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Llegan las pieles de la polémica caza

El Gobierno admite críticas por la participación del Rey en la cacería de Rumanía, pero de «escasa repercusión»

Fuentes: El Mundo/EP

Aeropuerto de Barajas. Terminal de carga. Un voluminoso paquete llega procedente de Rumanía. El destino final (Palacio de la Zarzuela) activa todas las alarmas. Efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional acuden de inmediato. Hasta llega a sonar el teléfono del ministro. De esta extraña manera llegaban, poco antes de Fin de […]

Aeropuerto de Barajas. Terminal de carga. Un voluminoso paquete llega procedente de Rumanía. El destino final (Palacio de la Zarzuela) activa todas las alarmas. Efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional acuden de inmediato. Hasta llega a sonar el teléfono del ministro. De esta extraña manera llegaban, poco antes de Fin de Año, las pieles de los osos pardos (especie protegida por la Convención de Berna de 2001) cazados por Don Juan Carlos en los Cárpatos entre el 8 y el 10 de octubre de 2004. Durante varios días el bulto permaneció confiscado en el aeroportuarias.

Se revisaron tanto el certificado de sanidad animal (correcto) como el código internacional que autoriza el comercio de especies protegidas (este documento sí presentaba algún defecto). Según ha sabido CRONICA, entre los muchos uniformes que llegaron a rodear las pieles de osos no hubo ninguno de agentes pertenecientes al Seprona, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil que se encarga de velar por el cumplimiento en España de las normas del convenio CITES referentes al tráfico de especies animales. Para este delicado asunto nadie les avisó.

Mientras los ecologistas del país de Drácula perdían el rastro de los trofeos después de muchos días de seguimiento de las pieles (informaban en Rumanía de que habían volado a algún aeropuerto español), el extraño cargamento terminó dejando Barajas camino de La Zarzuela, extremo éste que no ha podido ser confirmado.Atrás quedaban los ecos de aquella cacería en la que nueve osos (ursus arctos), además de un lobo, fueron abatidos. Y también las dudas de los expertos sobre la licitud de la importación.

La polémica cita cinegética en la que participó el Rey Juan Carlos saltó a la prensa rumana, con enconados debates. En la miga de las cosas, uno de los programas de televisión con más audiencia, se logró reunir en un mismo plató a ecologistas, Gobierno y al gerente de la firma estadounidense Abie Hunting, organizadora de la cacería. El 91% de los telespectadores que participó en la tertulia a través de mensajes SMS condenaron la cacería, poniéndose claramente del lado de los ecologistas.

Árboles de plastico

«En tiempos de Ceaucescu incluso nos obligaban a sembrar árboles de plástico para que el paisaje pareciera mucho más verde. Qué tonterías teníamos que hacer cuando el dictador venía a cazar», cuenta a este suplemento el ingeniero agrónomo Guido Toniutti.Dice más: «Hay rumores de que la empresa que organiza las cacerías ha intentado hacer lo mismo para agradar el Rey de España durante la batida».

Los tres millones de euros que Abie Hunting gana al año hablan del próspero negocio que esconde la muerte del codiciado plantígrado y otras especies de caza mayor. La caza de ojeo del oso pardo cuesta 800 euros por dos días y tres noches (hasta 7.000 euros con trofeo), mientras que la de espera, incluído trofeo, sale por unos 8.500 euros por tres días (en mercado de reventa de los países de la Unión Europea llegan a doblar o triplicar el precio). En la temporada de caza 2003-2004 se abatieron en Rumanía 106 ejemplares. 40 de ellos por escopetas españolas. En los últimos tres meses, 49 de un total de 77 osos cazados lo fueron igualmente por españoles.

El flujo de escopetas peninsulares es constante hacia los montes rumanos. Y no sólo para dar cuenta del oso pardo, especie protegida en España. La última gran cacería que ha trascendido -organizada hace una semana por el ex tenista y hombre de negocios rumano Ion Tiriac, quien inauguraba coto al noroeste de Rumanía- reunió a 32 invitados del mundo de los negocios de Europa occidental, Australia y Estados Unidos. En la nómina de elegidos se encontraban varios empresarios españoles. Abatieron 185 jabalíes.

