El cante flamenco surge como un quejío de las clases populares, y a la vez como una expresión que ayuda a superar ciertas condiciones de vida. Como dijera el recientemente fallecido Manuel Molina, en Triana se cantaba flamenco porque el mejor remedio para combatir la tristeza es la alegría. ¿Qué ha supuesto para el flamenco […]
El cante flamenco surge como un quejío de las clases populares, y a la vez como una expresión que ayuda a superar ciertas condiciones de vida. Como dijera el recientemente fallecido Manuel Molina, en Triana se cantaba flamenco porque el mejor remedio para combatir la tristeza es la alegría. ¿Qué ha supuesto para el flamenco pasar de ser casi un gueto a ser declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?
Como decía Enrique Morente, la Humanidad es patrimonio del flamenco. Aquí se le ha dado mayor importancia de la que tiene, ya que se ha utilizado políticamente como un logro. Pero que se le haya otorgado ese título al mismo tiempo que a la Dieta Mediterránea, a los Castells Catalanes, a la Cetrería y al Canto Mallorquín de la Sibila, es significativo y pone al flamenco al mismo nivel que esas otras manifestaciones. El flamenco es patrimonio mundial porque desde el siglo XIX hasta ahora los grandes artistas flamencos han triunfado en los más renombrados escenarios del mundo y es un arte que desde siempre ha tenido un inmenso prestigio internacional, alabado y valorado desde hace más de doscientos años por grandes músicos, escritores, pintores, directores y actores de cine, pensadores y hombres y mujeres de la cultura de todos los países.
También ha pasado de estar localizado casi en exclusiva en Andalucía a hacerse mucho más universal, habiendo experimentado una expansión asombrosa. Incluso han venido personas japonesas a estudiar y a interesarse por el fenómeno del flamenco.
Un solo dato: Todos los años en el Festival de Jerez, que es el más influyente acontecimiento de danza flamenca del mundo, se inscriben 1000 alumnos de 50 países distintos para asistir a los cursos de baile, que, por cierto, imparten conocidos bailaores y bailaoras.
Usted ha conocido a los artistas de antes y conoce a los de ahora, ¿cómo ha evolucionado el arte flamenco?
El arte flamenco es un elemento vivo y cambiante. Es una vieja tradición en continuo proceso evolutivo. Cada artista flamenco es un mundo, particular y diferente, que interpreta el flamenco según su actitud, su sensibilidad, sus necesidades expresivas, sus conocimientos, sus experiencias y capacidades. Pero la grandeza es que una seguiriya en boca de Terremoto es muy distinta a la de, por ejemplo, Chocolate, Morente, Vicente Soto, Poveda o Marina Heredia. Es una característica del flamenco: su particularidad, que es donde reside su riqueza musical y expresiva. Hoy en día existe un mayor desarrollo en las técnicas guitarrísticas y dancísticas y una mayor información en cuanto a los cantes y los estilos.
Entre los artístas flamencos hay familias enteras, sagas en las que se trasmite, ¿destacaría alguna?
Tradicionalmente, el flamenco ha bebido de las casas cantaoras. Esas casas constituyen la fuente y las referencias vivas donde se apoya el flamenco para su desarrollo. Hoy tenemos, por ejemplo, los Sordera, los Zambo, los Morao, todos ellos de Jerez; los Peña, de Lebrija y Utrera; los Fernández, de Triana; los Heredia, de Granada; los Piñana, de Murcia…
La trasmisión de padres a hijos, por familias o en barrios, era oral, porque no había discos, pero ahora es distinto, se aprende escuchando discos, ¿qué ha supuesto ese cambio?
Han mejorado los sistemas de información. Hay más facilidad para adquirir unos conocimientos que antes había que buscarlos por otros medios.
¿Qué le parecen las Jornadas Flamencas ciudad de Valladolid? ¿Las conocía?
Ha sido acreedor de innumerables premios por su trabajo en sus diversas facetas, como el Premio BRNO en la República Checa, el Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología en cuatro ocasiones, Medalla de Oro del Festival de Arcos de la Frontera, diversos premios de la Crítica Flamenco Hoy, Insignias de Oro y un largo etc.
Del 2 al 6 de junio se celebran las XII Jornadas Flamencas Ciudad de Valladolid, que como cada año sirven de marco para las pruebas selectivas del Festival Internacional del Cante de Las Minas. En esta edición se tributará homenaje a Paco de Lucía y se continuará con la norma de dar cabida a un artista de Valladolid (es esta caso el guitarrista Raúl Olivar y su grupo).
Cada día las Jornadas contarán con una conferencia y una actuación. Entre las segundas, cabe destacar la participación de David Lagos, jerezano que obtuvo la Lámpara Minera como vencedor de la pasada edición del Festival Internacional del Cante de Las Minas, Niño Carrión, o Vicente Soto ‘Sordera’. Entre los conferenciantes, José Manuel Gamboa, Juan Verguillos y, sobre todo, José María Velázquez-Gaztelu, máximo difusor del flamenco que recibió el reconocimiento por sus más de 30 años al frente del programa «Nuestro Flamenco» en RNE.
Con motivo de la celebración de estas Jornadas, Diagonal ha dialogado con José María Velázquez-Gaztelu, autor y director de espectáculos, poeta y conferenciante en numerosos países.
