte en el estrecho? ¿Hasta cuándo seguirá esta fría indiferencia de los que manejan el mundo? Hasta cuando el silencio de quienes tienen que hablar?
Qué curioso….nunca se conoce ningún pronunciamiento de ningún gobierno, de ningún partido, ni de ningún obispo de alguno de aquellos países de donde provienen estos jóvenes. Parece que vinieran de la nada. Apátridas totales. Pero no es así. No puede ser así. Detrás de cada frio cuerpo, debajo de esos rostros amoratados hay una historia. Un nombre, una familia, unos amigos. Unos sueños. Pero nadie los conoce. Eso no importa. Tan solo son unos muertos más. Un nuevo número para las estadísticas. Diecisiete. Como decir diez o decir cincuenta. O decir mil.
Los medios han difundido con intensidad las imágenes de una montonera de personas oscuras que en una madrugada asaltaban la valla y se enfrentaban a la policía. Seguramente que más de una persona ha sentido miedo. Pavor. Habrá sentido desde la comodidad del sofá donde veía el telediario que asaltaban su propia casa. Seguramente ese era el efecto que se buscaba.
Ahora algunos se preguntan quien tuvo la culpa. Y muchos ojos se dirigen hacia la policía. Y seguramente hay responsabilidades.
Pero la pregunta ha de ser más profunda. Mejor, la respuesta ha de ser más profunda. Y quizás las respuestas posibles están en la pregunta que ya poco se hace. ¿Por qué razón ese desespero por saltar la valla? Cuál es la razón para haber tomado un día ese largo e incierto camino migratorio?
Puede haber muchas respuestas. El hambre, las guerras, la persecución política, la ausencia de oportunidades, la ilusión de una vida mejor. África es un continente rico. Pero la riqueza está en pocas manos. Los muertos del Estrecho son muertes causadas por la voracidad capitalista, por el saqueo a que ha sido sometido el continente, por la pobreza e injusticias acumuladas en años de esclavitud y de colonialismo, de la imposición por las ex colonias de gobiernos títeres. Las transnacionales europeas siguen saqueando África, se apropian de sus recursos, del agua y de la comida.
Pero el de los subsaharianos no es el único drama de migraciones rechazadas. Las vallas se están levantando por muchas partes!
En Bélgica 300 españoles van a ser expulsados pues el gobierno alega que no puede costear su atención sanitaria. Londres no quiere más inmigrantes y en Suiza la derecha ha impuesto su victoria en un referéndum que puede convertirse en una nueva valla. Un nuevo muro.
Pero ni en Ceuta, ni en Bruselas, Londres ni Suiza se levantan ni muros ni vallas a los capitales. Los de las transnacionales, los ladrones y los corruptos.
Y la pregunta es si las grandes mayorías europeas seguirán permitiendo y apoyando que una minoría siga imponiendo su credo neoliberal salvaje y criminal.
Si la indiferencia de los buenos seguirá permitiendo la maldad de los malos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.