«Estoy convencido de que la derrota de ETA es posible y también de que está más cerca que nunca» -Mariano Rajoy, presidente del PP- Cuatro décadas de atentados han desarrollado una serie de rutinas y automatismos que se ponen en marcha en cuanto estalla una bomba o suena un disparo. Todo un protocolo de gestos, […]
«Estoy convencido de que la derrota de ETA es posible y también de que está más cerca que nunca»
-Mariano Rajoy, presidente del PP-
Cuatro décadas de atentados han desarrollado una serie de rutinas y automatismos que se ponen en marcha en cuanto estalla una bomba o suena un disparo. Todo un protocolo de gestos, visitas, minutos de silencio, concentraciones y sobre todo palabras, palabras, palabras. Y no me refiero a los gestos y expresiones de solidaridad y cariño con la familia del asesinado, cuyo dolor lamento y respeto.
Me refiero a todas esas frases hechas que la clase política repite desde hace años, atentado tras atentado, palabra por palabra hasta no significar nada: la democracia vencerá, los terroristas serán derrotados, estamos determinados a defender la libertad, jamás conseguirán sus objetivos, les espera la cárcel, entre todos acabaremos con ellos…
Todo resumido en un mensaje: el final de ETA está cerca. Vale, pero lleva años estando cerca, y seguramente hoy está más cerca que cuando lo decían hace cinco años, y para el próximo atentado estará incluso más cerca.
Es verdad que la lucha policial ha avanzado mucho, cada vez caen antes, les cuesta más actuar y matan menos. Pero precisamente por eso es más exasperante la espera de ese final siempre cercano. Echen la cuenta de cuántos dirigentes han caído en la última década, y cuántos miembros y colaboradores han ido a la cárcel. Cientos.
Y sin embargo ahí continúan, reorganizados una y otra vez y con capacidad para matar. Decenas de personas siguen incorporándose a la banda, y en cuanto caen, ya hay relevo preparado. Y pasan los años y siguen los atentados y seguimos repitiendo año tras año que el final está cerca, más que ayer pero menos que mañana. Ya sé que estás cosas no se hablan en caliente, pero es que luego se nos olvidan.