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El factor Jadue

Fuentes: Rebelión

Si Daniel Jadue tiene buena acogida en el pueblo dispuesto a votar en las presidenciales de noviembre del 2021 es en gran parte a su figura de alcalde combativo de Recoleta.

Fue el único político de envergadura que asistía asiduamente a manifestar a Plaza Dignidad en aquellos días de despertar pos 18/O. Allí, su presencia – admitida por un pueblo crítico y hastiado de los políticos tradicionales – se vio reconocida y recompensada con aplausos y vítores (*). Varios vídeos profusamente difundidos en las RRSS lo mostraron parándose ante carabineros armados y enfrentándolos verbalmente para defender con prestancia los derechos de sus conciudadanos. Era su manera de ponerse sin ambigüedades al lado del pueblo y denunciar la violencia estatal abusiva en aquellos días de abierta rebelión social y popular contra la oligarquía neoliberal y el sistema político percibido como corrupto y divorciado de las necesidades ciudadanas. Aquello quedó grabado en la memoria inmediata. Jadue es un caso único de político profesional en la actualidad; considerado de los pocos consecuentes. A su cualidad de excelente polemista radial y televisivo se agrega la de ser capaz de responder con sarcasmo y destreza a políticos provocadores como José Miguel Insulza, arquetipo del político rastrero de la Concertación. Hábil, Jadue aleja las malas juntas que contaminan.

Daniel Jadue es un militante comunista con influencia en su partido: es él que muestra la mayor disposición para defender posiciones abiertamente de izquierda. Es evidente que es una figura simbólica de honestidad. Por lo mismo ha conquistado la simpatía de un importante sector de la militancia de los partidos de la oposición. Pero es evidente que su fuerza atractiva la sienten muchos y muchas de quienes ansiosamente dentro del pueblo buscan un político bueno capaz de representarlos, y que marque la diferencia con el político maleado de la casta. Un comunista como Teillier, el presidente del Partido Comunista por ejemplo, por mucho que sea de la misma orgánica que Jadue, no tiene el atributo de transparencia del Alcalde que, además, tiene el de ser un buen administrador concreto pues ha promovido iniciativas populares exitosas como las farmacias populares y el diseño de infraestructuras para uso de la comunidad de Recoleta.

La iniciativa política del alcalde Jadue, de querellarse ante la Justicia contra  las cabezas dirigentes del poder estatal como el presidente Piñera y el ex ministro Mañalich – el primero además responsable directo de la brutal represión posterior al 18/O – por el mal manejo de la pandemia y la innegable responsabilidad que les cabe en los muertos por Covid-19, por causa de negligencia sanitaria estatal, es un punto indiscutible en su favor que le ha valido estar a la cabeza en las encuestas. Es una clara señal que una parte significativa de la población quiere políticos que se enfrenten resueltamente a los poderes constituidos responsables de abusos, atropellos y de, como hemos dicho, negligencia sanitaria que raya en lo criminal. Lo peor que puede suceder es que a Jadue lo bajen como candidato presdiencial por razones de la “lógica política” que domina en los partidos de la oposición que consiste en buscar la “unidad” para tener un candidato de consenso que les permita justificar un programa repleto de vaguedades y, que una vez en el gobierno, les sirva como pretexto para hacer genuflexiones ante la oligarquía neoliberal que desde septiembre 1973 reina y gobierna en Chile. Lo que fue la esencia de la práctica de la ex Concertación y también del mismo Partido Comunista en la Nueva Mayoría. Más de lo mismo sería totalmente contrario al espíritu de la Rebelión del 18/O que marcó un hito en la lucha popular y que por su carácter de iniciativa de masas en movimiento por la dignidad y por la transformación social será el fantasma con consciencia y memoria que recorrerá Chile por mucho tiempo.

(*) Cabe recordar la funa en regla al diputado Gabriel Boric del FA en el Parque Forestal, que dicho sea de paso, fue nada más que eso: una funa en regla a un político del que no se esperaba fuera el articulador del Acuerdo del 15 de noviembre: el Pacto firmado por la casta política entre gallos y media noche para salvar el Régimen neoliberal y proveerlo de una Convención Constituyente y así darle al pueblo el derecho a dotarse de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.