Siempre nos hablan del futuro como si fuera garantía de honestidad y de cumplimiento de los deberes que una empresa o una institución nos ofrece y como si ya tuvieran solucionado el presente. Son las religiones las que más trabajan por el futuro, son ellas las que nos prometen un futuro de felicidad o espanto […]
Siempre nos hablan del futuro como si fuera garantía de honestidad y de cumplimiento de los deberes que una empresa o una institución nos ofrece y como si ya tuvieran solucionado el presente.
Son las religiones las que más trabajan por el futuro, son ellas las que nos prometen un futuro de felicidad o espanto según se adecue nuestro comportamiento al que, en nombre de Dios, nos dicen que es el correcto. Un futuro sin garantía para el que previamente se exige una virtud fundamental, la fe. Así, esgrimiendo el futuro del que nadie ha vuelto jamás para contárnoslo, se justifican las creencias a las que hay que acatar y obedecer. Sin riesgo, pues.
También las empresas de servicios utilizan el futuro. Los bancos, ¿no lo sabía usted?, trabajan por nuestro futuro con el dinero que en el presente nos exigen para cualquier servicio. Hace un par de días, por ejemplo, quise sacar doscientos euros de un banco que no era el mío y la pantalla me comunicó que la comisión era de ocho euros. Una usura, como todo el mundo sabe, una usura que no está castigada ni por la iglesia ni por el gobierno. Y pretenden que con este presente de usura, y con otros no tan de usura pero sí con unos precios por los servicios que consiguen los beneficios más exorbitantes de todos los tiempos, los bancos nos dicen que trabajan por nuestro futuro. ¿El de quien? ¿El suyo, el de nuestros hijos? ¿Tal vez cobrándonos una comisión de usura les ahorramos a nuestros hijos otro tanto? No especifican.
No hablemos ya de las compañías de seguros que llenan de letra pequeña interpretable de muchas maneras por sus misteriosos abogados, unos contratos en el presente que, al decir de sus eslóganes, trabaja en la sombra para nuestro futuro.
Y ¿qué decir de RENFE que tiene la osadía de prometernos un futuro impecable mientras sigue manteniendo horarios, tiempos e instalaciones que llenarían de vergüenza a la propia Ghana? Doce horas desde Madrid a Girona por dar un ejemplo, ausencia de trenes de cercanía por la noche, retrasos injustificados y frecuentes… O el Famoso AVE de Madrid a Barcelona que aparte de tener socavones lleva ya años de retraso.
¿Porque nos hablan del futuro si no tenemos solucionado el presente? ¿De qué futuro hablan? ¿Qué nos importa el futuro si el presente está descalabrado? ¿Acaso hay otra forma de mejorar el futuro si no se mejora el presente?
El futuro es un premio que nos prometen que, como no lo conocen ni especifican, no les supone ningún riesgo. Éste es el truco.