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Reseña del libro The Enigma of Capital and the Crisis of Capitalism de David Harvey

«El funcionamiento del capitalismo es posible gracias al funcionamiento co-evolutivo entre diferentes las diferentes esferas de actividad»

Fuentes: Rebelión

La izquierda sigue sufriendo los mismos problemas: está dividida y atrapada por su fetichismo de las formas organizativas. Cada grupo tiene su visión de lo que es una organización perfecta, pero independientemente de los problemas con que se encuentran. Es como si un médico propusiera el mismo tratamiento para un simple arañazo en el dedo […]

La izquierda sigue sufriendo los mismos problemas: está dividida y atrapada por su fetichismo de las formas organizativas. Cada grupo tiene su visión de lo que es una organización perfecta, pero independientemente de los problemas con que se encuentran. Es como si un médico propusiera el mismo tratamiento para un simple arañazo en el dedo o una grave gripe1.

En esa pequeña joya que es Breve historia del neoliberalismo, el antropólogo y geógrafo marxista, David Harvey, expone el concepto de «acumulación por desposesión». Para Harvey la acumulación por desposesión se produce cuando en el proceso de acumulación del capital2 los capitalistas no se dan por satisfechos con la tasa de beneficios que obtienen y recurren , por tanto, a la apropación de bienes públicos3. Según el pensador británico, el ascenso de las políticas neoliberales con la cosecuente reestructuración de las formas de producción capitalista, ha producido nuevas formas de movimientos y protesta social que rompen con la tendencia clásica de los partidos políticos y sindicatos tal y como son conocidos desde la Guerra Mundial. Por ejemplo, los procesos de deslocalizaciones y subcontratación así como la utilización de la mujer como mano de obra barata y los regímenes políticos impuestos por el neoliberalismo en una buena parte del mundo, han producido una diversidad de formas de lucha política y social diferentes a las conocidas comúnmente.

Pero las luchas contra la acumulación por desposesión están fomentando la apertura de líneas de lucha política y social bastante diferentes4.

Tales son formas como las de organización política de los zapatistas, que no aspiran a tomar el poder, sino a cambiar determinadas condiciones sociales; los sin techo; los movimientos agrupados en el Foro Social Mundial; ONGs; etc… Ahora bien, ello no significa renunciar a la lucha de clases. Frente al pensamiento postmoderno y neoliberal que pretende negar la existencia de tal lucha y postula el fin de la historia, para Harvey, la «guerra de clases» existe aunque para llegar a este concepto utiliza un camino a la inversa del que normalmente usamos. Según nuestro antropólogo, hay que hablar primero de «guerra de clases desde arriba». Esta «guerra de clases» es mantenida constántemente por los capitalistas, y el surgimiento y ascensión de los regímenes y políticas neoliberales es, consecuentemente, el proceso final de reestructuración de la misma:

Por lo tanto, la primera lección que debemos aprender es que si parece una guerra de clases y actúa como una guerra de clases, hay que llamarla por lo que es con llaneza. La masa de la población o bien tiene que resignarse a la trayectoria histórica y geográfica definida por el opresivo poder de la clase dominante en continuo desarrollo, o bien tiene que responder a éste en términos de clase.

Y continúa diciendo:

Exponer la situación en estos términos por una perdida edad de oro en la que una categoría ficticia como «el proletariado» era operativa. Tampoco signica necesariamente (si es que alguna vez lo significó) que haya una sencilla concepció de la clase a la cual podamos apelar como agente principal (por no decir exclusivo) de la transformación histórica. No existe un mundo utópico de fantasía marxiana al que podamos retirarnos. Apuntar la necesidad y la inevitabilidad de la lucha de clases no equivale a decir que la manera en que se construye la clase viene determinada o incluso es determinada de antemano5.

Además de defender un carácter más pragmático que real del término proletariado, el profesor Harvey, parece decantarse, frente a la clásica concepción marxista del determinismo histórico, por una determinada contingencia histórica que, de todos modos, no invalida la efectividad de conceptos como los de proletariado y concienciación social ni significa una renuncia a la lucha anticapitalista.

También se puede decir algo sobre el probable desarrollo futuro del orden social en tales lugares (se refiere a cualquier sociedad cuyo modo de funcionamiento se rija por el capitalismo) dadas las tensiones y contradicciones entre las esferas de actividad, incluso si se reconoce que la probable evolución dinámica no es determinante sino contingente6.

