La noticia de «revitalizar» la economía de la comarca aragonesa de Los Monegros en base al modelo de la ciudad norteamericana de Las Vegas (centro turístico del juego de fama internacional) ha disparado las críticas de organizaciones ecologistas y partidos de izquierda locales. El complejo, que lleva el nombre de «Gran Scala», supondrá la construcción […]
La noticia de «revitalizar» la economía de la comarca aragonesa de Los Monegros en base al modelo de la ciudad norteamericana de Las Vegas (centro turístico del juego de fama internacional) ha disparado las críticas de organizaciones ecologistas y partidos de izquierda locales.
El complejo, que lleva el nombre de «Gran Scala», supondrá la construcción de hoteles-casinos (¡treintaidos! que representarán diferentes periodos de la historia universal), parques temáticos (!cuatro!), un hipódromo, una plaza de toros, un centro de convenciones, cinco zonas verdes, un zona residencial, un camping de nivel VIP (sea lo que sea lo que eso quiera decir) y un número aún indeterminado de campos de golf. En total, un espacio que podrá albergar, en su primera fase, hasta 100.000 personas. En Aragón, sólo la ciudad de Zaragoza lo superará en población. La propuesta, iniciativa de la empresa Internacional Leisure Development, ha sido presentada por la Diputación General de Aragón como un gran éxito de gestión, ya que Los Monegros competían con otros posibles emplazamientos europeos.
Las primeras preguntas que asaltan ante esta propuesta son de orden ecológico ¿De dónde saldrá el agua y los recursos energéticos necesarias para cubrir la demandas de semejante atrocidad faraónica? ¿Habremos salvado al río Ebro de un Plan Hidrológico Nacional que iba a terminar con él para matarlo ahora en esta empresa? ¿Y el impacto sobre el medioambiente local? Que Los Monegros parezca un desierto no quiere decir que no sea un ecosistema rico en especies y con un valor ecológico nada desdeñable.
Políticas como estas deslegitimiza el empeño de la principal institución pública aragonesa, gobernada en coalición por el Partido Socialista Obrero Español y el conservador Partido Aragonés Regionalista, en aparecer como la gran defensora de la Nueva Cultura del Agua, lema principal de la EXPO de Zaragoza del próximo año. EXPO, por otro lado, que ya es en sí mismo un ejemplo de insostenibilidad, y que ha generado la oposición de los movimientos y organizaciones sociales cesaraugustanos encuadrados en la plataforma ZH2NO.
José Ángel Biel, vicepresidente de la Diputación General de Aragón, ha afirmado que los promotores del complejo de ocio que se proyecta instalar en los Monegros no han requerido en ningún momento la participación financiera del Ejecutivo, y que, por el contrario, permitirá recaudar 600 millones de euros al año sólo en impuestos (Citado en la edición del 21 de noviembre de El Heraldo de Aragón).
Aquí es cuando surgen el segundo grupo de preguntas, esta vez de orden económico-financiero. Si bien la inversión de la construcción del complejo será con fondos privados (o eso dicen), ¿saldrán también de estos fondos las infraestructuras de transporte que se requerirán (ferrocarriles, autopistas y carreteras, incluso tal vez aeropuertos)? Sería la primera vez que esto fuera así. En otras palabras, ¿en qué se acabarán dedicando los 600 millones anuales en impuestos que el gobierno autonómico considera que obtendrá? ¿Y se han descontado, en esos cálculos, los beneficios que las 2.000 hectáreas que ocupará el complejo «Gran Scala» (sin contar infraestructuras de acceso) genera hoy en día en el sector agropecuario y que, lógicamente, desaparecerán?
Habría que recordar a los promotores del complejo y a las instituciones políticas que lo defienden los graves problemas de sostenibilidad que padece la ciudad de Las Vegas, a las que se pretende emular. Las Vegas padece una seria crisis por la escasez de agua. Esta situación está enfrentado al Estado de Nevada, donde se encuentra esa ciudad, con otras vecinas como Texas, a las que se les quiera privar de sus derechos sobre los acuíferos del Río Colorado, y que requieren para mantener su ganadería.
De la mano del turismo ya hemos destruido nuestras costas y alta montaña. ¿Será éste el principio de la colonización de los territorios de interior?
* Jordi Gascón. Acció per un Turisme Responsable – ATR