Ayuso pertenece al mismo PP madrileño que lleva años haciendo de la contabilidad creativa y el maquillaje estadístico un pilar de su gobierno
Veo a gente dudar de los datos que ofrece el gobierno madrileño sobre la pandemia, y no sé qué decirles. Entiendo que haya quien tenga dudas, pues tras el fin de semana comunicaron una mejora realmente sorprendente, sin precedentes ni en España ni en el mundo, en tan pocos días y con solo unas tímidas medidas en unos pocos barrios.
Pero pensar que el gobierno madrileño pueda estar maquillando cifras, manipulando datos o recurriendo a alguna forma de contabilidad creativa, es una acusación muy fuerte. No nos precipitemos, concedámosle el beneficio de la duda. Me niego a creer algo así, prefiero confiar en la buena voluntad de sus gobernantes, que tal vez hayan cometido algún error pero en modo alguno intencionad… Un momento… ¿Qué?… Me comunican por línea interna que Esperanza Aguirre ha hecho unas declaraciones en televisión defendiendo los datos de Madrid, negando su falsedad y de paso diciendo que Isabel Díaz Ayuso es una «crack». Pero un momento… ¿Aguirre? Entonces, el PP madrileño de Ayuso… ¿es el mismo que el de Aguirre?
Detengan las máquinas, borren los dos párrafos anteriores, que empiezo otra vez mi artículo:
Veo a gente dudar de los datos que ofrece el gobierno madrileño sobre la pandemia, y lo tengo clarísimo: ¡No se crean nada! ¡Pero nada de nada! ¡Que es el PP madrileño, oiga, el campeón de la contabilidad creativa, el mayor artista del maquillaje estadístico, los putos amos en el juego de retorcer números hasta que canten lo que quieren oír! Años de manipulación contable preceden a la presidenta Ayuso, que pertenece al mismo Partido Popular de los presidentes Aguirre, González y Cifuentes o los alcaldes Gallardón y Botella. ¡El dream team de la contabilidad creativa!
Todos ellos gobernaron la comunidad y la capital apoyados en datos, montañas de datos: informes, estudios, estadísticas, presupuestos, facturas y balances que se estudiarán en las escuelas de negocios por su ingenio y sofisticación. Con datos, muchos datos, concertaron la explotación de nuevos hospitales por empresas que recurrían a todo tipo de argucias para abaratar o diferir costes –que acababan repercutiendo siempre en los ciudadanos-. Con datos defendieron el éxito del bilingüismo educativo –a partir de evaluaciones más que sospechosas-. Con datos, estimaciones de futuros usuarios, justificaron la construcción de ruinosas autopistas radiales de pago –que acabamos rescatando, para variar-.
¿Quieren más datos? Con datos y trucos contables ocultaron el disparatado coste final de la gallardónica obra de la M30. Con trucos similares engordaron la deuda municipal sin que saltasen las alarmas –usando empresas municipales y otras tretas financieras para eludir las limitaciones de endeudamiento-, duplicaron o triplicaron el coste de la Caja Mágica o la reforma de Cibeles, e inflaron contratos públicos que ocultaban sobrecostes y corrupción. Con datos limpios y transparentes, datos de aire limpio, ocultaron la contaminación madrileña para no tomar medidas. Con datos negro sobre blanco negaron todo durante años, lo mismo las deficientes frecuencias de paso del metro que los recortes educativos o sanitarios…
¿Dudar de los datos ofrecidos por un gobierno del PP madrileño? ¿El mismo partido que colocaba las estaciones de medición dentro de los parques para falsear los niveles de contaminación? ¿Los mismos que precarizaban profesores y sanitarios para parchear la pérdida de plantilla en educación y sanidad? ¿Los que consideraron que la autovía M30 era una calle urbana para así eludir los requisitos ambientales? ¿Los que fueron expulsados del cómputo nacional de listas de espera quirúrgica por hacer trampas para reducirlas milagrosamente –dejando de contar los días de espera mientras no te viese el anestesista?
Perdonen el desahogo, pero me ha bastado ver unos segundos a Esperanza Aguirre para recobrar de pronto la memoria, y entender qué pasa con Ayuso y su gobierno. Que sí, que ya sé que no hay gobernante que en algún momento no haya maquillado cuentas, o seleccionado datos favorables y escondido los adversos. Pero cuando perteneces a una tradición de varias generaciones de políticos que sistemáticamente hicieron de la mentira contable un pilar de su gobierno, entonces la credibilidad hay que ganársela. Y la de Ayuso, en su corto gobierno, es muy poca.