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Hacia el rescate de la memoria

El fascismo está de retorno

Fuentes: Rebelión

La ascensión al poder de Hitler y su inmediato fortalecimiento lo fue gracias al respaldo ilimitado de la burguesía capitalista industrial, tecnológica y financiera de toda Europa, salvo escasas excepciones y en mayor grado de la norteamericana, que vio en él la inmejorable opción para enfrentar y detener lo que consideraba pudiera ser el avance […]

La ascensión al poder de Hitler y su inmediato fortalecimiento lo fue gracias al respaldo ilimitado de la burguesía capitalista industrial, tecnológica y financiera de toda Europa, salvo escasas excepciones y en mayor grado de la norteamericana, que vio en él la inmejorable opción para enfrentar y detener lo que consideraba pudiera ser el avance incontenible por el mundo de las ideas comunistas que habían logrado imponerse en Rusia una vez finalizada la primera guerra mundial. Estaba persuadida, por otra parte, que el proyecto que ofrecía el Führer, más allá de sus propósitos de la «purificación racial», planteaba negocios de muy alta rentabilidad en el corto plazo, como era dotar a Alemania de una poderosa industria bélica e industrial con la más alta y sofisticada tecnología de la época que pudiera hacerle frente a un intento soviético por extender su poder hacia occidente y de esa manera apuntalar un esquema de inversiones y de control sobre áreas vitales de la economía, para terminar de salir de la crisis que por entonces aún abatía a casi toda Europa y a la misma Norteamérica.

El propio abuelo del actual mandatario norteamericano, Prescott Bush, fue uno de los más connotados propagandistas y financistas del Tercer Reich para ese proyecto, junto a figuras como Henry Ford, el mismo de la dinastía fabricante de autos; Alfred Sloan, presidente de la General Motors; Thomas Watson, fundador de la IBM; W.A. Harriman, uno de los más poderosos financieros de Walt Street; Jhon Rokefeler del Chase Manhattan Bank y entre otros más, los religiosos evangelistas y fundamentalistas predecesores de Pat Robertson, consejero espiritual e íntimo amigo del clan Bush: Gerald L. Smith, Peral Winrod, William Dudey y Charles Coughlin, quienes poseían abultadas cuentas y acciones en diversas corporaciones transnacionales, tal y como se sabe las tiene el reverendo Robertson en el negocio de los medios de comunicación y de las apuestas de caballos y otros juegos de azar en su país.

Pero más allá de esos hechos que se corresponden con realidades históricas incontestables y que pocos años después de terminada la segunda guerra mundial con la derrota del eje nazifascista integrado por Alemania, Italia y Japón, se tradujeron en lo que se impuso en el mundo como la «guerra fría», hábil estratagema de esos grandes magnates citados para continuar con su insaciable voracidad comercial a una mayor escala como si nada hubiera ocurrido, es sólo cuestión de que hurguemos en la vasta bibliografía sobre la era del nazismo para poner en la mayor evidencia que el holocausto que significó el asesinato de millones de judíos y otros tantos seres calificados como «bazofias humanas que no merecían vivir», no fue posible solamente por la decisión del Tercer Reich de llevarlo a cabo, sino porque recibió el apoyo en muchos casos muy abierto de varios gobiernos europeos y en particular el de los Estados Unidos, quien de modo muy publicitado extremó a términos bien rigurosos sus propias leyes migratorias para impedir que los pocos judíos que lograban escapar de la persecución de la Gestapo pudieran encontrar refugio dentro de sus fronteras. Permitió, además, que en su territorio se difundieran intensas campañas mediáticas promovidas y financiadas por la extrema derecha norteamericana que apuntaban a desacreditar y a denigrar de los judíos de forma aberrante, calificándolos de «raza maldita», «víboras», de «seres perversos, lujuriosos, disolutos, corruptos y muy dañinos». Añadían a esas campañas que los judíos no eran otra cosa que el «producto biológico de las relaciones sexuales entre Satán y Eva en el jardín del Edén».

Sobre eso es mucho lo que se ha escrito y ante lo que pareciera ser el resurgimiento del mismo horror hoy hacia otros objetivos bajo la excusa de luchar contra el terrorismo y contra la maldad, resulta no sólo interesante sino obligante investigar y examinar con el mayor rigor todos esos testimonios, como excelentes vacunas para evitar que esa horrible tragedia pueda repetirse. Son muy variados y dantescos los relatos que hemos podido leer, la mayoría escritos por muchos judíos que lograron escapar de la muerte. Son testimonios que nos ponen la sangre congelada, nos llenan de la mayor indignación y nos provoca sentirnos superhombres imbatibles en el esfuerzo que los pueblos del mundo, sin exclusión alguna, debemos librar para impedir que esas atrocidades se intenten repetir.

