Hace años Rafael Barajas, El Fisgón, se sintió »fresa, timorato, apenado», porque él que se creía uno de los caricaturistas de vanguardia, que hacía de la libertad de expresión su bandera y de la crítica impía su estilo, observó las caricaturas creadas en el México del siglo XIX y advirtió que en el país había […]
Hace años Rafael Barajas, El Fisgón, se sintió »fresa, timorato, apenado», porque él que se creía uno de los caricaturistas de vanguardia, que hacía de la libertad de expresión su bandera y de la crítica impía su estilo, observó las caricaturas creadas en el México del siglo XIX y advirtió que en el país había existido »mucha más libertad de prensa de la que habíamos creído».
De esa sorpresa surgió El país del Ahuizote, libro con el que rescata -merced a la investigación realizada con fondos de una beca Guggenheim y edición del Fondo de Cultura Económica- la caricatura que se realizó en »el periodo de oro de la prensa» del país, durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada tras la muerte de Benito Juárez en 1872, especialmente en los periódicos El Ahuizote y El Hijo del Ahuizote.
Ese libro fue presentado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en una corrosiva reunión en la que El Fisgón estuvo acompañado por Carlos Monsiváis, quien junto a Raquel Tibol colaboró en la confección del ejemplar, y en la que evidenció al presentar proyecciones que efectivamente los moneros de la época previa a la llegada de Porfirio Díaz al poder ejercieron el derecho a expresar lo que querían sin censura visible. »El caso de Lerdo de Tejada es paradigmático: Se le niega cualquier virtud, se le hiere con ferocidad, se estrena a su costa la libertad de expresión ya en principio moderna; podría decírsele el conejillo de indias de la libertad de expresión», afirmó Carlos Monsiváis.
Con El país del Ahuizote continúa la indagatoria que El Fisgón inició con el libro La historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de combate 1829-1872, en busca de un mejor periodismo.