Cuando la nomenclatura franquista de muchas de las calles del Estado español está siendo erradicada, sorprende encontrar en Manila, la antigua capital del «Imperio español» en Asia, un distrito dedicado a algunos de los militares que apoyaron la sublevación de Francisco Franco. Los manileños también descubrieron hace unos días con sorpresa en un artículo de prensa […]
Cuando la nomenclatura franquista de muchas de las calles del Estado español está siendo erradicada, sorprende encontrar en Manila, la antigua capital del «Imperio español» en Asia, un distrito dedicado a algunos de los militares que apoyaron la sublevación de Francisco Franco. Los manileños también descubrieron hace unos días con sorpresa en un artículo de prensa que los apellidos como Mola, Moscardó y Yagüe que bautizan esas calles no corresponden a próceres filipinos, sino a destacados estrategas del bando de Franco durante la Guerra Civil española.
El callejero franquista de Pasongtamo, nombre de un popular distrito, se completa con calles dedicadas a oficiales como Barrón, Aranda, Dávila, Solchaga, Cabanellas o Goded, todos ellos veteranos de la guerra de Marruecos y luego protagonistas de la rebelión contra la República.
Pero tampoco faltan políticos de gran peso en esa época como José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, o José Calvo Sotelo, el líder de la derecha cuyo asesinato sirvió de justificación para el golpe de estado de Franco.
El artículo en cuestión no aclara las razones por la que esos apellidos pasaron a formar parte de la Manila Metropolitana, aunque sugiere que fue una iniciativa de la comunidad española de Filipinas, la cual se pronunció a favor de Franco nada más comenzar la contienda.
‘De todas las colonias de emigrantes españoles en el exterior, la de Filipinas fue la que apoyó de forma más mayoritaria a Franco’, dijo el historiador Florentino Rodao, autor del libro ‘Franco y el Imperio Japonés’. Rodao, profesor en la Universidad Complutense de Madrid, añadió que parte de ese apoyo se tradujo en el envío al frente de voluntarios reclutados por la española Compañía General de Tabacos de Filipinas. ‘Tabacalera pagó a muchos de sus operarios los pasajes a España’, comentó Rodao, que aclaró que en las brigadas de voluntarios también había miembros de la viejas familias de la oligarquía española que seguían conservando su poder en Filipinas.
Según el historiador, familias como los Soriano, Elizalde o los Zobel de Ayala, aún hoy uno de los clanes financieros más influyentes de Filipinas, se alinearon con Franco prestándole su influencia política y sus resortes económicos. Rodao también subrayó la importancia de la Falange Exterior en Filipinas durante el tiempo de la Guerra Civil y las fricciones que su discurso anticapitalista provocaron en una oligarquía a la que asustaron esos impulsos revolucionarios. ‘El conflicto que hubo en Filipinas entre falangistas y conservadores acabó siendo parecido al de comunistas contra anarquistas en la España republicana’, apuntó Rodao.
La Iglesia Católica filipina también se posicionó a favor de Franco de la mano del Arzobispo de Manila, Michael O’Doherty, y del dominico español Silvestre Sancho, que nombró al militar gallego ‘Rector Magnificus’ de la Universidad de Santo Tomás. Sancho celebró misas en Manila por la memoria de José Antonio Primo de Rivera, a quien además de la calle en Pasongtamo le unían con Filipinas lazos familiares.
Su padre, el dictador Miguel Primo de Rivera, y un tío de este, Fernando Primo de Rivera, habían participado en la guerra que enfrentó a los independentistas filipinos con la vieja metrópolis. Además, Benito Antón, uno de los jueces del tribunal que condenó a muerte al líder de la Falange, se exilió a Filipinas acabada la guerra civil española.
Pero quien conservaba vínculos más fuertes con Filipinas era el propio general Franco, que sin disponer de calle en Manila parece que tenía un hermanastro en el archipiélago. De acuerdo con algunas biografías, Nicolas Franco, el padre del dictador, mantuvo en Filipinas, donde sirvió un tiempo, una relación extramatrimonial con Concepción Puey, de la que nació Eugenio Franco Puey, luego topógrafo en Madrid.