Hoy nos preguntamos si frente al surgimiento de conductas que apuntan a reeditar por parte de la administración Bush y la de su lacayo inglés Tony Blair los desmanes y las barbaridades contra los derechos humanos siguiendo los patrones del régimen hitleriano (agresiones e invasiones extraterritoriales violando tratados y convenios internacionales, torturas, desapariciones, ejecuciones sin fórmulas de juicio, asesinatos en masa y creación de cárceles secretas, entre otras atrocidades) la comunidad hoy representada en la Organización de las Naciones Unidas estará haciendo lo conducente para impedir que renazca de sus cenizas el nazismo…?

No pareciera que eso estuviera ocurriendo cuando hemos estado viendo que la nación norteamericana en estrecha alianza con el Reino Unido, ha hecho lo que ha querido con los pueblos de Afganistán y de Irak, en donde no solamente inició una guerra sobre la base de la mentira y desconociendo la autoridad del Consejo de Seguridad de la ONU, como aquella de que Irak poseía armas de destrucción masiva, sino que desde entonces han sido asesinados por efecto de esa bárbara agresión (bombardeos indiscriminados, ataques misilísticos, bombas inteligentes, etcétera, etcétera), al menos trescientas mil personas y otro tanto entre heridas y desaparecidas. Sobre el particular se manejan muy distintas cifras y quien sabe si algún día podremos conocerlas con algún grado de exactitud.

El Comité Contra la Tortura del Organismo mundial acaba de producir un informe señalando a los Estados Unidos de Norteamérica como responsable de actos de tortura en la base de Guantánamo, así como por el establecimiento de cárceles secretas, en complicidad con varios de sus aliados incondicionales en Europa y en Asia, donde se cometen todo tipo de torturas, lo cual ha negado de manera sistemática el gobierno de Washington, cuyos voceros no solamente desprestigian a los integrantes de dicho Comité, sino que alegan que una cosa es criticar y otras cuestión es estar al frente de una (palabras más, palabras menos): «lucha contra el terrorismo que amenaza a la paz del mundo», cuya responsabilidad el gobierno norteamericano no está dispuesto a abandonar porque «su compromiso con el mundo es garantizarle la libertad y la democracia» y para ello «no puede haber confusiones ni trabas que lo impidan».

He allí, sin la menor duda, claros indicadores de que así como la crisis económica del mundo luego de concluida la Primera Guerra Mundial parió el fascismo, no hay razones para no pensar que ante la debacle que está horadando actualmente el modelo capitalista mundial a una velocidad inimaginable, sus directos rectores beneficiarios manejan la tesis de que la reedición de un esquema parecido pudiera ser la solución para evitar su derrumbamiento estrepitoso.

Para finalizar estas reflexiones cargadas de la mayor angustia, porque el fascismo en lo absoluto dudamos de que ha vuelto por sus fueros, de seguidas transcribimos las confesiones de Bush durante un encuentro en la Península del Sinaí en junio/03 con los palestinos, Mahmud Abas, entonces primer ministro y Nabil Shaath, jefe de su diplomacia (confidencias de éste último funcionario palestino a la BBC):

«Tengo una misión de Dios. Dios me dijo, George, ve y lucha contra esos terroristas en Afganistán. Y lo hice. Y entonces me dijo, George, ve y acaba con la tiranía en Irak. Y lo hice». Seguidamente y siempre según el relato del diplomático palestino, Bush habría agregado: «Y ahora, nuevamente siento que las palabras de Dios vienen a mí: ‘Da a los palestinos su Estado y a los israelíes la seguridad, y logra la paz en Oriente Medio’. Y por Dios que lo voy a lograr».

Hitler nunca dejó pasar oportunidad alguna para comunicarle al pueblo alemán que cumplía una misión sagrada, como se puede verificar en centenares de episodios de su terrorífica vida, por lo que hasta en eso hay un enorme parecido entre ese criminal personaje y el jefe de la Casa Blanca, lo que, sin duda, nada bueno nos augura, si el mundo racional no detiene a este sujeto ya, y en seco…