Nos encontramos aquí con la introducción de un nuevo concepto, la concepción de «esferas»de actividad. Según el profesor Harvey, el funcionamiento del capitalismo es posible gracias al funcionamiento co-evolutivo entre diferentes las diferentes esferas de actividad. Distingue siete esferas de actividad que posibilitan y condicionan tanto el funcionamiento de la sociedad capitalista como su posible transformación. Estas esferas son: la de las tecnologías y las formas organizativas; la de las relaciones sociales; la de las disposiciones institucionales y administrativas; la de la producción y los procesos de trabajo; relaciones con la naturaleza; reproducción de la vida diaria y de las diferentes especies; y la de las concepciones mentales del mundo7. La disrupción en el funcionaminto harmónico de tales esferas puede provocar crisis en el mismo sistema capitalista. Por ejemplo, la brecha abierta entre la esfera tecnológica que produce un aumento de la productividad que no repercute en una mejora de las condiciones de vida de la población sino que produce más desempleo mientras que aumenta las ganacias de unos cuantos. Tal disrupción también puede hacer fracasar proyectos de transformación social, como en el caso de los países socialistas, donde el desfase entre la esfera tecnológica y otras esferas de actividad como la de las relaciones con la naturaleza y la de las relaciones sociales causó graves problemas. Pero más allá de estas consideraciones, aquello sobre lo que David Harvey dirige nuestra atención es en la necesidad de que una verdadera transformación social solo es posible si se produce en todas y cada una de las esferas de actividad. Para él, este análisis del funcionamiento dialéctico de las esferas no es incompatible con la interpretación marxista de la historia.

Toda la narración hecha por Marx de la ascensión del capitalismo a partir del feudalismo puede, de hecho, ser reconstruída e interpretada en términos de un movimiento co-evolucionario a través y mediante las siete esferas de actividad identificadas aquí. El capitalismo no suplantó al feudalismo por medio de una limpia acción revolucionaria sustentada únicamente en las fuerzas movilizadas de una única de estas esferas. Tuvo que desarrollarse dentro de los intersticios de la sociedad antigua y suplantarla poco a poco, a veces mediante el uso principalmente de la fuerza, la violencia, la depredación y el apropiamiento de bienes; pero otras a través de la astucia y la sutileza8.

Es decir, si queremos acabar con el capitalismo hemos de conocer sus entresijos y astucias. Pero vayamos por partes. Harvey clasifica la actual disparidad de movimientos sociales y organizaciones políticas en cinco grandes grupos a los que considera pivotes sobre los que puede llevarse a cabo la transformación revolucionaria del capitalismo9: 1) En este grupo encontramos lo que denomina el sectarismo usual proveniente de la historia de la articulación radical del ala izquierda de la teoría política. Para Harvey curiosamente sería bueno un cierta amnesia en estos grupos que les hiciese olvidar las disputas del pasado entre anarquistas y marxistas. Más allá de esto, según nuestro autor, las tradicionalmente sectas10 revolucionarias y fracciones políticas han cambiado su terreno de acción política desde mediados de los setenta tanto geográfica como organizativamente. El otro sector comprendido en este primer grupo lo constituye el vasto número de ONGs cuyo rol político era apenas visible antes de mediados de los setenta. Hoy en día estas organizaciones juegan un papel político importante en el mantenimiento de las estructuras del capitalismo y, en ocasiones, posibilitan incluso la penetración del mismo neoliberalismo en las zonas donde actúan. Su poder colectivo se refleja en su rol dominante en el Foro Social Mundial. 2) Los grupos anarquistas autónomos y las organizaciones de base. Se trata de un grupo de organizaciones muy dispares, una de cuyas características primordiales es el rechazo de la financiación externa. Otro rasgo que encontramos en ellos es, también, el rechazo de la idea de una dirección centralizada y del orden jerárquico. Harvey considera la efectividad de acción de estos grupos limitada a causa de su reluctancia e incapacidad para desarrollar su acción política a nivel global y su preferencia por la acción a escala local como lugar significativo de cambio. Sin embargo, manifiesta que este tipo de organizaciones proveen incuestionablemente una amplia base de experimentación para las políticas anticapitalistas. 3) Esta tercera tendencia viene dada por la transformación que ha ocurrido en el movimiento obrero tradicional y en los partidos políticos de izquierda. Es decir, el sector de la izquierda, desde la social democracia tradicional hasta el troskismo, que ha tenido acceso al poder y que se ha visto absorbido por el mismo llegando incluso a asumir las políticas neoliberales. En estos párrafos, Harvey nos dice que mientras se han dado algunos signos de recuperación en la acción obrera y política de estas organizaciones, la exclusiva confianza en una vanguardia obrera así como en los partidos políticos de izquierda que han obtenido acceso al poder, es cuestionada hoy en día como una forma de hacer frente al capitalismo y a las crisis de acumulación del capital. De una forma más o menos lícita, (y mal que les pese a los que están encontra de la existencia del Estado) Harvey aprovecha estos párrafos para afirmar la necesidad de la apropiación de las formas del Estado por parte de los movimientos sociales que, según él, requiere la teoría co-revolucionaria expuesta. Todo ello en base a la necesidad de una reelaboración de tal institució y a la imposibilidad de prescindir de la misma a causa de la complejidad de las relaciones interestatales geoeconómicas y políticas existentes actualmente11. 4) En este grupo encontramos movimientos que no son guiados tanto por una concepción político-filosófica sino por una necesidad pragmática de respuesta a situaciones de desplazamiento y desposesión creadas por el capitalismo mediante procesos como el de gentrificación12, desarrollo industrial, privatización del agua, desmatelamiento de los sevicios sociales, et… No obstante, para Harvey, un gran número de estos movimientos son susceptibles de radicalización política y, aunque guiados por el pragmatismo más que por preconcepciones ideológicas, pueden llegar, sin embargo a una comprensión sistémica de su propia experiencia. Aquí Harvey nos recuerda la importancia de la figura del líder «intelectual orgánico» de la que habla Antoni Gramsci, el autodidacta que a través de amargas experiencias llega a una comprensión más generalizada del capitalismo. 5) Por último, el quinto de estos epicentros de cambio social lo constituyen movimientos centrados en la propia identidad y auto emancipatorios. Estos son movimientos como los de mujeres, gays, grupos étnicos, grupos raciales, etc… Aunque en principio estos grupos no tengan un carácter anticapitalista y, más aún, incluso si se da el hecho de que el capitalismo puede absorverlos en determinadas ocasiones – piensese en determinados sectores gays reaccionarios, por ejemplo- , la utilización que el sistema hace de ellos como mano de obra barata, la feminización de la pobreza y la explotación capitalista de los sectores sociales marginados, pueden llevar a estos grupos a una coalescencia dentro de un proyecto anticapitalista y de cambio social.