Usted ha sido y es el artífice de los mejores programas de divulgación del flamenco, tanto en televisión, con «Rito y Geografía del cante y el baile flamenco», como en la radio, con «Nuestro Flamenco», con el que lleva en antena 31 años.
Tanto mi programa Nuestro Flamenco, que se emite en Radio Clásica, Radio Nacional de España, como Rito y Geografía del Cante y Rito y Geografía del Baile, las dos serie de TVE que, con un total de 113 programas de media hora cada uno, hicimos a principios de los años 70 Mario Gómez, Pedro Turbica y yo, han estado siempre encaminados a la difusión del flamenco, procurando aportar los máximos elementos históricos, culturales, antropológicos, musicales, etc., con el fin de dar una visión lo más amplia posible de un arte único y grandioso, al que como siempre suele ocurrir, se le concede una mayor valoración fuera que dentro de nuestro país. De todas formas, el hecho de poder hablar largamente, compartir momentos inolvidables, convivir y saborear en la intimidad la música y el baile de grandes figuras de todos los tiempos, desde Talega, Pilar López, Pepe de la Matrona, Melchor de Marchena, Antonio Ruiz Soler, Diego del Gastor, El Borrico, Caracol, Mairena, Marchena hasta Mario Maya, Paquera, Gades, Terremoto, Fernanda, Sordera, Chocolate, La Perla, Morente, Paco de Lucía o Camarón, por nombrar solo algunos de los que ya nos dejaron, es un verdadero privilegio. Su amistad, su enseñanza y su arte están presentes en lo más profundo de mi corazón.
En su faceta creativa, escribe poesía.
En mi caso, la poesía es un camino de búsqueda a través del lenguaje, intentando profundizar en nuevos ámbitos de expresión que vayan más allá de los caminos acostumbrados. Procuro indagar en una dimensión distinta, donde la palabra adquiera un mayor poder evocador y sugestivo, que logre alcanzar otros significados y ofrezca otras claves interpretativas. Como la música, la poesía utiliza los sonidos pero también las imágenes, y esa mezcla puede ayudarnos a elaborar fórmulas que nos descubran un universo desconocido por medio de la creación artística.
También fue guionista y documentalista del NODO, ¿cómo recuerda aquella etapa?
Fue una etapa de aprendizaje. Comencé muy jovencito, de ayudante de dirección de un gran fotógrafo y documentalista cinematográfico, Ramón Masats. Se rodaban grandes documentales de alto presupuesto destinados a la promoción de la imagen de España fuera de nuestro país, con vistas a un turismo de calidad. Después yo mismo empecé a realizar noticias, ya en color, de carácter cultural: la concesión del Premio Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre, la llegada a España de Rafael Alberti, los cursos que en Soria impartía Julián Marías, exposiciones, conciertos, etc. Una experiencia muy gratificante, teniendo además en cuenta que como director de fotografía siempre llevaba conmigo al gran Juan Manuel de la Chica, que había rodado El Quijote con Orson Welles.
El mejor premio es el haber conocido a tantas personas estupendas y a tantos artistas extraordinarios. Sin embargo, de las cuatro veces que he recibido el Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología, en una de ellas, que me lo otorgaron por una larga serie de artículos publicados en un conocido semanario, se lo concedieron también, en sus distintas especialidades, al escritor Félix Grande, a la bailaora Matilde Coral, al cantaor Juan el Lebrijano y al guitarrista Enrique de Melchor. Conservo alguna fotografía y el compartir el momento con esos amigos fue muy hermoso.
¿Cómo definiría el arte flamenco?
No tengo capacidad para definir el arte flamenco. Nunca lo he intentado. Siempre he dicho que no es una ciencia; si acaso, una experiencia. Creo que el flamenco alcanza su auténtica entidad cuando nos emociona, cuando nos sugiere otra dimensión de las cosas, cuando nos conmueve y nos abre el corazón a mundos desconocidos. En definitiva, cuando su poder de transmisión adquiere todo su vigor y nos descubre algo que nos hace crecer espiritualmente.
Hay que felicitar a Pedro Sanz por su esfuerzo y entusiasmo, por su espíritu generoso y por su enorme labor a favor de la cultural y la música. He tenido la suerte de ser invitado en varias ocasiones a las Jornadas Flamencas de Valladolid y siempre me he encontrado con una ciudad abierta y sensible, que ha acogido con calor y todo tipo de atenciones a los que llegamos de fuera. Las Jornadas Flamencas de Valladolid, con el apoyo institucional, se han convertido en un acontecimiento de calidad y altura artística, imprescindible en la programación flamenca.
En el marco de estas Jornadas tienen lugar las pruebas selectivas para el Festival Internacional del Cante de Las Minas. ¿Qué puede decir de este Festival?
Hablar del Festival Internacional del Cante de las Minas es remitirse al momento inaugural de los grandes ciclos flamencos. Con un equipo experimentado, encabezado por su Coordinado General, Manuel Navarro, el Festival de las Minas es un referente dentro y fuera de España, un ejemplo de organización y dinamismo cultural. Gracias al Festival, el gran patrimonio musical de la tierra murciana se mantiene vivo y sus premios siguen siendo los más deseados por los jóvenes artistas flamencos.