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El gobierno invertirá más de 15.000 millones de deuda añadida en 2024 para políticas bélicas

Fuentes: Grupo Tortuga

En cambio, para refuerzos sanitarios y otras necesidades sociales el dinero escasea.

Durante el año 2023 el gobierno aprobó la adquisición de nuevos programas de armamento a pagar a futuro por un importe total de 12.000 millones de euros en números redondos, según fuentes del propio ministerio.

Esta cantidad incrementa la deuda por compra de armas considerablemente para los próximos años.

Tengamos en cuenta que actualmente España arrastra una deuda militar, después del pago de otros 12.860 millones de euros desde el inicio de los programas especiales de armamentos, de mas de 36.300 millones de euros, de ellos más de 12.000 millones comprometidos en 2023.

La cosa no acaba aquí, porque durante 2024 el Ministerio de Defensa tiene ya previsto aumentar los programas de armamentos con al menos otros ocho programas más por importe mínimo de 15.083 millones de euros, según el cuadro que desgloso:

Esto no es todo, porque, según el Plan estratégico de Equipamiento de las Fuerzas Armadas 2022-2025, España además tiene pensado aprobar en 2024 la adquisición de ocho helicópteros navales MH-60R Seahawak, con un presupuesto de 850 millones de euros, así como el pago de 1.970 millones de euros para la primera fase del vehículo de apoyo a cadenas y dos buques hidrográficos costeros por 162,7 millones más.

El panorama que se nos presenta con la incorporación de este espectacular aumento de las inversiones en armas refuerza el enfoque intervencionista y violento por el que ha optado la política oficial de defensa de la izquierda militarista, muy en consonancia con los intereses del oligopolio militar-industrial y los intereses de los de arriba.

Se da así una nueva vuelta de tuerca al creciente programa de rearme militar y de remilitarización social en el que se encuentra comprometido el transversal partido militarista español, un conglomerado de intereses que abarca la totalidad de los partidos políticos del régimen, junco con el complejo militar industrial Made in Spain, puertagiratorismo incluido, las élites bancarias, industriales y económicas, un amplio espectro de los grupos de comunicación y de los comunicadores y propagadores de la nueva fe, los militares y todas las ramificaciones , por cierto bastante transversales, en la sociedad civil.

Todo ello contrasta con la mentalidad ahorrativa y cicatera con la que se afrontan las verdaderas necesidades sociales: gasto sanitario, educativo, rentas para personas sin ingresos etc.

Si observamos el tipo de armamento que España ha venido adquiriendo en los últimos tiempos y el tipo de operaciones en que se hace uso del mismo, vemos que se trata de un armamento de proyección, destinado al ejercicio de la fuerza fuera de las fronteras y con una amplia capacidad de ataque, lo que refuerza el enfoque intervencionista y de injerencia militar como opción de defensa española.

Por otra parte, este año 2024 España destinará más recursos militares y más tropa a las veinte (de momento, porque no es descartable incluir al menos una nueva operación militar en el mar rojo para colaborar con la política de equilibrios de EEUU en Oriente Medio) operaciones militares que España mantiene en los diversos conflictos internacionales, algunos por propia iniciativa y la mayoría bajo el paraguas de la OTAN o de la UE y en defensa de un statu quo injusto que consagra un orden internacional basado en las ideas fuerza de dominación y violencia.

Junto a la proyección exterior del militarismo español, apéndice destacado del gran conglomerado militarista occidental, se encuentran las políticas de remilitarización interna, con un elocuente despliegue de medios de adoctrinamiento y simbología militar que va desde el abusivo uso de la hija del rey como mascarón de proa de las loas militares, las cada vez más frecuentes prebendas militares (reserva activa, salidas insolidarias en favor de soldados mayores de 45 años, aumentos de retribuciones, reconocimientos y convalidaciones académicas entre otros) hasta la inclusión de la versión militar de la vida en los medios de comunicación y en la educación, pasando por el refuerzo de planes y políticas securitizadoras, el descarado apoyo económico a los sectores militar industriales y a la venta de armas y la actitud laxa ante el incremento de la violencia y de los planteamientos autoritarios y reaccionarios por parte de nuestra cada vez más brabucona derecha extrema.

Por si fuera poco, los compromisos de pago de este nuevo ciclo de rearme se financian mediante créditos reembolsables del Ministerio de Industria a interés cero que destina a los programas de armas y mediante el incremento de la deuda pública destinada a cubrir el enorme agujero de pago de los programas de armas, en definitiva una manera con la que unos pocos, en interés de unos pocos, y sin contar con la sociedad, contraen deuda ilegítima que nos empobrece y tenemos que asumir colectivamente.

Este es nuestro triste panorama y si queremos trabajar por la paz con contenidos deberíamos luchar, entre otras muchas cosas, contra las políticas de rearme, injerencia militar y militarización transversal que nos receta el poder y lograr que la desmilitarización y la pérdida del poder y del relato militarista se acompañe de transferencias de recursos y esfuerzos colectivos hacia las necesidades sociales, las relaciones pacíficas entre los pueblos y la seguridad humana a escala global.

Fuente: https://www.grupotortuga.com/El-gobierno-militarista-de

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.