Fue en otra montería donde, según el médico rumano Nicholas Hnaley, un guardaespaldas de Don Juan Carlos tuvo que ser trasladado de urgencia a un hospital de Bucarest en helicóptero al ser alcanzado por una bala. Se encontraba en los bosques de Transilvania. Desde la cacería de octubre. el Rey de España está colocado en el punto de mira de los grupos ecologistas rumanos más activos en defensa del oso pardo. Tanto es así que algunos de sus destacados miembros se preocuparon de rastrear el camino seguido por las pieles de los nueve osos abatidos hasta Madrid. Y no sólo eso.

Lazlo Szabo, presidente del grupo conservacionista Aves, activo luchador contra la caza de osos en su país (quedan unos 2.000) lleva semanas blandiendo una ley según la cual en todos los países de la Unión Europea se prohibe la entrada de trofeos de caza y la carne de Ursus arctos (oso pardo) hasta marzo de 2005, cuando el actual Gobierno rumano tendrá que demostrar que la especie no está en peligro. La ley habría entrado en vigor el 13 de diciembre de 2004 y llevaría el marchamo CITES.

Conocedores de la legislación internacional que regula el tráfico de especies animales (incluidos sus restos), dicen desconocer la norma esgrimida desde Rumanía. Al margen de esa supuesta nueva normativa, tampoco terminan de ponerse de acuerdo sobre si es legal o no recibir aquí trofeos de animales que en España están protegidos. Como las pieles de los osos que arribaron a la terminal de carga del aeropuerto de Barajas.

El Gobierno admite críticas por la participación del Rey en la cacería, pero de «escasa repercusión»

El Gobierno ha admitido que la presencia del Rey en una cacería privada en Rumanía el pasado octubre provocó críticas por parte de una «pequeña fundación ecologista» local, pero recalca que el asunto tuvo «escasa repercusión» y que en ningún caso se ha visto afectada la imagen de España en el país centroeuropeo.

Así responde el Ejecutivo socialista a una batería de preguntas que formuló el portavoz de Esquerra Republicana (ERC) en el Congreso, Joan Tardá, y que en su momento tuvo que reformular porque la Mesa de la Cámara consideró improcedente su redacción inicial. También el senado Iñaki Anasagasti, del PNV, preguntó por este asunto en el senado, haciéndose eco de las noticias que publicó la prensa rumana sobre aquella visita.

En sus respuestas, a las que tuvo acceso Europa Press, el Gobierno dice tener constancia de que el Rey se desplazó a Rumanía «en visita de carácter privado» en la segunda semana de octubre del pasado año, y que tanto el embajador de España en Bucarest como los servicios de protocolo de la Presidencia de la República de Rumanía fueron informadas previamente de ese desplazamiento. «Las gestiones se limitaron a facilitar, a efectos de seguridad, los datos de los desplazamiento del Rey en territorio rumano», precisa.

Posteriormente, el Gobierno tuvo conocimiento, a través de la Embajada, de las noticias publicadas en la prensa rumana en relación con esa visita privada. A su juicio, se trata de «manifestaciones y críticas expresadas por Lazlo Szabo-Szeley, presidente de AVES, una pequeña fundación ecologista de la localidad de Odorheiu Secuiesc (en el distrito de Harguita), que milita a favor de la reducción del número de autorizaciones que el Gobierno rumano otorga anualmente para la caza en los bosques de Rumanía».

En cualquier caso, el Gobierno asegura que «las manifestaciones críticas aludidas no afectan, en modo alguno, a la percepción existente en Rumanía sobre España y sus instituciones. «La imagen de España ante la población rumana no ha sufrido ninguna variación significativa como consecuencia de esas noticias. Dada la escasa repercusión de este asunto, el Gobierno no considera conveniente la necesidad de realizar ninguna gestión o adoptar medidas de ninguna índole», concluye.