La lucidez mental, el espíritu conciliador y la amplitud de perspectivas del profesor neoyorquino se manifiesta en este párrafo al final de su libro que prefiero reproducir:

Comunismo, afirmaron Marx y Engels en su original concepción expuesta en El manifiesto comunista, no tiene un partido político. Ellos siempre se comprendieron a sí mismos en todo momento y lugar como personas que entendían los límites, fallos y las tendencias destructivas del orden capitalista, a la vez que las innumerables máscaras ideológicas y falsas legitimaciones que los capitalistas y sus apologistas (particularmente en los medios de comunicación) producen con tal de perpetuar su singular poder de clase. Comunistas son aquellos que trabajan para producir un futuro diferente al que pretende el capitalismo. Ésta es una definición interesante. Mientras que el comunismo institucionalizado tradicionalmente es tan bueno como muerto y enterrado, hay, según esta definición millones de comunistas de facto activos entre nosotros, deseando actuar en base a su propia comprensión, dispuestos creatívamente a acometer imperativos anticapitalistas. Si, como el movimiento alternativo a la globalización declaraba a finales de los 90, «otro mundo es posible», entonces ¿Por qué no decir, «otro comunismo es posible? Las circunstancias del capitalismo actual requieren algo de este tipo si pretendemos conseguir algún tipo de cambio.

Sin embargo, el nombre es lo de menos. Podemos llamar a la lucha comunismo o de cualquier otra forma.

De alguna manera el nombre no importa. Tal vez deberíamos definir sencillamente a este movimiento, como anticapitalista o autodenominarnos el Partido de la Indignación…

De cualquier manera para Harvey acabar con el capitalismo requiere concienciación, lucha y también sacrificio: el capitalismo nunca caerá por sí mismo. También es necesario comprender cúal es el enigma del capitalismo, aquello que lo hace seguir manteniendose. Yo me atrevería a decir comprender que es aquello que hace que el capitalismo con su desprecio por la vida, su bajeza moral, su podredumbre intelectual y su agresividad con el medioambiente haya calado tan profundamente en nuestros modos de pensar, sentir y actuar.

1«El crecimiento sirve siempre a los más ricos» Entrevista con David Harvey: en Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116890

2Según Marx, la acumulación del capital es el proceso mediante el cual los capitalistas no solo obtienen beneficios sino que, además, reinvierten estos benficios en la producción de mayores cantidades de capital.

3Conincidiendo con el inicio de la aplicación de las políticas neoliberales, este proceso que consiste en la privatización de activos públicos, reducción de impuestos para las clases más pudientes, desmatelamiento de los servicios de protección social, bajada de salarios, etc…, comenzó a principios de la década de los 80 cuando la tasa de beneficios de las clases adineradas se encontraba en el nivel más bajo desde el final de la Segunda guerra Mundial. Véase: Breve historia del neoliberalismo. Págs. 16-26. Ed. Akal

4Breve historia del neoliberalismo. Pág 218 Ed. Akal

5Ibid pág. 221. La negrita es mía

6The enigma of the Capital and the Crises of Capitalism. Oxford University Press Pág. 124. Los extractos del libro han sido traducidos por mí mismo.

7Ibd. Pág. 123

8Ibid. Pág. 135

9Las referencias siguientes las tomo de las Págs 252-260 del mismo libro.

10La cursiva es mía

11 No es la intención de estas líneas discutir sobre el eterno y escabroso problema de la necesidad o no de la existencia del Estado, algo sobre lo que se han vertidos ríos de tinta y sangre y sobre lo que yo mismo no tengo todavía una opinión clara.

12La gentrificación es el proceso mediante el que se desaloja a los habitantes pobres de determinadas áreas urbanas para convertirlas en zonas recidenciales, comerciales o financieras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.