Desde la primera victoria electoral del PP en 1996 sus acciones desestabilizadores contra gobiernos y movimientos sociales de izquierda en América Latina han crecido, siendo más fuertes cuando ha controlado el poder ejecutivo español como lo hace actualmente. No fue una simple acción «diplomática» que los anticastristas de la Fundación Nacional Cubana Americana (FNCA) de […]
Desde la primera victoria electoral del PP en 1996 sus acciones desestabilizadores contra gobiernos y movimientos sociales de izquierda en América Latina han crecido, siendo más fuertes cuando ha controlado el poder ejecutivo español como lo hace actualmente.
No fue una simple acción «diplomática» que los anticastristas de la Fundación Nacional Cubana Americana (FNCA) de Miami -organización de extrema derecha autoproclamada en 2006 por su antiguo director José Antonio Llama como grupo paramilitar para desestabilizar la Revolución Cubana y asesinar a Fidel Castro [1]- y que los opositores antichavistas de Mesa de la Unidad Democrática (MUD) residentes también la ciudad norteamericana [2], celebraran la victoria del Partido Popular (PP) Español en las Elecciones Generales del pasado 20 de Noviembre. ¿Por qué esto lo celebran a bombo y platillo y no hacen lo mismo con la victoria de la derecha portuguesa en las elecciones legislativas en junio de 2011?
Justamente en el programa electoral del PP, Cuba salía como unos de los pocos países en el área de acción exterior donde la formación si ganaba las elecciones continuaría con su línea intervencionista contra el sistema socialista caribeño a favor de que se implantara una «democracia». Rompiendo, con ello, las relaciones políticas que habían mejorado, en cierta medida, entre Cuba y el Estado Español cuando gobernó el PSOE entre 2004-2011. A pesar de tener una similitud los dos partidos españoles en sus políticas económicas nacionales privatitzadores y ultraneoliberales, uno de los puntos donde hay cierta distancia es la estrategia imperialista del Partido Popular y la del PSOE en las relaciones con América Latina. Por ejemplo en 1996 el gobierno de José María Aznar consiguió que la Unión Europea (UE) implementara la «Posición Común» para limitar las relaciones con la isla justificando que «viola» los Derechos Humanos, cuando hay países como los Estados Unidos denunciados por organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional [3], como infractor de los Derechos Humanos al implementar campos de concentración como el de Guantánamo -territorio invadido en Cuba- y nunca la Unión Europea lo ha denunciado. Mientras que el PSOE fortaleció las relaciones con la isla buscando que se eliminara la Posición Común planificando como primer paso las relaciones bilaterales. Un efecto que no se cumplió por que el 25 de octubre la UE decidió continuar con la misma política bloqueadora. A esto, la política internacional del PSOE tampoco ha sido limpia puesto que mediante la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) dio 565.000 euros para financiar proyectos de información anticastrista como el de «Cubaencuentro» o el de «Diario de Cuba» [4].
En el caso de Venezuela, una cosa similar sucede. Zapatero normalizó» las relaciones con Hugo Chávez a un nivel más comercial que político, sobre todo en la cooperación energética por la intervención extractivista de los intereses de REPSOL [5] en el país caribeño, mientras que el PP antes de su victoria electoral ya anunció que apoyaría a la oposición de la MUD en las próximas elecciones presidenciales del mes de octubre para sacar del poder a Chávez y restaurar la «democracia» en Venezuela. El PP que justifica su fin a favor de los Derechos Humanos es el primero que los viola por la injerencia que provoca en América Latina. Por eso, Aznar, todavía miembro del ejecutivo del PP, se reunió con dirigentes de la MUD en su sede de la Fundación por el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) para asesorar la campaña electoral del líder Capriles Radonski [6].
Para el PP América Latina continúa siendo un territorio de su imperialismo reproduciendo el historicismo melancólico españolista. En la política exterior, cuando Aznar gobernaba entre el 1996-2004, además de la «Posición Común» contra Cuba y el respaldo en el intento de golpe de estado contra Chávez en 2002 liderado por Pedro Carmona, también consiguió que la UE apoyase con 1400 millones el Plan Colombia, coordinado por los Estados Unidos, que consistía en militarizar al ejército colombiano en su guerra contra la guerrilla marxista de las FARC, un hecho que ha tenido como resultado miles de campesinos asesinados y desplazados. O según un informe de Francisco Pérez, exdiputado de la Comisión exterior de Izquierda Unida, la venta de armamento de España a Colombia en 2003 era enfocada también para generar un conflicto armado entre los países fronterizos de Colombia y Venezuela dadas las divergencias que habían entre el expresidente Uribe y Chávez y así provocar el nacimiento de una guerra para generar un plan intervencionista de los Estados Unidos, a favor de Uribe, justificándolo como «solución pacífica» [7].
El PP no solamente hizo el juego a nivel de partido gobernante sino que continuó con sus estrategias de injerencia a pesar de ser en la oposición estatal pero disponer de poder en varías instituciones autonómicas. En las investigaciones del famoso «Caso Rozsa» en Bolivia, donde un grupo de paramilitares de ultraderecha querían asesinar a Evo Morales en 2009, el fiscal boliviano Marcelo Sosa obtuvo unas transacciones económicas sospechosas de la Fundación Iberoamérica-Europa presidida por un diputado del PP, Pablo Izquierda, al grupo terrorista. Otro aspecto fue la financiación de la Comunidad Autónoma de Madrid, gobernada por Esperanza Aguirre, que destinó 239.100 euros en fondos de Cooperación por el Desarrollo al 2005 a la Fundación Hispano Americana vinculada a la FNCA de Miami en un programa llamado «Desarrollo Cívico formativo a la libertad de Cuba». Así, hoy por tí mañana por mí. LA FNCA financió, como hemos dicho, la victoria del PP en 1996 y después recibió fondos del gobierno español controlado por el PP. Dos actores con un mismo objetivo, desestabilizar la revolución cubana y los nuevos gobiernos progresistas y etiquetadas de revolucionarios de América Latina en el siglo XXI.
¿De qué democracia presume el PP con sus injerencias hechas y que hará durante su legislatura estatal de cuatro años al afirmar Rajoy que «en Cuba quiero democracia, quiero libertad, quiero Derechos Humanos« [8]? ¿Y de qué manipulación sufre la sociedad española donde la mayoría de los medios de comunicación solamente han resaltado, sin pruebas y de forma tergiversadora, los supuestos vínculos de Venezuela y Cuba con bandas armadas como las FARC y ETA para criminalizar a los gobiernos revolucionarios? Pero cambiamos la situación. ¿Qué pensaría la derecha si Cuba y Venezuela financiaran proyectos de desestabilización contra la monarquía española o por una «Democracia Real» como protesta el Movimiento del 15-M contra la actual crisis económica y los nuevos planes de ajuste estructural? Seguramente que serían parte del terrorismo internacional, mientras las acciones de injerencia del PP es a favor de la «democracia», claro su democracia.
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/
[2] http://www.cubaencuentro.com/
[3] http://www.20minutos.es/
[4] http://www.tercerainformacion.
[5] http://www.publico.es/espana/
[6] http://www.tercerainformacion.
[7] http://www.soberania.org/
[8] http://www.cubaencuentro.com/
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